La frontera se llama Tijuana
Siete escenas de la ciudad que mejor encarna el esp¨ªritu fronterizo
La imagen de la decadencia de Tijuana es una cebra que se llama Paco. Se llama as¨ª desde hace 60 a?os, aunque el animal s¨®lo tiene 15 y su nombre es Luci. En realidad tampoco es una cebra, sino un burro pintado con aerosol que pasa 12 horas bajo el calor comiendo elotes y zanahoria en la calle Revoluci¨®n mientras espera alg¨²n turista para fotografiarse en la grupa.
El colorido 'burrocebra' es la estampa que reside en el imaginario colectivo de miles de estadounidenses que cruzan la frontera para vivir en 24 horas lo que no pueden hacer en casa. Pero ya no. Ya no son miles. Ni cientos. ¡°Antes sacaba 100 d¨®lares al d¨ªa y ahora no pasa de 15¡± se lamenta Ignacio Navarro, due?o del negocio herencia de su padre. Hoy en d¨ªa los ¡®gringos¡¯ vienen menos y no les hace gracia la falsa cebra. La mayor¨ªa de turistas son de Chiapas y Oaxaca.
Dos chicas de Bolivia que han venido a una convenci¨®n evang¨¦lica, son las primeras turistas que posan al mediod¨ªa con el zarape y el sombrero sobre al garabateado animal.
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El muro con el que sue?a Donald Trump pasa por el centro de Tijuana y termina en la ¨²ltima playa del pa¨ªs, en la esquina m¨¢s al Oeste. Aqu¨ª muere surrealistamente, como Alfonsina Storni, adentr¨¢ndose a paso lento en el mar por el c¨®rner de M¨¦xico.
Sobre la arena, una pareja de Sinaloa, mira a trav¨¦s del hierro agarrados de la mano. En su ¨²ltimo tramo, el muro con el que sue?a Trump, son oxidados rieles clavados en la playa a un palmo de distancia.
Al otro lado se ve una pick-up de la Border Patrol, dos agentes cumpliendo la rutina, una playa desierta y, al fondo, la mara?a de edificios de la ciudad de San Diego. ?Quieres irte para all¨¢? ¡°No, ni madres¡±, responde Edgar, ingeniero de profesi¨®n que lleg¨® hace dos a?os a Tijuana para buscarse la vida. ¡°Yo lo que quiero es volver a Sinaloa¡±, dice riendo.
En los ¨²ltimos metros del muro con el que sue?a Trump, hay un faro. Cada domingo, llegan hasta aqu¨ª grupos de madres deportadas para ver a sus hijos a trav¨¦s de la reja mientras arreglan sus papeles. Mayalen, de Guerreo, habla con su hijo y cuela los dedos entre el hierro para intentar tocar el rostro de Sebasti¨¢n, de ocho a?os, que llora desconsoladamente. Para ser un sue?o, el muro de Donald Trump deja muchas l¨¢grimas.
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Decenas de j¨®venes se re¨²nen en el cine Tonal¨¢. Desde hace una semana el lugar se ha convertido en el epicentro de un movimiento hipster de una ciudad de 1'5 millones de habitantes. Conciertos de jazz, cine de autor, un ceviche espectacular y buen ambiente donde antes hab¨ªa una tienda de ch¨¢charas para turistas que vend¨ªa tequila, cactus de cer¨¢mica, v¨ªrgenes de Guadalupe y cinturones de algo parecido a serpiente. Los organizadores del Festival de Cine de Tijuana se han unido con los due?os de una peque?a sala de cine alternativo de la capital y han abierto hace dos semana este local de tres pisos que conserva los techos de madera de la vieja tienda de baratijas de la calle Revoluci¨®n. Desde entonces est¨¢ lleno. Cruzando la calle hay una cervecer¨ªa artesanal, la popular cantina La mezcalera y, a cincuenta pasos, el 'burrocebra'. En la ciudad sin ley, un polic¨ªa subido a una Harley Davidson acaba de ponerle una multa de 800 pesos, unos 40 d¨®lares, a una mujer por estacionar en un paso de peat¨®n.
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S¨¢bado, 9 de la noche, calle Revoluci¨®n. A un lado, un sexshop, al otro, el popular Casino Caliente y, a diez pasos, 12 personas hablando de filosof¨ªa en la sala 206 arte contempor¨¢neo. Las sesiones las dirigen tres profesores que se re¨²nen con j¨®venes que pagan por hablar de realismo especulativo y el postmaterialismo un s¨¢bado por la noche en la milla de oro de la ciudad que fue canalla. ?Cosas buenas de vivir en la frontera?. "La mayor¨ªa de la gente en Tijuana es biling¨¹e y en San Diego podemos acceder a las bibliotecas o comprar libros que en M¨¦xico ser¨ªan imposible conseguir o tardar¨ªan muchos a?os en traducir", dice Alfredo Gonz¨¢lez, profesor de Semi¨®tica. "De alguna manera vamos delante del resto del pa¨ªs¡±, a?ade.
