?C¨®mo (no) lidiar con el populismo?
Los populistas proponen agendas espec¨ªficas que guardan relaci¨®n con preocupaciones de los votantes
Si bien es cierto que la noci¨®n de populismo ha venido ganando terreno en los ¨²ltimos a?os, el as¨ª llamado Brexit y el reciente triunfo de Donald Trump han llevado a que esta palabra se torne clave para comprender el mundo actual. Pero hay que tener cuidado con su uso. M¨¢s all¨¢ del relativo consenso en torno a que el populismo es peligroso para la democracia, existe un amplio debate sobre este concepto y ¨²ltimamente ha venido proliferando el n¨²mero de ¡®expertos¡¯ que ponen escasa atenci¨®n al saber acumulado en torno a este fen¨®meno.
De hecho, al interior del mundo acad¨¦mico ha venido cobrando fuerza la definici¨®n del populismo como una ideolog¨ªa o discurso pol¨ªtico que se caracteriza no solo por plantear que la sociedad est¨¢ escindida entre una elite corrupta y un pueblo soberano, sino que tambi¨¦n por defender que la voluntad popular debe ser respetada a como d¨¦ lugar.
Sin embargo, gran parte del problema en torno al debate sobre el populismo tiene menos que ver con c¨®mo definirlo y mucho m¨¢s con la pregunta respecto a c¨®mo lidiar con este fen¨®meno. Producto de su lenguaje moral y polarizador, no es raro que las reacciones al populismo sean bastante extremas y lleven incluso a plantear que quienes adhieren a este discurso son seres est¨²pidos.
Visto as¨ª, los seguidores del populismo son ciudadanos intelectualmente inferiores y por lo mismo no estar¨ªan capacitados para participar en el proceso democr¨¢tico. Por ejemplo, en una reciente columna publicada en este diario, el c¨¦lebre periodista John Carlin plantea que ¡°quiz¨¢s lo que motive en el fondo a los analfabetos pol¨ªticos que hoy votan por Trump sea la noci¨®n de que, si ¨¦l puede llegar a la Casa Blanca, cualquiera de ellos podr¨ªa hacerlo tambi¨¦n¡±. Por cierto que uno puede discrepar de quienes votan por proyectos populistas, pero tratarlos de analfabetos no es una muestra de respeto por quienes opinan de una manera diferente a la nuestra. Este tipo de reacciones equivale a combatir el fuego con fuego y terminan por reforzar el discurso populista. Mal que mal, quienes apoyan al populismo podr¨¢n decir ¨C no sin un grado de raz¨®n ¨C que sus opositores los desprecian a tal punto que quieren prohibirles sus derechos.
El problema de fondo es que la irrupci¨®n del populismo trae consigo un viejo dilema para la democracia: ?cu¨¢nto tolerar a los intolerantes?
El problema de fondo es que la irrupci¨®n del populismo trae consigo un viejo dilema para la democracia: ?cu¨¢nto tolerar a los intolerantes? Debido a su visi¨®n rom¨¢ntica y simplista de lo que supuestamente es la voluntad popular, el populismo tiene g¨¦rmenes de intolerancia que deben ser contrarrestados porque de lo contrario las minor¨ªas y las instituciones de la democracia liberal corren serio riesgo. Quien tenga dudas al respecto lo invito a viajar a Caracas y observar el estado actual del r¨¦gimen pol¨ªtico venezolano.
Al mismo tiempo, cabe recordar que Donald Trump indic¨® que en caso de perder no estaba seguro si reconocer¨ªa los resultados de las elecciones. Siguiendo al pie de la letra la argumentaci¨®n populista, Trump plante¨® que una potencial derrota se deber¨ªa a la existencia de una conspiraci¨®n en su contra por parte del establishment para impedir que el pueblo se exprese y autogobierne.
No obstante, un ataque radical y descalificatorio en contra del populismo puede llevar a que quienes defienden la tolerancia utilicen mecanismos excesivamente represivos en contra de los intolerantes y pongan as¨ª en juego el sistema democr¨¢tico. Por ejemplo, prohibir la existencia de fuerzas populistas probablemente generar¨ªa m¨¢s perjuicios que beneficios para el sistema democr¨¢tico. Tomar una postura extremadamente militante en contra del populismo es un arma de doble filo.
Tildar a quienes simpatizan con proyectos populistas como masas irracionales sin capacidad de comprender el mundo ¡®real¡¯ equivale a tratar de apagar un incendio con gasolina. De hecho, las met¨¢foras m¨¦dicas que catalogan al populismo como un c¨¢ncer que debe ser extirpado no hacen m¨¢s que reforzar la l¨®gica moral y maniquea que es inherente al lenguaje populista. Para parafrasear a Gandhi, operar bajo la l¨®gica de ojo por ojo implica que todos acaban ciegos.
El ¨¦xito electoral de los proyectos populistas se debe tanto a su ataque contra la elite y la promesa de redimir al pueblo, como a su capacidad para politizar temas que son relevantes para ciertos segmentos del electorado. En otras palabras, es un error reducir el triunfo de Trump en Estados Unidos o el apoyo electoral a Podemos en Espa?a s¨®lo a su capacidad de construir una ret¨®rica populista. El apoyo a proyectos populistas est¨¢ fuertemente ligado a las ofertas program¨¢ticas que elaboran, las cuales proponen agendas espec¨ªficas que guardan relaci¨®n con preocupaciones de los votantes que usualmente han sido obviadas o renegadas por los partidos pol¨ªticos establecidos.
La soluci¨®n pasa entonces por analizar en detalle los temas que est¨¢n siendo politizados por el populismo y proponer as¨ª soluciones a problemas que muchas veces no son vistos como tales por las elites en el poder. Si bien es cierto que muchos de estos problemas pueden parecer exagerados o insensatos, el desaf¨ªo para el establishment consiste justamente en abordarlos de una manera razonable. Esto pasa por escuchar menos a las soluciones milagrosas que profesan los tecn¨®cratas en base a su conocimiento del mundo ¡®objetivo¡¯ y poner m¨¢s atenci¨®n en el mundo ¡®subjetivo¡¯ de los votantes. De lo contrario, el populismo seguir¨¢ ganando terreno y m¨¢s relevante se tornar¨¢ la pregunta respecto a c¨®mo lidiar con el desaf¨ªo populista.
Crist¨®bal Rovira Kaltwasser es profesor de la Universidad Diego Portales
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