Muere Fidel Castro, el ¨²ltimo revolucionario
Durante 47 a?os ejerci¨® el mando absoluto en Cuba
L¨ªder autoritario sin m¨¢s para media humanidad, leyenda revolucionaria y azote del imperialismo yanqui para los m¨¢s despose¨ªdos y la izquierda militante, Fidel Castro era el ¨²ltimo superviviente de la Guerra Fr¨ªa y seguramente el actor pol¨ªtico del siglo XX que m¨¢s titulares acapar¨® a lo largo de sus 47 a?os de mando absoluto en Cuba.
Estren¨® su poder caudillista el 1 de enero de 1959 tras derrocar a tiro limpio al r¨¦gimen de Batista. Ni siquiera en el ocaso de su existencia, despu¨¦s de que una enfermedad lo apart¨® del Gobierno en 2006, desapareci¨® su influencia en una isla que siempre se le qued¨® peque?a, pues Castro la conceb¨ªa como una pieza de ajedrez en la gran partida de la revoluci¨®n universal, su verdadero objetivo en la vida.
Castro ten¨ªa 90 a?os al fallecer. Su hermano, el presidente Ra¨²l Castro, anunci¨® su muerte en un mensaje de televisi¨®n. "Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra Am¨¦rica y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las diez y 29 horas de la noche falleci¨® el comandante en jefe de la Revoluci¨®n Cubana Fidel Castro Ruz", ha dicho emocionado el mandatario. ¡°En cumplimiento de la voluntad expresa del compa?ero Fidel, sus restos ser¨¢n cremados en las primeras horas de ma?ana s¨¢bado 26. [¡] ?Hasta la victoria! ?Siempre!¡±.
Pero tras incontables muertes period¨ªsticas anunciadas desde Miami, adem¨¢s de 650 intentos frustrados de atentado, incluidos planes de la CIA con batidos de chocolate con cianuro y trajes de bucear rociados con bacterias asesinas, puede decirse que el fallecimiento real del l¨ªder cubano ya casi ni es noticia.
La biograf¨ªa de Fidel Alejandro Castro Ruz comienza el 13 de agosto de 1926 en el peque?o poblado de Bir¨¢n, cerca de Holgu¨ªn, antigua provincia cubana de Oriente. Fue el tercero de los siete hijos tenidos fuera del matrimonio por ?ngel Castro, un rudo hacendado gallego llegado a Cuba como soldado de reemplazo al final de la guerra de independencia, y la cubana Lina Ruz.
Hasta que ?ngel se divorci¨® de su primera esposa y se cas¨® con Lina, a principios de los a?os cuarenta, no dio a los ni?os el apellido, raz¨®n por la cual hasta bien entrada la adolescencia Fidel carg¨® con el estigma de ser hijo bastardo. Desde luego, ello no impidi¨® que pronto destacara como un estudiante brillante en los internados de jesuitas por donde pas¨®, primero en Santiago de Cuba y luego en La Habana, formaci¨®n que se incrust¨® en el n¨²cleo duro de su car¨¢cter.
En 1945 entr¨® a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, donde el ambiente de efervescencia pol¨ªtica y pistolones le llevaron a sumarse a rocambolescas aventuras revolucionarias como el intento de expedici¨®n armada para derrocar al dictador dominicano Rafael Le¨®nidas Trujillo, en 1947. Un a?o despu¨¦s, siendo ya un prominente l¨ªder estudiantil, particip¨® en la revuelta del Bogotazo tras el asesinato del l¨ªder liberal colombiano Jorge Eliezer Gait¨¢n ¡ªfue su primera experiencia de insurrecci¨®n popular¡ª, y ese mismo a?o de 1948 contrajo matrimonio con Mirta D¨ªaz-Balart, una atractiva estudiante de Filosof¨ªa perteneciente a una familia adinerada, con la que tuvo su primer hijo, Fidelito.
