Cuba y Venezuela, una relaci¨®n de socialismo y petr¨®leo
La llegada de Hugo Ch¨¢vez al poder fue clave para consolidar la relaci¨®n entre ambos pa¨ªses
Apenas 22 d¨ªas despu¨¦s de su entrada triunfal en La Habana con un s¨¦quito de barbudos, Fidel Castro lleg¨® a Caracas. Era su primer viaje al exterior como jefe del gobierno revolucionario, despu¨¦s de derrocar al r¨¦gimen de Fulgencio Batista. Pero no fue por novato, sino por mostrar un gesto que definiera el estilo rompedor de su liderazgo, que baj¨® la escalerilla del avi¨®n que lo trajo a Venezuela con su fusil al hombro.
Castro escogi¨® visitar Venezuela para agradecer el apoyo recibido desde Caracas durante la ofensiva final de su campa?a guerrillera iniciada en la Sierra Maestra: dinero, armas y otros pertrechos, s¨ª, pero sobre todo respaldo pol¨ªtico. Al comandante le esperaba un ba?o de multitudes en la capital venezolana, donde desde hac¨ªa un a?o gobernaba una Junta C¨ªvico-Militar encabezada por un oficial naval de tendencia progresista, el vicealmirante Wolfgang Larraz¨¢bal.
¡°Hoy lo dir¨ªa todo afirmando que he sentido una emoci¨®n mayor al entrar en Caracas que la que experiment¨¦ al entrar en La Habana¡±, expres¨® para empezar su discurso ante la que, todav¨ªa muchos a?os despu¨¦s, se recordar¨ªa como la mayor concentraci¨®n pol¨ªtica jam¨¢s reunida en la ciudad. Era el 23 de enero de 1959 y se cumpl¨ªa el primer aniversario de la ca¨ªda de la dictadura del general Marcos P¨¦rez Jim¨¦nez. Cien mil personas colmaban la avenida Bol¨ªvar. El n¨²mero principal del acto lo constitu¨ªan las palabras del l¨ªder de la revoluci¨®n cubana, que tantas expectativas generaba por esos d¨ªas. ¡°Prometo a este pueblo bueno y generoso, al que no le he dado nada y del que los cubanos lo hemos recibido todo¡±, anticipaba Castro su internacionalismo militante, que lo llevar¨ªa a respaldar activamente a la propia insurgencia venezolana en un futuro inmediato.
La visita, sin embargo, terminar¨ªa en desastre. Un accidente en la pista de aterrizaje cost¨® la vida a un miembro de la comitiva cubana y, aparte de esa tragedia, Castro se las ver¨ªa con el padre fundador de la socialdemocracia en Venezuela, R¨®mulo Betancourt, quien por la fecha detentaba el t¨ªtulo de presidente electo ganado en las primeras votaciones libres en diez a?os, el 7 de diciembre de 1958. Sobre la entrevista entre Castro y Betancourt se tejen tantas especulaciones como sobre el encuentro entre los libertadores Bol¨ªvar y San Mart¨ªn en Guayaquil en 1822. Se sabe, sin embargo, que Castro, anticipando una ruptura con Estados Unidos, pidi¨® al dirigente venezolano pactar un suministro estable de petr¨®leo en condiciones favorables, a lo que Betancourt se neg¨® con crudeza: si quer¨ªa petr¨®leo, deb¨ªa pagarlo.
Poco tiempo despu¨¦s, Betancourt se convirti¨® en el n¨¦mesis de Castro. El modelo de pacto social y democracia representativa de Venezuela hizo de contraparte en Am¨¦rica Latina para la f¨®rmula cubana de lucha armada y r¨¦gimen ¨²nico de partido. Un sector de la juventud venezolana se fue a combatir el sistema capitalista desde las monta?as, animado primero por el ejemplo castrista y, luego, apoyado e instrumentalizado desde La Habana, con la que el Caracas romper¨ªa relaciones. En medio de esa crisis y a¨²n con su genio estrat¨¦gico, Castro dif¨ªcilmente previ¨® que tendr¨ªa que esperar otros 40 a?os para conseguir su tan deseado grifo petrolero en Venezuela.
Una mezcla de orgullo herido y avidez de petr¨®leo azuz¨® desde entonces a Fidel Castro para ponerle las manos encima a Venezuela. Supo, en todo caso, adaptar esos apetitos geoestrat¨¦gicos a las realidades del final de la Guerra Fr¨ªa y del venidero per¨ªodo especial cubano ¨Ccuando la desaparici¨®n del subsidio sovi¨¦tico marchit¨® la econom¨ªa antillana. Se avino a una d¨¦tente con Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, el dos veces presidente venezolano que hab¨ªa sido ministro de Betancourt. P¨¦rez, con ¨ªnfulas de l¨ªder continental, entendi¨® que esa proyecci¨®n solo pod¨ªa significar una normalizaci¨®n de las relaciones con Cuba y, m¨¢s en lo personal, graduarse como contertulio de Fidel.
Para la segunda toma de posesi¨®n de P¨¦rez, en 1989, Castro regres¨® a Caracas. Lo hac¨ªa 30 a?os despu¨¦s de su primera visita. Era la reliquia del grupo de presidentes que acudi¨® a esas solemnidades. Dio entrevistas que consagraron a embelesados periodistas que ni siquiera hab¨ªan nacido cuando Castro asalt¨® el poder, y consejos propios de un abuelo a una sociedad que por entonces apenas les dio cr¨¦dito, embalada como se encontraba hacia la apertura econ¨®mica.
