La trumpman¨ªa une a Macri y Kirchner
Ambos se odian pero, por necesidad o convicci¨®n, miran a Trump con un dejo de cari?o
Un empresario de derecha, multimillonario, habitu¨¦ de las fiestas de la jet set, con una mujer joven y hermosa, ajeno a los partidos tradicionales, decidi¨® hace unos a?os dedicarse a la pol¨ªtica. Era un capricho un tanto ex¨®tico y casi nadie cre¨ªa, pese a las m¨²ltiples advertencias que ahora se descubren, que pod¨ªa llegar a la Presidencia. Pero lo logr¨®. En el camino dej¨® atr¨¢s a un Gobierno con ret¨®rica progresista, al que acus¨® de gastar demasiado y de ser el m¨¢s corrupto de la historia. La angustia que su triunfo produjo se expres¨®, como si fuera una catarsis, en manifestaciones contra ¨¦l en las calles de su pa¨ªs. Muchos lo odiaban, le desconfiaban, pero eso era compensado con creces por la esperanza de que el magnate terminara con algo que, por la raz¨®n que fuere, ya les resultaba insoportable.
Esa descripci¨®n corresponde exactamente a procesos pol¨ªticos que ocurrieron en dos pa¨ªses muy diferentes: los Estados Unidos de Norteam¨¦rica y la Argentina. Trump y Macri, los ganadores de esas contiendas, no solo comparten esos rasgos sino que adem¨¢s, en los a?os noventa intentaron hacer negocios juntos en Nueva York, compartieron partidos de golf, y Trump visit¨® varias veces a los Macri en sus residencias. ¡°Me encanta Buenos Aires, es una hermosa ciudad. Conozco a grandes hombres de negocios en la regi¨®n, como Macri. Es un buen tipo¡±, cont¨® Trump en 2012 a La Naci¨®n.
En un pa¨ªs de reacciones l¨®gicas, esa situaci¨®n podr¨ªa haber generado alegr¨ªa por el triunfo de Trump en la gente de Macri y rechazo entre los seguidores de Cristina Kirchner.
Macri y Kirchner parecen haber descubierto un ¨²nico y exclusivo punto en com¨²n
Pero las cosas fueron exactamente al rev¨¦s.
Macri qued¨® en falta porque, en los meses anteriores a la elecci¨®n, se hab¨ªa pronunciado a favor de un triunfo dem¨®crata. Incluso, en una entrevista, hab¨ªa calificado a Trump como ¡°un chiflado¡±, un desequilibrado, un loco. Mientras, Cristina Kirchner y los suyos celebraron casi como propio el triunfo de Trump. Kirchner sostuvo que ¡°lo maravilloso de esta elecci¨®n¡± es que el ¡°pueblo norteamericano¡± est¨¢ buscando opciones frente al ¡°neoliberalismo¡± y vota a alguien que propone pol¨ªticas proteccionistas como las que ella defiende para la Argentina. Algunos de los dirigentes que la siguen desde hace a?os calificaron a Trump como ¡°un candidato antiestablishment¡±, el ¡°l¨ªder del kirchnerismo en EE UU¡±, o el futuro Per¨®n norteamericano.
Alguien podr¨ªa pensar que los pol¨ªticos argentinos se han vuelto ¡°chiflados¡±. No ser¨ªa descabellado. Pero las reacciones obedecen a cierta l¨®gica. En el caso de Macri, es un cl¨¢sico: cuando el pa¨ªs entra en crisis, sus l¨ªderes sobreact¨²an su desesperaci¨®n por gozar de los favores norteamericanos. Cuando Macri lleg¨® al poder, Barack Obama lo visit¨® en Buenos Aires. Y el presidente argentino retribuy¨® la distinci¨®n pronunci¨¢ndose innecesariamente a favor de la candidatura de Hillary Clinton. Ahora, coherente con la misma necesidad de congraciarse, se apresur¨® en reconstruir la relaci¨®n con Trump. No le ser¨¢ dif¨ªcil: tienen una historia en com¨²n. Ya hablaron por tel¨¦fono y se prometieron el oro y el moro.
Lo de Kirchner es m¨¢s complejo. Kirchner pertenece a un sector del peronismo que tiene una hist¨®rica resistencia a la dirigencia dominante del mundo occidental, y suele celebrar sus derrotas como si fueran victorias propias. En los setenta, ese sector fue tercermundista. En los cuarenta, defendi¨® posiciones neutralistas durante la Segunda Guerra Mundial. Y durante su Gobierno, Kirchner hac¨ªa saber que se sent¨ªa m¨¢s c¨®moda con Gadafi o Mubarak que con Obama o Merkel. Es dif¨ªcil entender c¨®mo llega a la conclusi¨®n de que Trump ser¨¢ beneficioso para la econom¨ªa norteamericana o para los pobres del mundo, y mucho m¨¢s la minimizaci¨®n que hace de la xenofobia, el racismo, la defensa de la tortura, esos rasgos tan distintivos de Trump. Pero parece que, en principio, los sacrifica en el altar de un supuesto proteccionismo.
En cualquier caso, Mauricio y Cristina, Macri y Kirchner, que se odian profundamente, parecen haber descubierto un ¨²nico y exclusivo punto en com¨²n. En un caso por necesidad y en el otro por convicci¨®n, ambos miran a Trump con un dejo de cari?o.
Era hora de que alguien llegara para unir a esta Tierra de Locos.
Aunque lleve ese horrible peinado.
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