Estados Unidos mide la fuerza en las urnas del populismo mundial
Una victoria del republicano Donald Trump, que ha sabido conectar con el malestar de la clase trabajadora blanca, significar¨ªa la ca¨ªda en manos de un insurgente de la fortaleza m¨¢s preciada
El populismo que sacude las instituciones a ambas orillas del Atl¨¢ntico libra su batalla decisiva el martes en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Una victoria del republicano Donald Trump, el magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad que ha sabido conectar con el malestar de la clase trabajadora blanca, significar¨ªa la ca¨ªda en manos de un insurgente de la fortaleza m¨¢s preciada, la Casa Blanca. Un novato de la pol¨ªtica con un mensaje estridente entrar¨ªa en la sala de mandos de la primera potencia mundial. Una victoria de la dem¨®crata Hillary Clinton, una veterana de la pol¨ªtica identificada con el establishment, dar¨ªa claves sobre la manera de responder a los movimientos que cuestionan el sistema.
Estados Unidos, pa¨ªs que se enorgullece de su car¨¢cter excepcional, sintoniza a veces con las corrientes de fondo del resto del mundo y en particular de Europa. Ocurri¨® a principios de los a?os ochenta, cuando la victoria del republicano Ronald Reagan coincidi¨® con el Gobierno en Reino Unido de la conservadora Margaret Thatcher. Ambos captaron el esp¨ªritu de los tiempos. Su revoluci¨®n econ¨®mica todav¨ªa define el campo de juego de las sociedades occidentales. La sinton¨ªa se repiti¨® en los noventa, cuando en EE UU, Reino Unido y Alemania llegaron al poder pol¨ªticos de la tercera v¨ªa, pragm¨¢ticos de centroizquierda que quer¨ªan adaptar la socialdemocracia al mundo posterior a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn.
Las elecciones del martes son otro de estos momentos. Tras la Gran Recesi¨®n, que golpe¨® a las clases medias, EE UU y Europa vuelven a coincidir. Desde el voto a favor del Brexit al ascenso del Frente Nacional de Le Pen en Francia, desde la irrupci¨®n de Podemos en Espa?a y Syriza en Grecia al fen¨®meno Beppe Grillo en Italia o los avances de los contrarios a la inmigraci¨®n en Holanda o Alemania, es la hora del populismo.
Para los estadounidenses, la palabra populismo no tiene connotaciones positivas ni negativas. No es progresista ni conservadora. Como sostiene el historiador Michael Kazin en The populist persuasion (La persuasi¨®n populista), m¨¢s que una ideolog¨ªa es una ret¨®rica que define el terreno en t¨¦rminos de enfrentamiento entre los de abajo y los de arriba, el pueblo y las ¨¦lites.
"Desde hace ocho a?os, en Estados Unidos para el 80% de personas los sueldos no han crecido. Solo el 20% de arriba ha experimentado crecimiento econ¨®mico", dice en Washington a EL PA?S Arthur Brooks, presidente del American Enterprise Institute y uno de los intelectuales de peso en la nueva derecha estadounidense. "Cuando pasan estas cosas, y durante tantos a?os, hay m¨¢s populismo. Ha pasado muchas veces en Europa. De vez en cuando, en EE UU. Ya somos Europa. Tenemos un candidato como Le Pen o como Nigel Farage o Beppe Grillo o cualquier otro".
"Y cuando la gente tiene que esperar tanto [a la recuperaci¨®n econ¨®mica] llega un momento de frustraci¨®n en el que aparece un pol¨ªtico que tiene explicaciones", contin¨²a Brooks. "Y dice: 'Yo te puedo explicar lo que est¨¢ pasando aqu¨ª. Los inmigrantes vienen de M¨¦xico y te quitan el trabajo. O los chinos. O las guerras chupan el dinero del pa¨ªs'. No es verdad, pero la gente dice: 'Por lo menos hay alguien con explicaciones'".
Cuando Trump asegura que el sistema est¨¢ ama?ado, o que existe un complot de los medios de comunicaci¨®n, los bancos y oscuros intereses internacionales en su contra, apela a los agravios de sus votantes ante un establishment que creen que les da la espalda. Pero sus mentirosas teor¨ªas conspirativas reflejan, quiz¨¢ involuntariamente, una realidad: a las ¨¦lites ¡ªla prensa, Wall Street, los viejos jefes republicanos, los laboratorios de ideas, el aparato de defensa, grandes instituciones internacionales¡ª les asusta la posibilidad de verle en la Casa Blanca.
Un nuevo Frente Popular
Una victoria de Trump y su nacionalpopulismo pol¨ªticamente incorrecto supondr¨ªa una derrota de estas ?lites, una sacudida al sistema en el pa¨ªs con el que se mide, por emulaci¨®n u oposici¨®n, el resto del mundo. Y ser¨ªa una prueba de que las salvaguardas de los sistemas democr¨¢ticos son insuficientes para impedir la llegada al poder de un pol¨ªtico con un discurso demag¨®gico y autoritario. Si puede ocurrir aqu¨ª, puede ocurrir en cualquier lugar.
Tambi¨¦n puede haber lecciones en una victoria de Clinton, como su coalici¨®n con las minor¨ªas raciales insultadas por Trump. O la alianza con el senador por Vermont Bernie Sanders, af¨ªn al populismo de izquierdas. Y otra lecci¨®n: la uni¨®n transversal con los republicanos anti-Trump.
"Que tengas a republicanos de siempre como George H. W. Bush apoyando a Clinton, significa que debes construir una especie de Frente Popular, por usar este viejo t¨¦rmino inspirado por los comunistas", dice Kazin, codirector de la revista socialdem¨®crata Dissent. "Lo que Hillary no ha hecho es impulsar un programa atractivo", a?ade. "Ha decidido: Haremos campa?a contra Trump. Esto bastar¡¤ para ganar¨ªa. Habr¨ªa podido convencer a personas de clase trabajadora si hubiera hablado m¨¢s de universidades gratuitas, de aumentar el salario m¨ªnimo. Los partidos socialdem¨®cratas deben recordar a la gente lo que les gusta sobre el orden socialdem¨®crata. Y si no lo hacen, de alguna manera merecen perder".
Si en el mayor momento de furia contra el establishment gana Clinton, enviar¨¢ un mensaje: aunque el malestar est¨¦ aqu¨ª para quedarse, el sistema es capaz de resistir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.