Seg¨²n el periodista norteamericano Tad Szulc, autor de una rigurosa biograf¨ªa sobre Castro, desde su juventud Fidel crey¨® que hab¨ªa ¡°l¨ªderes destinados a desempe?ar papeles cruciales en la vida de los hombres, y que ¨¦l era uno de ellos¡±. Esa convicci¨®n, unida a su intuici¨®n pol¨ªtica y gran poder de convencimiento, as¨ª como a su temeridad y capacidad de ¡°convertir los reveses en victorias¡±, le hicieron destacar en un momento muy especial de la historia de Cuba, cuando la corrupci¨®n general y el descr¨¦dito del Gobierno de Carlos Pr¨ªo Socarr¨¢s eran terreno f¨¦rtil para la lucha pol¨ªtica.
Entrada en pol¨ªtica
Tras graduarse de abogado en 1950 y abrir un peque?o bufete, entr¨® en pol¨ªtica con el Partido Ortodoxo, que lo design¨® candidato al Congreso en las elecciones que deb¨ªan realizarse en junio de 1952. Sin embargo, el 10 de marzo de ese a?o la historia de Fidel Castro y la de Cuba cambiaron para siempre con el golpe de Estado que encabez¨® el sargento Fulgencio Batista.
Rotas sus relaciones con la ortodoxia por considerar d¨¦bil su reacci¨®n al golpe, Castro concibi¨® una acci¨®n armada que deb¨ªa provocar una insurrecci¨®n popular: fue el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. La operaci¨®n acab¨® en fracaso y se sald¨® con la muerte de 67 de los 135 integrantes del comando revolucionario, la mayor¨ªa asesinados despu¨¦s de los combates. Los rebeldes fueron juzgados en un proceso muy sonado en el que Castro asumi¨® su propia defensa, el c¨¦lebre alegato conocido como La historia me absolver¨¢, donde expuso su programa pol¨ªtico y revolucionario que inclu¨ªa entre sus demandas la restauraci¨®n de la constituci¨®n de 1940.
Fidel fue condenado a 15 a?os de prisi¨®n y su hermano Ra¨²l a 13, pero los moncadistas fueron amnistiados en 1955 y Castro parti¨® hacia el exilio. En M¨¦xico, donde conoci¨® al Che Guevara, prepar¨® el desembarco del yate Granma, que se produjo el 2 de diciembre de 1956 en la playa de las Coloradas, en la costa oriental de Cuba, acci¨®n que marc¨® el inicio de dos a?os de lucha guerrillera en la Sierra Maestra y que finalmente condujo a la derrota del Ej¨¦rcito de Batista y la huida del dictador en la madrugada del 1 de enero de 1959.
Ning¨²n historiador puede asegurar que Castro era marxista cuando peleaba en las monta?as de Sierra Maestra. No hay un solo documento que lo pruebe. Sin embargo, s¨ª lo hay de que su enfrentamiento con Estados Unidos viene de temprano. En la carta que envi¨® el 5 de junio de 1958 a su colaboradora Celia S¨¢nchez, despu¨¦s de que aviones de Batista bombardearan con proyectiles norteamericanos el boh¨ªo de un campesino, le dice: ¡°Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que est¨¢n haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezar¨¢ para m¨ª una guerra mucho m¨¢s larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta de que ese va a ser mi destino verdadero¡±. Para muchos analistas esta famosa carta es clave para comprender la psicolog¨ªa y el modo de actuar de Castro.
Fidel baj¨® de la monta?a envuelto en la bandera de Jos¨¦ Mart¨ª y convertido en un ¨ªdolo popular que encarnaba los valores de la justicia social en una naci¨®n empobrecida por la dictadura. Los intelectuales de todo el mundo, con Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir a la cabeza, saludaron su victoria y aquella magia dur¨® algunos a?os pese a que la revoluci¨®n se radicaliz¨® pronto.
