Atrapados en Alepo
Un m¨¦dico, un cuidador de gatos, un cooperante y un contable cuentan el infierno diario bajo las bombas
- Atrapados entre dos frentes, los habitantes de la Alepo oriental se han quedado solos. Tras m¨¢s de cuatro meses de cerco los civiles que m¨¢s sufren la guerra est¨¢n exhaustos, enfermos y hambrientos.?Los 250.000 civiles, seg¨²n el recuento de la ONU, o 100.000 seg¨²n el de los observadores locales, tienen su particular batalla diaria: sobrevivir.?
El pasado 15 de noviembre el Ej¨¦rcito sirio lanz¨® una ofensiva para acabar con las bolsas rebeldes de la que fuera la capital econ¨®mica de la Siria de preguerra, donde se estima queda un remanente de 8.000 insurrectos. Los rescatadores ya no disponen ni de herramientas ni de gasolina para evacuar a los vecinos atrapados entre los escombros. Golpeados por el miedo, el fr¨ªo y el hambre, los civiles relatan a EL PA?S c¨®mo esperan el anuncio de una apertura de corredores humanitarios que les permita huir al oeste a la zona gubernamental y al suroeste hacia Idlib, ¨²ltima capital de provincia en manos rebeldes.
Mohamed Alaa Al Jaleel, de 40 a?os, cuidador de gatos y conductor de ambulancias
Mohammed Alaa construy¨® un refugio para animales en Alepo pero las bombas lo han destruido. La mayor¨ªa de los gatos han muerto y los pocos que sobrevivieron deambulan entre los escombros. Son los ¨²nicos que lo hacen. Alaa asegura que ya nadie se aventura a rescatar a los heridos tras el colapso de un edificio porque los aviones detectan el movimiento desde el cielo y vuelven a atacar: "Ser¨ªa un suicidio". Los cad¨¢veres permanecen entre los escombros sin sepultura.?
Mohamed conduc¨ªa dos ambulancias con las que evacuaba a los heridos pero han quedado totalmente destrozadas. Las familias que tienen parientes en la zona del Gobierno, cuenta este hombre que antes de conductor fue electricista, aprovechan el caos para traspasar los controles rebeldes hacia zonas donde est¨¢ el Ej¨¦rcito. Tras una criba de seguridad, los habitantes que no han tenido relaci¨®n con la insurgencia armada se dirigen a centros de acogida.
Del resto, nada se sabe. Si bien corren los rumores sobre encarcelamientos y ejecuciones, ning¨²n testigo ha podido confirmarlo. Las familias de opositores armados, activistas o j¨®venes en edad de ingresar el Ej¨¦rcito optan por dirigirse hacia el sur, dice Alaa. Lo hacen alternando de barrio en barrio seg¨²n la din¨¢mica de los combates y el avance de las tropas regulares sirias. ¡°No se ha abierto ning¨²n corredor aun para que salgan los civiles¡±, insiste. ¡°Estamos a la espera de si Rusia y Estados Unidos sellan una tregua y en ese caso la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n optar¨¢ por salir¡±.
M¨¢s de cuatro a?os de batalla en Alepo
En 2010 Alepo contaba con cerca de tres millones de habitantes. Dividida desde 2012, entre 100.000 y 250.000 permanecen en la mitad este de la ciudad bajo control rebelde y cerca de mill¨®n y medio en la mitad bajo control de las tropas regulares sirias.
Cuna de la clase industrial, aliada del Gobierno de Damasco, y situada en la frontera con Turqu¨ªa, retaguardia rebelde, Alepo guarda un importante valor geoestrat¨¦gico para ambos bandos en la contienda siria.
En julio el Ej¨¦rcito sirio se hizo con la ¨²ltima ruta de avituallamiento rebelde, dejando a la poblaci¨®n civil aislada y sin acceso a v¨ªveres. En 2014, el cerco fue inverso con las facciones rebeldes aislando a la poblaci¨®n civil de la mitad occidental.
El 15 de noviembre las tropas sirias lanzaron una nueva ofensiva llegando a capturar este mi¨¦rcoles el 85% del territorio que manten¨ªan los insurrectos y provocando la huida de m¨¢s de 30.000 civiles a zona gubernamental.
Seg¨²n el balance que hace el Observatorio Sirio Para los Derechos Humanos, 341 personas han muerto en Alepo este, entre ellos 44 menores, y otras 81 en la zona oeste, entre ellos 31 menores, desde el inicio de la ofensiva.
