Egipto, un pa¨ªs de diab¨¦ticos sin az¨²car
Los supermercados del pa¨ªs ¨¢rabe han experimentado la escasez de az¨²car durante un mes
Hubo un fen¨®meno que nunca dej¨® de sorprenderme en los bulliciosos caf¨¦s de El Cairo, y no ser¨¢ porque no lo viera a menudo. A pesar de que, normalmente, la taza de t¨¦ o de cafe ya sol¨ªa venir azucarada de la cocina, algunos clientes ped¨ªan al camarero que le trajera un cuenco con el az¨²car aparte. Entonces, una vez sobre la mesa, a?ad¨ªan una cucharada de az¨²car a su infusi¨®n, y luego otra, y otra ¡ y a veces otra m¨¢s hasta acumular m¨¢s de dos dulces dedos al fondo de la taza.
Nunca me atrev¨ª a probar tal mezcla por miedo a que se me deshiciera la boca. Como explicaci¨®n, me dec¨ªa que deb¨ªan hacerlo para endulzar la amarga vida de la capital egipcia, una jungla de asfalto con sus interminables embotellamientos, un aire irrespirable y una aguda sobrepoblaci¨®n. Pues bien, durante las ¨²ltimas semanas, a muchos cairotas no les ha quedado ni ese ant¨ªdoto para hacer frente a la lucha diaria de sobrevivir en esta dura megal¨®polis de m¨¢s de 20 millones de personas.
Desde principios de octubre, el pa¨ªs sufri¨® una inesperada escasez de az¨²car, que sigui¨® a la de otros productos b¨¢sicos como el arroz o la leche en polvo. En muchos supermercados, las estanter¨ªas donde se hallaba este producto aparecieron vac¨ªas, mientras en otras los precios se hab¨ªan duplicado y aplicaban un racionamiento: prohibido comprar m¨¢s de ¡°x¡± kilos por persona. Hasta los caf¨¦s se vieron obligados a limitar el consumo de la dulce especia, provocando el enojo de los clientes.
Sin embargo, una categor¨ªa de ciudadanos recibi¨® la situaci¨®n como una ¡°oportunidad¡±, sino una bendici¨®n: los m¨¦dicos. No en vano, Egipto padece un serio problema de diabetes. Con m¨¢s del 16% de su poblaci¨®n diab¨¦tica, se sit¨²a en las posiciones de cabeza del ranking mundial de pa¨ªses afectados por esta enfermedad, solo por detr¨¢s de alguna peque?a isla, y de las bul¨ªmicas petromonarqu¨ªas del Golfo P¨¦rsico.
Para hacernos una idea de la gravedad de la situaci¨®n, otro pa¨ªs con una conocida adicci¨®n al az¨²car, pero mucho m¨¢s rico, los EE UU, ¡°solo¡± tienen un 10,8% de ciudadanos diab¨¦ticos -aunque no se descarta un fuerte repunte del consumo de chocolate entr el 48% de la poblaci¨®n desde el 9 de noviembre-. M¨¢s all¨¢ de las infusiones, esta estad¨ªstica se explica por la p¨¦sima dieta de muchos egipcios, adictos a los productos de reposter¨ªa procesada que venden los omnipresentes quioscos, junto con patatas fritas, bebidas gaseosas, etc. Es decir, todo aquello que no es saludable, pero eso s¨ª, muy barato.
La escasez de az¨²car es reflejo de algunos de los acuciantes problemas macroecon¨®micos del pa¨ªs. Hasta la semana pasada, el gobierno impon¨ªa restricciones a la compra de divisas a las compa?¨ªas, lo que dificultaba las importaciones de cualquier producto. Por otro lado, la producci¨®n propia, que satisface un 66% del mercado interior, parec¨ªa haberse esfumado. El Gobierno siempre ha controlado el precio del az¨²car subsidiado, pero desde el pasado verano decidi¨® tambi¨¦n monopolizar su distribuci¨®n a trav¨¦s de un nuevo sistema que ha resultado ser un desastre. Una vez m¨¢s, la administraci¨®n egipcia ha dado una nuestra de su ineficacia.
Despu¨¦s de alguna medida populista, como incautar 2.000 toneladas de az¨²car de una de las m¨¢s famosas empresas alimentarias, productora de unos c¨¦lebres pastelitos, el Ejecutivo de al Sisi acab¨® por ceder, y aument¨® el precio del az¨²car subsidiado un 40%, de 5 a 7 libras. En los ¨²ltimos d¨ªas, tambi¨¦n ha aumentado el precio de los combustibles hasta un 50%, y antes, el de la electricidad, el tabaco ¡ As¨ª las cosas, ?se rascar¨¢n los cairotas los bolsillos para seguir endulzando sus vidas a base de una cucharada tras otra?
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