Un l¨ªder revolucionario
En aquel momento Castro gozaba de un inmenso apoyo popular y su imagen era la de un genuino l¨ªder revolucionario: joven, atrevido y lleno de frescura, nada que ver con los grises dirigentes de los pa¨ªses comunistas de Europa del Este, instalados en el poder por obra y gracia de los tanques sovi¨¦ticos y por ello simples marionetas del Kremlin.
Castro baj¨® de Sierra Maestra convertido en un ¨ªdolo popular
En fecha tan temprana como el 17 de mayo de 1959, Castro puso en marcha la primera ley de reforma agraria, que supuso la expropiaci¨®n de los grandes latifundios azucareros, muchos de ellos norteamericanos, a lo que siguieron una serie de medidas de corte social.
Los colegios religiosos fueron nacionalizados, se hizo una campa?a nacional contra el analfabetismo y tanto la educaci¨®n como la salud pasaron a ser universales y gratuitas. Ya en junio Castro abandon¨® la promesa de celebrar elecciones libres en 18 meses (¡°primero la revoluci¨®n, luego las elecciones¡±, dijo) y emprendi¨® un dr¨¢stico reordenamiento de las instituciones, mientras los fusilamientos de los primeros tiempos de la revoluci¨®n eran criticados en el exterior.
Los desencuentros iniciales con EE UU se convirtieron enseguida en agrias tensiones y muy pronto la espiral de medidas y contramedidas se hizo indetenible. Washington adopt¨® las primeras restricciones del embargo econ¨®mico y en mayo de 1960 Castro reanud¨® las relaciones diplom¨¢ticas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, interrumpidas por Batista en 1952.
Entre 1975 y 1989, mand¨® 300.000 soldados cubanos a la guerra de Angola
No hay consenso sobre si fue el l¨ªder de la revoluci¨®n con su apuesta por la v¨ªa socialista quien arrastr¨® a EE UU al enfrentamiento, o si fue la Casa Blanca con su intolerancia a las medidas revolucionarias la responsable de que Castro se arrojase a los brazos protectores de Mosc¨² y una ideolog¨ªa que no era bandera original de la revoluci¨®n. De cualquier modo, desde el principio el diferendo con EE UU se instal¨® en el centro de la pol¨ªtica nacional, y si bien es cierto que esta circunstancia condicion¨® un Gobierno cubano con s¨ªndrome de plaza sitiada, tambi¨¦n lo es que sirvi¨® a Castro de justificaci¨®n para todo.
Durante medio siglo Fidel gobern¨® la isla a golpe de discursos y utiliz¨® masivamente la televisi¨®n para lograr el respaldo popular, un tesoro pol¨ªtico que administr¨® con la misma habilidad con que se deshizo de sus enemigos en el momento m¨¢s conveniente y con que se sirvi¨® de sus aliados para montar un sistema pol¨ªtico a su medida, en el que el Ej¨¦rcito y el Partido Comunista fueron los pilares de su poder.
Uno de sus buenos amigos, el premio nobel colombiano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, escribi¨® de ¨¦l una vez que ¡°su devoci¨®n por la palabra¡± era ¡°casi m¨¢gica¡±. ¡°Tres horas son para ¨¦l un buen promedio de una conversaci¨®n ordinaria. Y de tres horas en tres horas, los d¨ªas se le pasan como soplos¡±, se?al¨® Gabo. La aparente desmesura de la descripci¨®n no es tal, ni mucho menos. Cualquier pol¨ªtico extranjero que lo haya tratado puede atestiguarlo, y no digamos los millones cubanos de cualquier edad que han debido dedicar miles o decenas de miles de horas de su vida a escuchar las alocuciones y arengas del comandante.
