Ra¨²l Castro, el albacea
Sin el carisma ni la caudillista oratoria de Fidel, Ra¨²l Castro tampoco sufre de sus prontos visionarios e imposibles
El albacea que gobernar¨¢ Cuba asumiendo el testamento ideol¨®gico de su hermano es un organizador temible y chancero que prendi¨® charreteras m¨¢s de medio siglo y brome¨® con la muerte treinta a?os antes de que Fidel Castro la encontrara en la cama. Los brotes de humor negro atribuidos a Ra¨²l Castro, al heredero del portento enterrado en Santiago de Cuba fueron atestiguados por el escritor Norberto Fuentes durante el paseo oto?al de 1987 por Camag¨¹ey, visitando la f¨¢brica de fusiles de asalto Kal¨¢shnikov. Acompa?aban al entonces ministro de Defensa, su ayudante Alcib¨ªades Hidalgo y el vicepresidente Carlos Lage. Tragos en mano, se metieron con el agua hasta la cintura en la piscina de la residencia que la polic¨ªa reservaba para estas visitas, seg¨²n Fuentes en su libro ¡®El ¨²ltimo disidente¡¯. De sopet¨®n, Ra¨²l Castro solt¨®: ¡°?Ustedes se imaginan, caballeros, que pasar¨ªa en este pa¨ªs si a Fidel le da un infarto y a m¨ª me da otro al recibir la noticia?¡±.
Lejos de las hagiograf¨ªas de santoral y de los curr¨ªculos que le citan como un verdugo imperturbable firmando sentencias de muerte y ¨®rdenes de encarcelamiento, conviene aproximarse al car¨¢cter y peculiaridades atribuidos a un mandatario de 85 a?os de temprana filiaci¨®n comunista, p¨¦treo y resolutivo, que continuar¨¢ la liberalizaci¨®n socioecon¨®mica emprendida hace m¨¢s de un quinquenio o mandar¨¢ cerrar filas hasta que la ventolera Trump pierda fuerza. Las biograf¨ªas de nonagenario inhumado en Santa Ifigenia son numerosas porque su exposici¨®n medi¨¢tica fue intensa y habl¨® hasta por los codos, pero su sucesor se ha mantenido opaco, lineal, alejado de las declaraciones y las confidencias, c¨®modo entre sus cuatro hijos, nietos, bisnietos e ¨ªntimos, y en permanente contacto con un pu?ado de asesores y pilas de informes de inteligencia. Bajo su presidencia, la apertura pol¨ªtica seguir¨¢ prohibida pero todas las revoluciones con vocaci¨®n de permanencia son darwinianas y siendo la cubana leninista, buscar¨¢ el reacomodo.
Como pedir pluripartidismo y elecciones libres en Cuba es pedir peras al olmo, y la informaci¨®n se oculta porque el enemigo la aprovecha, s¨®lo queda observar el desarrollo de las maniobras de ajuste dirigidas por un gobernante suspicaz y pragm¨¢tico, siempre atento a las pugnas intestinas y avezado en el domin¨® y las bambalinas. Sus pr¨®ximos movimientos revelar¨¢n si el difunto impidi¨® reformas m¨¢s sustantivas o fue una excusa del albacea para no aplicarlas. Sin el carisma, ni la caudillista oratoria del desaparecido gu¨ªa, Ra¨²l Castro tampoco sufre de sus prontos visionarios e imposibles. Hace ejercicio f¨ªsico y practica nataci¨®n para durar varios quinquenios m¨¢s y reconducir hacia las leyes de la oferta y la demanda, y hacia el Caribe, los ruinosos dogmas socialistas. Crear riqueza sin arriar las banderas ideol¨®gicas ni condenar a la miseria a los despedidos de las empresas estatales es el peliagudo objetivo.
Escasa la informaci¨®n sobre la persona, su amistad con el ruso Nicolai Leonov fue trascendente y todav¨ªa perdura. Surgi¨® en 1953 durante el mes de traves¨ªa entre G¨¦nova y Veracruz mientras los dos veintea?eros compart¨ªan sue?os libertarios y fobias antifascistas jugando al ajedrez y al ping-pong en la cubierta del Andrea Gritti. Los lazos con el joven miembro de la KGB sovi¨¦tica ser¨ªan aprovechados por Fidel y Che Guevara para negociar las condiciones de su alianza con la URSS durante la Guerra Fr¨ªa. Siempre a la sombra del Comandante en Jefe, fiel cumplidor de sus orientaciones, la reputaci¨®n del hermano peque?o como jefe militar fue constatable en la Sierra Maestra, en las campa?as africanas, y al frente del ministerio de las Fuerzas Armadas, la instituci¨®n m¨¢s poderosa del pa¨ªs, cuyos generales y oficiales controlan los cuerpos de seguridad del Estado y las pol¨ªticas represivas. No permiten que la disidencia levante cabeza pero combinan el palo y la zanahoria porque la globalizaci¨®n exige delicadeza. Se repite como un mantra que Ra¨²l Castro se retira pronto. As¨ª es aunque no del todo: cede la presidencia del Gobierno en 2018, y mandar¨¢ de otra manera hasta 2021 como Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).
La lealtad entre hermanos fue indubitable, pero las peloteras sobre estrategias ¡°fueron de coger palco para verlas. La broncas ha sido siempre entre la ortodoxia de Ra¨²l, un ide¨®logo, un comunista, y la audacia de Fidel, un luchador revolucionario con una obstinaci¨®n por el poder¡±, aventur¨® Norberto Fuentes en una entrevista con este periodista hace siete a?os. El escritor perteneci¨® al entorno de notables del r¨¦gimen hasta que en 1989 es detenido durante las redadas de la denominada Causa 1, que culminaron con el juicio y fusilamiento de un grupo de militares acusados de corrupci¨®n y narcotr¨¢fico, entre ellos su buen amigo el coronel Antonio de la Guardia. Pudo salir de Cuba gracias a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez.
¡°En los a?os ochenta, Ra¨²l ten¨ªa grandes discusiones con Fidel sobre la perestroika (liberalizaci¨®n econ¨®mica) y los problemas econ¨®micos de Cuba. Ra¨²l era, y yo creo que lo sigue siendo, partidario de la perestroika y, de alguna manera, de la gl¨¢snost (transparencia)¡±. Ha llovido mucho desde aquella profec¨ªa. El fatalismo anticipa m¨¢s gatopardismo. Lo probable es que Ra¨²l Castro siga con la liberalizaci¨®n socioecon¨®mica como hasta hora: legislando sobre la marcha, aplicando el m¨¦todo heur¨ªstico de prueba y error.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.