Nicaragua: certidumbre de la incertidumbre
Ortega ha cortado por lo sano, no quiere correr el riesgo del chavismo
En unas elecciones democr¨¢ticas hay incertidumbre: si se sabe qui¨¦n va a ganar, la incertidumbre es por qu¨¦ margen; y si no, qui¨¦n ser¨¢ el ganador. Lo vemos en Estados Unidos, donde ante la disminuida credibilidad en las encuestas la incertidumbre persiste. Y as¨ª ocurre en otras elecciones democr¨¢ticas, en las que pese a la frecuente inequidad de la competencia en cuanto a recursos, persiste la certeza de cierta incertidumbre.
En circunstancias no democr¨¢ticas no hay incertidumbre. En Venezuela, Maduro cancel¨® el revocatorio porque ten¨ªa la certidumbre de que lo perder¨ªa. Este domingo hay elecciones en Nicaragua pero la ¨²nica incertidumbre, habiendo Daniel Ortega excluido a toda oposici¨®n de participar, es qu¨¦ porcentaje de votos le asignar¨¢ el Consejo Electoral, totalmente controlado por ¨¦l. Como ¨¦l es cada vez m¨¢s Cop¨¦rnico, para quien solamente importa que todo gire alrededor de su poder, y su ¨²nico proyecto es el poder por el poder, y el poder por el dinero, y el dinero por el poder, ese porcentaje depender¨¢ de su vanidad y la de su esposa, candidata a vicepresidenta.
En estos d¨ªas he estado presentando en diversos pa¨ªses un libro coral, pues est¨¢ escrito entre autores de diferentes procedencias profesionales y tambi¨¦n pol¨ªticas e ideol¨®gicas, pero con la misma partitura: explicar la naturaleza autoritaria, dictatorial para mi opini¨®n, del r¨¦gimen de Ortega.
En conversaciones en Buenos Aires, Montevideo, Lima, Santiago, Washington, y ahora M¨¦xico, desde donde escribo este art¨ªculo, he encontrado preguntas cuyas respuestas no resultan tan obvias como en Venezuela. ?Por qu¨¦ Ortega, siendo tan popular, no hace elecciones libres?
He contestado que ¨¦l tiene dudas de su popularidad, porque es dif¨ªcil de medir. No hay duda de que la revoluci¨®n sandinista, con la ampliaci¨®n de derechos de una mayor¨ªa excluida, a quien empoder¨®, dio origen a un nuevo sujeto pol¨ªtico, el sandinismo, como lo hizo el peronismo en Argentina, entre otros casos. Y que, independientemente del resultado socioecon¨®mico de esos procesos, ese sujeto mantiene lealtad a esa identidad. Pero en el caso de Nicaragua, con la exclusi¨®n orteguista que su esposa ha encabezado del sandinismo hist¨®rico, ambos temen la revancha. A esa duda sobre la popularidad se agrega que uno de los polit¨®logos de un gran proyecto de opini¨®n p¨²blica comparada de Am¨¦rica Latina, conocido acad¨¦micamente como Lapop (Latin American Public Opinion Poll), encabezado por la Universidad de Vanderbild, del estado de Tennessee de los Estados Unidos, Kenneth M. Coleman, dijo en 2014 que ¡°casi dos tercios de los nicarag¨¹enses viven cierta desconfianza en hablar sobre la pol¨ªtica¡±. ?Y con lo confianzudos y parlanchines que somos los nicarag¨¹enses!
Y adem¨¢s, los vientos de cola han cesado, y Ortega enfrenta la declinaci¨®n aguda de la cooperaci¨®n venezolana que tanto ha ayudado a su consolidaci¨®n en el poder.
Ortega ha cortado por lo sano. No quiere correr el riesgo de las elecciones municipales de 2008, en que la oposici¨®n se unific¨®, y tuvo que, ¡°fraude comprobado¡± seg¨²n el Centro Carter, robarse las elecciones en 41 de 150 municipios; o las elecciones generales de 2011, cuyos ¡°resultados fueron imposibles de verificar¡±, seg¨²n la opini¨®n de la Misi¨®n de Observaci¨®n Electoral de la Uni¨®n Europea.
Pero sobre todo no quiere correr el riesgo del chavismo. Repetidos ejercicios electorales cre¨ªbles fortalecen a la oposici¨®n, que gana la calle, pues los partidos pol¨ªticos sin elecciones son como peces a los que se saca el agua.
Ortega ha cortado por lo sano: sac¨® el agua al pez, y as¨ª no hay incertidumbre.
Edmundo Jarqu¨ªn es excandidato presidencial del Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Fue embajador en Espa?a.
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