Empezando por el Caracazo de unos d¨ªas despu¨¦s ¨Cfebrero de 1989- las conmociones sociales dar¨ªan al traste no solo con el programa de ajustes econ¨®micos de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, sino con su propio gobierno. Entre esas turbulencias se cont¨® una asonada militar intentada por un oscuro teniente coronel de paracaidistas, una madrugada de febrero de 1992.
Castro no simpatiz¨®, al menos en p¨²blico, con el putsch del comandante Hugo Ch¨¢vez. No entraba en sus c¨¢lculos. Esa misma madrugada envi¨® un mensaje en apoyo del presidente P¨¦rez, que de todas maneras y sin importar lo que apostaran en La Habana, en 1992 ser¨ªa desalojado del poder mediante un impeachment. Pero la realidad exigir¨ªa nuevos reacomodos.
En 1994, el presidente de Venezuela, el democristiano Rafael Caldera, que entre sus primeras decisiones de gobierno hab¨ªa sobrese¨ªdo a Ch¨¢vez del delito de rebeli¨®n militar despu¨¦s de pasar dos a?os en prisi¨®n, recibi¨® en su despacho a representantes de la dirigencia anticastrista en el exilio. Aunque su segunda elecci¨®n hab¨ªa tenido mucho que ver con el apoyo de la izquierda local, y desde su primer gobierno (1968-73) hab¨ªa sido un art¨ªfice de la distensi¨®n con Cuba ¨Cen 1996 suscribir¨ªa decenas de comercios comerciales con la isla-, Caldera quiso mostrar su autonom¨ªa de vuelo.
Castro reaccion¨® con desagrado ante la cita. As¨ª que invit¨® a Hugo Ch¨¢vez a dar una conferencia en la Universidad de La Habana. Lo que parec¨ªa en principio una represalia contra Caldera, result¨® un acto magn¨ªfico de previsi¨®n estrat¨¦gica por parte del dirigente cubano. Intuy¨® el potencial de la estrella emergente de Ch¨¢vez. El 13 de diciembre de 1994 Fidel Castro recibi¨® en el aeropuerto de La Habana a Hugo Ch¨¢vez. El que cuatro a?os despu¨¦s se convertir¨ªa en presidente de Venezuela era, por aquel entonces, un militar derrotado y reci¨¦n salido de la c¨¢rcel despu¨¦s del fallido golpe de Estado de 1992. Una secuencia con gran parentesco a la que sufri¨® Fidel despu¨¦s del Asalto a la Moncada en 1953. Fue un flechazo mutuo. ¡°Sent¨ª su mirada penetrante¡±, recordar¨ªa Ch¨¢vez. Aquel recibimiento fue el primero de muchos y el inicio de una relaci¨®n que ha marcado la historia reciente de los dos pa¨ªses.
La Cuba de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas no se entiende sin la Venezuela de Ch¨¢vez, como tampoco el auge y la consolidaci¨®n de la revoluci¨®n bolivariana se puede explicar sin la figura de Fidel. Ambos fueron los pilares sobre los que se construy¨® el socialismo del siglo XXI que predomin¨® durante a?os en Am¨¦rica Latina y que hoy vive sus ¨²ltimos estertores, con Venezuela sumida en una crisis econ¨®mica e institucional galopante. Juntos impulsaron organismos de integraci¨®n como el Alba o Petrocaribe, convertidos en s¨ªmbolos de una ¨¦poca sin la mayor trascendencia, sobre todo el primero, hoy en d¨ªa.
La relaci¨®n de Ch¨¢vez y Castro, forjada a partir de una concepci¨®n similar del socialismo, trascendi¨® lo ideol¨®gico. Antes de la llegada del mandatario venezolano al poder, los intercambios comerciales entre ambos pa¨ªses no superaban las decenas de millones de d¨®lares. Con la consolidaci¨®n de Ch¨¢vez pasaron a m¨¢s de 6.000 millones de d¨®lares un a?o antes de la muerte del l¨ªder bolivariano, en marzo de 2013. A ello hay que sumar el suministro de m¨¢s de 100.000 barriles de petr¨®leo con un precio preferencial, una tendencia que se ha visto afectada por el desplome de los precios del crudo a nivel internacional y el deterioro de la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de Venezuela. En el primer semestre de 2016, seg¨²n datos de Reuters, el suministro de petr¨®leo cay¨® un 20%.
Si el petr¨®leo ha sido determinante para la Cuba de los Castro ¨Csatisface el 60% de la demanda de la isla-, no menos importante ha sido la presencia de m¨¦dicos cubanos en Venezuela. Hasta la muerte de Ch¨¢vez se calculaba que cerca de 32.000 m¨¦dicos cubanos trabajaban en Venezuela y m¨¢s de 176.000 venezolanos hab¨ªan sido atendidos en la isla, adem¨¢s de las 676.000 personas operadas gracias a la colaboraci¨®n con Cuba. Todo ello forj¨® un respaldo incondicional de las bases chavistas hacia su l¨ªder, un respaldo con el que cuenta cada vez menos su sucesor, Nicol¨¢s Maduro.
La llegada de Maduro al poder, junto a la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo, ha agrandado la divisi¨®n entre la forma de concebir la actualidad de unos y otros. Aunque la defensa de Venezuela ha sido f¨¦rrea por parte del r¨¦gimen cubano, mientras Ra¨²l Castro opt¨® por iniciar un deshielo con Estados Unidos, Venezuela se ha ido aislando cada vez m¨¢s en Am¨¦rica Latina.
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