Hillary Clinton, una primera dama inconformista
La aspirante a ser la primera mujer al frente de EE UU ya vivi¨® en la Casa Blanca, como esposa de un presidente
Si el 8 de noviembre logra la victoria, Hillary Clinton no va a necesitar un tour por la Casa Blanca. La mujer que aspira a ser la primera presidenta de Estados Unidos ya vivi¨® ocho a?os en la residencia m¨¢s conocida del mundo, como primera dama. Una ¨¦poca en la que tambi¨¦n hizo historia por su af¨¢n de romper moldes sobre lo que se esperaba de la esposa de un presidente y en la que aprendi¨® a defenderse de muchos de los golpes que, desde entonces, ha seguido recibiendo.
Hillary Clinton afront¨® su papel de primera dama (1993-2001) como todos los retos de su vida: prepar¨¢ndose a fondo. Estudi¨® las biograf¨ªas de otras primeras damas, pero sus referentes no fueron iconos como Jackie Kennedy o sus predecesoras inmediatas. Seg¨²n cuenta en su libro de memorias Living History, fue mucho m¨¢s atr¨¢s en la historia para rebuscar, quiz¨¢s para confirmar, que una primera dama no ten¨ªa por qu¨¦ limitarse a un papel representativo o dedicado a causas blandas. Y se qued¨® con el ejemplo de Abigail Adams, una de las primeras defensoras p¨²blicas de la igualdad de derechos para las mujeres. O el de Edith Wilson, que lleg¨® a asumir inoficialmente muchas tareas de la presidencia de su marido, Woodrow Wilson, mientras este se recuperaba de una apoplej¨ªa.
¡°No hay un manual para primeras damas¡±, recordaba Clinton. ¡°Cada una de mis predecesoras llev¨® a la Casa Blanca sus propias actitudes y expectativas, preferencias y aversiones, sue?os y dudas. Como todas las primeras damas antes de m¨ª, ten¨ªa que decidir lo que quer¨ªa hacer con las oportunidades y responsabilidades que hab¨ªa heredado¡±.
Y lo que quer¨ªa Hillary Rodham Clinton era dejar una huella pol¨ªtica. Nunca lleg¨® a admitir en aquella ¨¦poca que ya so?aba con ser la primera presidenta de Estados Unidos, pero s¨ª dej¨® claro desde el primer momento que no se iba a conformar con el papel de mera acompa?ante. Los Clinton siempre fueron un equipo, m¨¢s all¨¢ de un matrimonio. Y asumieron la presidencia de la misma forma. Bill Clinton lleg¨® a decir que votar por ¨¦l era obtener ¡°dos por el precio de uno¡±. Aunque el Ala Este de la Casa Blanca es el tradicional espacio de la primera dama, ella instal¨® su oficina en el Ala Oeste, la misma donde el presidente tiene su Despacho Oval. Toda una declaraci¨®n de intenciones que la Casa Blanca tuvo que salir a defender.
¡°El presidente quer¨ªa tenerla ah¨ª para trabajar. Va a estar trabajando en una serie de pol¨ªticas internas y estar¨¢ all¨ª con otros asesores de pol¨ªtica nacional¡±, dijo la portavoz de Clinton, Dee Dee Myers. Parad¨®jicamente, su principal proyecto, una reforma sanitaria, fue su gran fracaso pol¨ªtico y, si logra ahora ser presidenta, tendr¨¢ que trabajar duro para que no se hunda tambi¨¦n el programa sanitario impulsado por su predecesor, Barack Obama.
No fue el ¨²nico rev¨¦s de su primer paso por la Casa Blanca. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca ya hablaban de su supuesto secretismo y falta de transparencia. Los esc¨¢ndalos sexuales de su marido, sobre todo el de la becaria Monica Lewinsky que casi le cuesta la presidencia, la persiguen hasta ahora. Su rival republicano, Donald Trump, deja que en sus m¨ªtines sus seguidores reclamen a gritos que la crooked (deshonesta) Hillary sea ¡°encerrada¡± y ha prometido abrirle una investigaci¨®n si llega a la Casa Blanca.
Pero ni eso es nuevo para Clinton, quien tambi¨¦n se vio salpicada por el esc¨¢ndalo Whitewater por el que se acus¨® a ambos, como sucede ahora con la Fundaci¨®n Clinton, de mezclar pol¨ªtica y negocios en Arkansas. Antes de la segunda inauguraci¨®n de su marido como presidente, en 1997, el humorista David Letterman dijo que deber¨ªa ponerse algo con mangas largas ¡°para esconder las esposas¡±. D¨ªas antes, Hillary Clinton reconoci¨® que el papel de primera dama se hab¨ªa convertido en una ¡°lucha¡±.
De regresar a la Casa Blanca, su nueva estancia no promete resultar m¨¢s f¨¢cil.
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