Fue protagonista de la crisis de los misiles, junto a Kennedy y Jruschov
Siempre al frente de Cuba y arropado por un grupo de hist¨®ricos de confianza, durante medio siglo fue protagonista de todos los grandes acontecimientos del pa¨ªs y de no pocos hechos con repercusi¨®n internacional. En la primavera de 1961, Fidel en persona dirigi¨® las operaciones militares para derrotar la invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos, una aventura organizada y financiada por la CIA en tiempos de Eisenhower y heredada por John Kennedy, que el l¨ªder comunista aprovech¨® para hacer lo que hasta ese momento no se hab¨ªa atrevido: declarar el car¨¢cter socialista de la revoluci¨®n y unir todav¨ªa m¨¢s a los cubanos en torno a su figura.
Un a?o m¨¢s tarde, con solo 36 a?os de edad, Castro fue protagonista principal de la crisis de los misiles, cuando en nombre de la hermandad socialista Cuba se convirti¨® en un sembrado de cohetes sovi¨¦ticos y el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.
De un modo u otro, sus manos y su cabeza estuvieron en todo: el apoyo de las guerrillas y movimientos insurgentes en ?frica y Am¨¦rica Latina; la aventura fracasada del Che Guevara en Bolivia, que fue precedida por la incursi¨®n del revolucionario cubano-argentino en el Congo; la zafra azucarera de los 10 millones, en los a?os setenta, una m¨¢s de sus estrategias econ¨®micas voluntaristas dise?ada para ser la salvaci¨®n productiva del pa¨ªs y cuyo fracaso estrepitoso le oblig¨® a entregarse definitivamente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Tambi¨¦n Fidel Castro fue responsable ¨²ltimo de la llegada del quinquenio gris a la cultura cubana y la introducci¨®n de un sinn¨²mero de instituciones acartonadas calcadas de la URSS; del ¨¦xodo del Mariel, que lanz¨® al exilio a 125.000 cubanos en unos pocos meses de 1980, una huida vergonzante que escandaliz¨® al mundo y dividi¨® a¨²n m¨¢s a las familias cubanas; el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y de otros altos oficiales de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior acusados de narcotr¨¢fico, la fractura interna m¨¢s grave ocurrida hasta entonces dentro de la revoluci¨®n.
Otros hitos fueron la guerra de Angola, por donde pasaron m¨¢s de 300.000 soldados cubanos en 15 a?os; el triunfo de la revoluci¨®n sandinista en 1979, apadrinada por el l¨ªder cubano en los campos de entrenamiento cubanos y en las casas de protocolo de La Habana; el derribo de dos avionetas de la organizaci¨®n anticastrista Hermanos al Rescate; la crisis de los balseros o la resistencia legendaria del comandante a la pol¨ªtica de embargo econ¨®mico estadounidense, una justificaci¨®n perfecta para casi todo.
En los a?os noventa, a la debacle provocada por la desaparici¨®n del campo socialista el l¨ªder comunista sobrevivi¨® enroc¨¢ndose numantinamente, fue cuando proclam¨® su consigna de ¡°Socialismo o muerte¡±. Obligado en los a?os noventa a iniciar una t¨ªmida reforma econ¨®mica que implic¨® la legalizaci¨®n del d¨®lar y la apertura de ciertos espacios a la iniciativa privada, Castro se dio cuenta de inmediato de que lo que por un lado era la salvaci¨®n del r¨¦gimen por otro carcom¨ªa la viga maestra de la revoluci¨®n. El d¨®lar rompi¨® el pa¨ªs en dos y marc¨® un antes y un despu¨¦s en la Cuba de Fidel Castro, que desde 1959 hab¨ªa tenido el igualitarismo como su piedra filosofal.
Entre 1989 y 1993 el mundo se vino abajo para el socialismo cubano. La isla perdi¨® de un plumazo el 90% de sus suministros y el 35% de su Producto Interno Bruto, y aunque el pragmatismo de Castro le llev¨® a aceptar una serie de reformas, en el fondo las aborrec¨ªa y ocurri¨® lo que suele pasar cuando alguien hace algo que no desea. Solo as¨ª se explican las contradicciones delirantes de algunas de las medidas que se adoptaron entonces para oxigenar la econom¨ªa, como la autorizaci¨®n del trabajo por cuenta propia.
