El sue?o americano vive
Qu¨¦ pa¨ªs da m¨¢s oportunidades que EE UU, donde Trump, que nunca fue tan poco, ha dado para tanto
Causa todav¨ªa asombro c¨®mo un pa¨ªs todav¨ªa indispensable, pionero en tantas campos, preso tambi¨¦n de grandes contradicciones, es capaz de producir una pac¨ªfica transici¨®n del poder, incluso despu¨¦s de la campa?a presidencial m¨¢s deleznable de su historia. Despu¨¦s de que el presidente electo amenazara con encarcelar, tras su victoria, a su contrincante, y no reconocer la victoria de Clinton si se hubiera producido.
En las horas dram¨¢ticas que ha vivido el mundo desde la madrugada del mi¨¦rcoles hasta la tarde, colgada de televisiones y redes digitales, Trump, el gran ignorante que ha demostrado con creces su falta de respeto hacia la constituci¨®n y su admiraci¨®n por la autocracia de Putin, cambiaba de uniforme. Despejado del traje de demagogo atrabiliario, insultador en jefe, pareci¨® hasta presidente. Prometiendo unir al pa¨ªs tras atizar el guerracivilismo, ser el buen doctor que cura las heridas, y el presidente de todos los estadounidenses. Como si actuara su clon, y Donald el payaso cerrara el circo, su show unipersonal.
Hillary, por fin, concedi¨® p¨²blicamente su derrota. Criminalizada e insultada por el nuevo presidente, dolida profundamente, entonando un lo siento, admitiendo que no cre¨ªa que la divisi¨®n del pa¨ªs era tan profunda. Pero felicitando a Trump y ofreci¨¦ndole ayuda para sanar al pa¨ªs. Obama mismo sancion¨® que la democracia ha funcionado, eso s¨ª, en contra de los dem¨®cratas y, sin duda, de su presidencia.
Repudio pasmoso del establishment, titulaba el New York Times . ?Realmente es tan asombroso lo ocurrido? ?C¨®mo no lo hemos visto venir, no hemos comprendido lo profundo de la ira de los dejados atr¨¢s por la globalizaci¨®n, los perdedores que no leen la prensa escrita? A los que Hillary, una mala candidata congelada en el pasado, con una peligrosa mochila, pretendiendo iniciar una dinast¨ªa presidencial, que inspiraba menos honestidad y confianza que Trump, bautiz¨® deplorables. No se puede intentar la presidencia present¨¢ndose solo como el mal menor.
Vivimos dentro de una burbuja confortable, envueltos en ropajes de superioridad moral, diagnosticando grandes tendencias mundiales: la internacional populista, la insoportable desigualdad social, pero sin ofrecer respuestas concretas y practicables. Los pol¨ªticos desconectados de sus votantes, los acad¨¦micos, los expertos, los prescriptores de opini¨®n. Los t¨¦cnicos de sondeos.
Y los periodistas, el primero este modesto oficiante que aspira a poner las cosas en contexto. Nos hemos equivocado, como lo hicimos en el Brexit. El vuelco pol¨ªtico en EE UU es enorme y tambi¨¦n la conmoci¨®n que sufre el periodismo. La ya casi vieja televisi¨®n, inspiradora del circo de entretenimiento, que ha impulsado a un demagogo listo y conocedor del medio porque le suministraba una barbaridad tras otra que las cadenas necesitan y amplifican, ha triunfado atizando emociones. Y haciendo pinza, Internet, las redes sociales, los ciudadanos periodistas, embarrando m¨¢s el terreno potenciando el espect¨¢culo.
Los diarios nacionales ¨²nicos dispensadores de reflexi¨®n, pillados en la pinza, capaces a¨²n de investigar y denunciar, aunque demasiado tarde, la m¨¢quina de piller¨ªas de Donald Trump. El sue?o americano no ha muerto como pronostic¨¢bamos. C¨®mo explicar si no que Trump, nunca tan poco, haya dado para tanto. Qu¨¦ pa¨ªs da m¨¢s oportunidades. God bless America y evite que el sue?o se convierta en pesadilla. La historia no se acab¨® en la madrugada del mi¨¦rcoles.
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