Un torpedo nocturno
La borrachera en los cuarteles dem¨®cratas impidi¨® evaluar el riesgo ante un enemigo cruel
Nadie lo vio venir cuando la fiesta a bordo alcanzaba su m¨¢ximo nivel de euforia. La Luna rielaba sobre las aguas pac¨ªficas del Atl¨¢ntico del norte e invitaba a los pasajeros de estribor a salir a cubierta para tomar fotograf¨ªas inolvidables. Al ser ¨¦poca de guerra se impon¨ªa la adopci¨®n de medidas precautorias elementales para evitar un tr¨¢gico desenlace a mitad del oc¨¦ano; sin embargo, la m¨²sica interpretada por una orquesta en el espl¨¦ndido sal¨®n de baile, los choques constantes de las copas de cristal, el intercambio de efusivos abrazos, la celebraci¨®n sonora de an¨¦cdotas contadas entre viejos amigos y la contagiosa hilaridad de los viajeros indicaban la ausencia del menor peligro.
El desastre se produjo cuando ni siquiera la tripulaci¨®n encargada de administrar el rumbo, ubicada estrat¨¦gicamente en el puente de mando, se percat¨® de la presencia de una larga l¨ªnea blanca submarina orientada a gran velocidad en direcci¨®n de la sala de m¨¢quinas del crucero lleno de turistas millonarios. El espantoso estallido los tom¨® a todos por sorpresa. El recurso oportuno de las lanchas de salvamento impidi¨® que la tragedia alcanzara proporciones de desastre ante la irreparable p¨¦rdida de vidas humanas. ?Qu¨¦ sucedi¨®? ?A qui¨¦n culpar? ?El vig¨ªa y el capit¨¢n se hab¨ªan ido a dormir olvidando sus responsabilidades m¨¢s rudimentarias? ?Por qu¨¦ nadie dio la voz de alarma como si no existiera peligro en una coyuntura tan complicada? ?S¨ª¡? Pues eso mismo ocurri¨® en las ¨²ltimas elecciones presidenciales en la Uni¨®n Americana: la borrachera en los cuarteles dem¨®cratas impidi¨® evaluar con sensatez los riesgos ante un enemigo altanero, violento, cruel, ignorante, degenerado, racista, xen¨®fobo, vulgar, mis¨®gino, incapaz de derrotar en las urnas a una candidata experimentada, bien preparada, de gran trayectoria pol¨ªtica, supuestamente conocedora de la realidad dom¨¦stica y experta en las relaciones internacionales, adem¨¢s, y por si fuera poco, esposa de uno de los presidentes m¨¢s populares en la historia de los Estados Unidos.
La inmensa mayor¨ªa daba por descontado el resultado: Hillary ganar¨ªa por una inmensa diferencia
?C¨®mo explicar el fracaso? De la misma manera que nadie vio venir el torpedo en medio de la noche, en el caso que me ocupa, solo unos cuantos asesores ignorados, ciertos periodistas experimentados, pero calificados de alarmistas, algunos comentaristas y analistas pol¨ªticos y tal vez un par de encuestadores, predijeron la cat¨¢strofe clintoniana. La inmensa mayor¨ªa daba por descontado el resultado: Hillary ganar¨ªa por una inmensa diferencia. Ni los conspicuos apostadores de las Vegas acertaron en sus pron¨®sticos. Los analistas se equivocaron de punta y repitieron lo que, seg¨²n ellos, quer¨ªan saber los lectores y su p¨²blico, sin ir a fondo en el estudio de los datos reflejados, por ejemplo, en las redes sociales, que arrojaban datos favorables al opositor absolutamente despreciable, la verg¨¹enza pol¨ªtica de la Uni¨®n Americana.
?En el Brexit?se confiaron, al igual que en el referendo colombiano? La confianza mata al hombre. ?La verdad estaba escondida y resultaba imposible dar con ella? ?Exceso de confianza en el medio period¨ªstico, entre los encuestadores y en los consejeros de Hillary? ?La insolencia de la sabidur¨ªa, los iluminados y eruditos, otro tipo de arrogancia intelectual diferente a la Trump, todos finalmente subestimaron al adversario? ?Nadie tuvo una lectura distinta de los acontecimientos? ?A qui¨¦n creerle en el futuro ante semejante desprestigio de los profesionales a quienes se les empa?¨® de golpe la bola de cristal? ?Qu¨¦ experiencia tan aleccionadora! Las sociedades tambi¨¦n se equivocaron o se negaron a contemplar valientemente la realidad y escondieron la cabeza en un agujero al estilo de los avestruces¡
?D¨®nde qued¨® el pudor de quienes tranquilizaban a sus audiencias aduciendo la imposibilidad que el monstruo llegara al m¨¢ximo poder mundial? Arg¨¹ir en esta instancia mi inocencia constituir¨ªa una falta adicional de respeto a mis dos lectores. S¨ª, yo jur¨¦ por los cuatro clavos de Cristo, por los cuernos de luz de Mois¨¦s y por el tridente de Neptuno, que Trump jam¨¢s llegar¨ªa a la Casa Blanca. Me equivoqu¨¦, s¨ª, y no me consuela que hayamos sido cientos de millones los equivocados quienes brind¨¢bamos euf¨®ricos en la noche mientras se acercaba el torpedo nocturno¡ Ahora me corresponde la dif¨ªcil tarea de reparar el da?o. ?C¨®mo¡? Esa es la empresa fara¨®nica que debo abrazar en esta dif¨ªcil hora mundial¡
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