Partiendo de la base de que para Fidel Castro el dinero era pecado y que, seg¨²n su teor¨ªa, quien lo gana en abundancia obtiene unos m¨¢rgenes de independencia nada conveniente para el sistema, la lista de profesiones autorizadas para ejercer el trabajo aut¨®nomo era de espanto: "forrador de botones", "limpiador de buj¨ªas", "elaborador de natillas de vainilla" (si eran de chocolate ya era delito), "carretonero" o "aguador", entre otros oficios m¨¢s propios del siglo XIX. En el caso de los graduados universitarios, la norma que se adopt¨® tambi¨¦n ten¨ªa una l¨®gica singular: solo pod¨ªan ejercer el cuentapropismo si se empleaban en una especialidad distinta de la que se formaron.
Pese a todas las restricciones, la iniciativa privada fue abri¨¦ndose espacio y el n¨²mero de trabajadores por cuenta propia creci¨® sin pausa, hasta que superado lo peor de la crisis Castro dio un pu?etazo sobre la mesa y ¨¦l mismo cercen¨® el proceso de cambios que hab¨ªa respaldado a?os antes. As¨ª, el siglo XXI entr¨® en Cuba unido al regreso al m¨¢s estricto centralismo estatal en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico.
Ya en 2003, no le tembl¨® el pulso para enviar a la c¨¢rcel a 75 disidentes con sanciones de entre seis y 28 a?os de c¨¢rcel pese a la un¨¢nime condena internacional, mientras la llegada al poder de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela fue para ¨¦l un bal¨®n de ox¨ªgeno ¡ªel intercambio de petr¨®leo por servicios de salud fue el pilar de las cuentas cubanas en la pasada d¨¦cada¡ª adem¨¢s de un reverdecer de sus viejos sue?os de extender la revoluci¨®n por el continente. La temprana muerte del l¨ªder bolivariano fue para ¨¦l y para su hermano Ra¨²l Castro un duro golpe.
Tras la grave enfermedad intestinal que casi le cuesta la vida y le sac¨® del ejercicio del poder el 31 de julio de 2006, Ra¨²l Castro se hizo cargo de la presidencia del Gobierno y luego del liderazgo del Partido Comunista. Se inici¨® entonces un proceso de reformas aperturistas muy controlado, as¨ª como un desmontaje silencioso del sistema paternalista y de gratuidades sociales creado por Fidel. Desde entonces el l¨ªder comunista se mantuvo en un segundo plano, escribiendo art¨ªculos sobre diversos temas y clamando contra EE UU y el capitalismo desde su retiro.
En enero de 2015, el Gobierno cubano public¨® una carta de Fidel Castro en la que, sin demostrar entusiasmo, este respaldaba el deshielo con EE UU emprendido por su hermano Ra¨²l y anunciado en diciembre de 2014, pero alertando sobre hipot¨¦ticas deslealtades de Washington durante el proceso hacia la normalizaci¨®n de relaciones diplom¨¢ticas. ¡°No conf¨ªo en la pol¨ªtica de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una soluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos o peligros de guerra¡±, se?alaba en un escrito calculadamente ambiguo, dirigido a una federaci¨®n estudiantil, que difundi¨® el diario Granma, ¨®rgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Dictador calavera para muchos, ¨²ltimo revolucionario del siglo XX para sus admiradores en el Tercer Mundo, desde hac¨ªa tiempo Castro no participaba en las decisiones de gobierno, aunque por su car¨¢cter de s¨ªmbolo hasta el ¨²ltimo hilo de vida influy¨® en el rumbo pol¨ªtico del r¨¦gimen cubano y marc¨® la l¨ªnea roja que no deb¨ªa cruzarse. Ahora ya no existe. Y esta vez s¨ª es de verdad.
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