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El tocino se pica a mano y se embute en una salchicha. La org¨ªa de grasa se rebaja al ahumar la pieza con ramas de olivo. Un pan r¨²stico envuelve el hotdog. Mermelada de (m¨¢s) tocino, mostaza y mayonesa caseras. As¨ª es Humo, uno de los foodtrucks del parque de carritos gastron¨®micos con ruedas de Tijuana. La barra de Verde y Crema est¨¢ escondida por una puerta maciza de madera que se corre sobre un riel met¨¢lico como en una f¨¢brica. Tiradito de huachinango, tacos de betabel asado, chicharr¨®n de oreja de cerdo y una carta profunda carta de vinos de la perla vin¨ªcola de M¨¦xico, el Valle de Guadalupe, a menos de una hora en coche al sur de la ciudad.
El 'burrocebra' es a los gringos lo que la ensalada Caesar a los tijuanenses. Un a?ejo reclamo tur¨ªstico al que el visitante no logra escapar.
En 1927 el chef italiano Libio Santini se sac¨® de la chistera un aderezo que dio la vuelta al mundo, cuando atendi¨® a un grupo de hambrientos pilotos con lo poco que ten¨ªa a mano en la cocina. Aquella primera salsa Caesar (sin pollo, por supuesto), inspirada en los ingredientes que su abuela manejaba en la huerta, se prepara hoy frente al comensal casi en el mismo restaurante de la calle Revoluci¨®n donde se invent¨®.
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Sin lugar a dudas la estrella de la farmacopea fronteriza es el viagra. De ancianos a pubertos, decenas de hombres cruzan 'la l¨ªnea' cada fin de semana para comprar la pastilla contra la disfunci¨®n er¨¦ctil, que all¨ª cuesta casi 50 d¨®lares y en Tijuana 17. En el podio boticario la plata es para el tramadol y el bronce para los antiinflamatorios. El tramadol es un opi¨¢ceo prescrito para el tratamiento de dolores neurop¨¢ticos severos y su venta en EE.UU. est¨¢ controlada pastilla a pastilla por un m¨¦dico y un expendedor. En M¨¦xico se puede comprar ahora mismo un frasco con 100 pastillas por 25 d¨®lares.
En Tijuana ni los dentistas ni las farmacias cierran s¨¢bados y domingo porque son los d¨ªas de mayor afluencia de clientes. Empastes, brackets o implantes que cuestan mil d¨®lares M¨¦xico valen cuatro veces m¨¢s al otro lado. ¡°Hace unos a?os el cliente era en un 90% gringo-gringo, el g¨¹ero¡±, aclara Israel vestido con una bata blanca tras el mostrador, ¡°pero ahora la mayor¨ªa son gringos-mexicanos¡±.
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¡°Tijuana se ha hecho mexicana¡±, resume Benjamin Bruce,investigador del Colegio de la Frontera Norte de Tijuana?(Colef), uno de los centros de estudio sobre frontera y movimientos migratorios m¨¢s importante del mundo. En los ¨²ltimos 15 a?os la ciudad se ha puesto de pie despu¨¦s de dos mazazos; Las torres gemelas y la violencia del ¡®narco¡¯.
La consecuencia, entre otras, del atentado de Nueva York en 2001 fue un mayor control de los cruces fronterizos en veh¨ªculo y hoy supone un atasco de tres horas frente a los cinco minutos de anta?o. Lo cierto, es que ning¨²n atentado terrorista en EE.UU. ha sido cometido por nadie que hubiera entrado al pa¨ªs por esta frontera de m¨¢s de 3.100 kil¨®metros.
El segundo golpe lleg¨® en 2009 cuando la violencia entre c¨¢rteles de la droga lleg¨® a un pico con m¨¢s de 850 muertos anuales, casi tres diarios.?El cartel de Sinaloa de Joaqu¨ªn ¡®El Chapo¡¯ Guzm¨¢n emprendi¨® la guerra contra los Arellano F¨¦lix- antes c¨¢rtel de Tijuana- y los pulveriz¨® a plomazos. La ola de terror, que ricamente narraban los noticieros estadounidenses, termin¨® de disuadir al turismo del exceso que llegaba de San Diego.
El resultado fue que tuvo que reinventarse y ¡°Tijuana se ha hecho m¨¢s mexicana; se usa m¨¢s el peso y menos el d¨®lar, o se celebra la fiesta del ¡®grito¡¯ que antes se hac¨ªa t¨ªmidamente¡± a?ade Bruce. ¡°Tijuana se recicl¨® y encontr¨® la recuperaci¨®n econ¨®mica y emocional mirando hacia adentro. Gran parte de los proyectos en arte, m¨²sica o gastronom¨ªa han nacido desde la autogesti¨®n y lo local¡± a?ade Mariel Miranda, colaboradora del Doctorado en Estudios culturales del Colef.
Hoy Tijuana est¨¢ m¨¢s conectada al cord¨®n umbilical que a la ubre y sus artistas recorren festivales en Morelia, Guadalajara o la Ciudad de M¨¦xico con la misma naturalidad que antes iban a Los ?ngeles o Tucson.
Paralelamente la violencia tambi¨¦n vuelve al seno materno y en los ¨²ltimos meses vive un peligroso repunte que acerca las cifras de muertos a tiempos que parec¨ªan pasados.?El cartel Nueva Generaci¨®n de Jalisco ha llegado para arrebatarle la plaza a un ¡®Chapo¡¯ Guzm¨¢n que ve desde la c¨¢rcel como se tambalea su imperio.
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