En campo abierto
La paz solo ser¨¢ factible con resiliencia y la posibilidad de llenar ausencias, dar nombres y sepultar
Al juez Vicente Antonio Berm¨²dez, asesinado.
Hace unas semanas se public¨® la noticia. La agencia Eje Central la dio a conocer y el Grupo Vida la hizo posible. Lo informado se reprodujo y ampli¨® en otros medios. A 60 kil¨®metros de Torre¨®n hay un amplio hueco natural con diversos usos. Es fosa com¨²n, incinerador y tiradero de seres humanos. Los datos de lo hallado en la cavidad y en la superficie no son precisos. ?A cu¨¢ntos cuerpos corresponden los restos? El deterioro producido por la incineraci¨®n y la trituraci¨®n de lo que alguna vez fue cuerpo, impide certezas. Se cree que hay hombres, mujeres y ni?os. Los procedimientos seguidos dificultan las identificaciones. La fragmentaria informaci¨®n no oculta el horror. El dep¨®sito existe. Los restos est¨¢n ah¨ª. La intenci¨®n de exterminio es evidente. Se pretende disolver la identidad. Al secuestrado, a la violada, al asesinado, no se le tira para ser recogido, identificado, limpiado, preparado, velado y enterrado. Se niega la posibilidad de llorar y preparar la ausencia del cuerpo de quien se ama y comienza a extra?ar.
Se dice que la desaparici¨®n total, la quema, el desmembramiento, la pulverizaci¨®n, busca la impunidad. No lo creo. Esta se da sin necesidad de esos procesos. La ausencia de investigaciones, registros y forenses, lo permite. Las pr¨¢cticas de la caverna de Patrocinio son otra cosa. Constituyen un lenguaje para imponer realidad y sentido social mediante la presencia total. ?C¨®mo se enfrenta la ausencia de un desaparecido? No se est¨¢ ante la nada. Tampoco se est¨¢ ante algo. La muerte no acaba de llegar, pero la vida no est¨¢ m¨¢s ah¨ª. El ser y el no ser son simult¨¢neos, epis¨®dicos, destructivos de la cotidianeidad. Eso es lo que se logra. La ordenaci¨®n de los procesos individuales y colectivos bajo las formas que se quieren imponer. Agentes particulares que con sus delitos desconocen el orden que se supondr¨ªa com¨²n y crean uno propio, alterativo y eficaz.
Los nazis, siempre los nazis, exterminaron con balas, gas y otros medios igualmente letales. Pudieron enterrar los cuerpos en fosas comunes. Esperar la degradaci¨®n natural de la carne. Hicieron otra cosa. Con los incineradores obtuvieron polvo. La sustancia m¨ªnima de la condena biol¨®gica y b¨ªblica. Dejar que la naturaleza haga a un ser humano polvo, es una cosa. Hacerla polvo es otra. La sicolog¨ªa de la disposici¨®n hace la diferencia. Imponer a los muertos una ¨²ltima manera de ser. Imponer a los sobrevivientes una manera de estar y de no estar. Abrir un abismo de desolaci¨®n, de venganza reforzadora del anti-orden que se est¨¢ creando, o de resignaci¨®n ante el desorden que se est¨¢ produciendo.
Los desaparecidos nunca terminan de irse. Su juridificada dignidad mantiene su presencia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos determin¨® recientemente (Tenorio Roca y otros vs. Per¨²) la responsabilidad de ese pa¨ªs por la mala investigaci¨®n y procesamiento por fiscales y jueces de desapariciones en la guerra contra Sendero Luminoso. La decisi¨®n es t¨¦cnica y valiosa. El derecho constituye cuerpos, personalidades y modos de ser individuales y colectivos. Tambi¨¦n significa conductas pasadas y las hace presentes. Uno siempre espera que en los pr¨®ximos a?os nuestras sociedades consigan paz. Ello s¨®lo ser¨¢ factible mediante la resiliencia. Por la posibilidad de llenar ausencias, dar nombres y sepultar. Los desaparecidos f¨ªsicos no pueden desaparecer jur¨ªdicamente. Mucho de lo que tendremos que hacer para sanarnos, pasar¨¢ por su reivindicaci¨®n. Las bases para lograrlo deben establecerse desde ahora. No cabe esperar a un incierto futuro en el que las posibilidades de identificaci¨®n hayan desaparecido por negligencia, incapacidad o complicidad.
*?@JRCossio. Actualmente es Ministro de la Suprema Corte de Justicia de M¨¦xico.
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