?xtasis en la Peque?a Habana por la muerte de Fidel
Miami se convierte en el epicentro del desahogo del anticastrismo tras la desaparici¨®n del eterno rival
Despu¨¦s de d¨¦cadas ansiando la noticia, la muerte del enemigo de toda una vida, el n¨²cleo duro del exilio anticastrista se ha echado a la calle este viernes en Miami para celebrar el fallecimiento de?Fidel Castro con el estruendo de un carnaval.
La Peque?a Habana, feudo hist¨®rico de los opositores a la Revoluci¨®n, se llen¨® de gente festejando el acontecimiento. Todos agolpados con banderas de Cuba, cacerolas y tambores, gritando su satisfacci¨®n, ¡°?Viva Cuba libre!¡±, ¡°?Viva Cuba libre!¡±, ¡°?Viva Cuba libre!¡±, junto al Versailles, autodenominado "el restaurante cubano m¨¢s famoso del mundo". En la puerta del local, uno de sus empleados sonre¨ªa y dec¨ªa: ¡°Siempre estuvimos esperando a que se muriese y peri¨®dicamente llegaba la noticia, mont¨¢bamos el show y luego nos enter¨¢bamos de que no hab¨ªa muerto. Pues ahora s¨ª. Se muri¨® la estrella. Termin¨® el show¡±. El trabajador del Versailles prefiri¨® no identificarse: ¡°Todav¨ªa tengo familia all¨¢. Cuando Cuba sea un pa¨ªs normal, vuelve para ac¨¢ y te doy mi nombre¡±.
A?la Calle Ocho, eje del barrio cubano, han llegado los ancianos del primer exilio y las generaciones ya nacidas en Estados Unidos, como Leo Alfonso, de 31 a?os, que se mov¨ªa extasiado por la calle: ¡°Cuba es la gozadera, ahora m¨¢s que nunca. Yo quiero irme a vivir a la tierra de mis padres. Y mis planes de mudanza empiezan hoy mismo, estoy acelerado y pico con la muerte de este se?or¡±.
La polic¨ªa trataba de poner orden para dejar salir coches. Una furgoneta sali¨® del Versailles conducida por un cubanoamericano de los viejos tiempos con una gorra del Ej¨¦rcito de Estados Unidos, fumando en una vieja pipa de madera y dando bocinazos a la gente que no dejaba transitar, con la expresi¨®n hosca.
En la fiesta del anticastrismo hab¨ªa j¨®venes que nunca hab¨ªan estado en Cuba, como Alberto Paradela, de 23 a?os, que describ¨ªan a Castro como ¡°un tirano que uso la isla para su propia ganancia¡±, en un espa?ol algo esforzado pero con una an¨¦cdota que daba cuenta de su linaje cubano: ¡°Yo estudi¨¦ en Miami en el colegio jesuita de Bel¨¦n, el mismo en el que estudi¨® Fidel Castro¡±. ¡°Pero la Cuba que tengo en la cabeza es la que me contaban mis abuelos. Me da l¨¢stima pensar que si voy all¨ª alg¨²n d¨ªa ya no quede nada de las leyendas que me ense?aron¡±.
E igual que los que vivieron el anticastrismo desde la distancia, estaban los que lo ejercieron en Cuba y acabaron y¨¦ndose. Jes¨²s Mustaf¨¢ Felipe, expreso pol¨ªtico en la isla, hablaba a sus 72 a?os con la calma del que ha conocido las situaciones m¨¢s adversas. ¡°Me siento contento, pero la alegr¨ªa es sobre todo por los cubanos. Aunque nada ha cambiado a¨²n¡±. A su lado, otro expreso pol¨ªtico, Antonio D¨ªaz, de 54 a?os, desarrollaba la idea de Felipe: ¡°El futuro de Cuba no nace con una muerte, nacer¨¢ con la vida, nacer¨¢ en el momento en que el pueblo cubano tenga el derecho a participar en unas elecciones libres¡±.
Roselia Cruz, de 75 a?os, miraba al gent¨ªo con una cacerola en la mano y se dec¨ªa ¡°content¨ªsima¡±. ¡°Yo era batistiana y siempre he querido ver el momento en que llegara la muerte de Fidel Castro¡±. Ella arrib¨® a Estados Unidos en 1967. Han pasado 49 a?os desde aquello. Esta noche ya se hab¨ªa metido en cama y dorm¨ªa cuando su nieta entr¨® en la habitaci¨®n. ¡°Me dijo, ¡°?Muri¨® Fidel!¡±, y yo le dije, ¡°T¨² est¨¢s jugando conmigo¡±, pero se tir¨® a la cama dando gritos y yo ya me di cuenta de que era verdad y me levant¨¦ para venir a celebrarlo. No me dio tiempo ni a vestirme. Sal¨ª a la calle con mi cacerola y con todos los vecinos gritando, ¡°?Se muri¨® Fidel!¡±, ¡°?Se muri¨® Fidel!¡±, ¡°?Se muri¨® Fidel Castro!¡±.?
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