M¨¢s de 300.000 personas han perdido la vida desde que comenzara la guerra en marzo de 2011. Al menos 6.5 millones de personas han sido internamente deslazadas por lo combates y cerca de cinco han buscado refugio en el extranjero.
?Qui¨¦n combate en los frentes?
El Ej¨¦rcito sirio cuenta con el apoyo de la aviaci¨®n rusa y de varias milicias en tierra como la libanesa Hezbol¨¢, las fuerzas especiales iran¨ªes o combatientes afganos.
El enviado especial de la ONU para Siria, el italo-sueco Staffan de Mistura cifra en 8.000 los insurrectos que combaten en Alepo. Entre ellos habr¨ªa unos 1.000 efectivos del Frente Fat¨¢ el Sham, antigua filian de Al Qaeda, y centenares de combatientes de varias facciones de mayor o menor corte islamista como Fat¨¢ Haleb, Jeish el Fatah, Ahrar el Sham, siendo Harakat Nour al-Din al-Zenki una de las m¨¢s importantes.
Awad, antiguo trabajador de una ONG
Su tel¨¦fono vive gracias a la bater¨ªa de un coche que los vecinos usan como estaci¨®n de carga de m¨®viles. Atrapados en la vor¨¢gine de los combates, est¨¢n ansiosos por saber qu¨¦ pasa fuera. No le queda comida aunque la verdad es que esa es la ¨²ltima de sus preocupaciones: "El miedo quita el hambre". Pero no el fr¨ªo. Awad y las familias que comparten un refugio seguro entran en hogares abandonados para hacerse con puertas y marcos de las ventanas que usan para alimentar un fuego.
Awad cree que llegar¨¢ un momento en el que no tengan donde ir. La marea humana cubierta de polvo y con olor a p¨®lvora se desplaza a trompicones. Primero, la gente huy¨® de Hanano, un barrio reconquistado por el ej¨¦rcito sirio a finales de noviembre, y se dirigi¨® hacia Shajur. Luego hacia Shaar, para m¨¢s tarde ir a la ciudad vieja y ahora hacia Fardus. A diferencia de Mohamed, Awad asegura que los civiles temen salir hacia la zona del nizam (¡°r¨¦gimen¡±, en ¨¢rabe), como se refieren los opositores al territorio que controlan las tropas de Bachar el Asad.
Nisrine, madre de cuatro menores atrapada en Alepo oriental
¡°Vivimos, gracias a Dios¡±, es la muletilla que esta mujer de 30 a?os y madre de cuatro intercala sistem¨¢ticamente entre frases. ¡°Sobrevivimos entre las bombas, el fr¨ªo polar y la lluvia de morteros. No tenemos apenas reservas de comida, no hay pan, no hay medicamentos ¡no nos queda nada¡±, resume entre tosidos y son¨¢ndose los mocos. ¡°Mi peor pesadilla es que mis hijos enfermen m¨¢s o sean heridos. Mire usted, esto es un cerco, as¨ª que los heridos mueren porque no pueden llegar al hospital o no hay medicamentos¡±, recalca. Sus dos gemelos de cuatro a?os y los dos mayores de nueve y 12 tambi¨¦n est¨¢n enfermos, por lo que Nisrine ha optado por momificarlos en sucesivas capas con todas las ropas que ha encontrado en los armarios. ¡°No les dejo salir de casa m¨¢s que para buscar agua al pozo y traer astillas de madera. Llevan as¨ª cuatro meses y medio, desde que comenz¨® el cerco. Est¨¢n psicol¨®gicamente agotados. Intento mantenerme fuerte delante de mis hijos, pero tengo mucho miedo¡±, admite. Hace tan solo dos d¨ªas que un mortero aterriz¨® en el cuarto de sus hijos que ¡°gracias a Dios¡± dorm¨ªan con ella y su marido en el cuarto interior y m¨¢s protegido. Pasan el d¨ªa en penumbra, contando explosiones a la espera de los menos de 60 minutos diarios que logran rascar de un generador cuyos amperios se racionan entre los vecinos.
Con un marido enfermo que no aporta un salario al hogar desde hace m¨¢s de cuatro a?os, Nisrine forma parte de esa bolsa de civiles que por falta de dinero no han podido abandonar el Alepo oriental. Han quedado atrapados en un doble cerco protagonizado por el ¨²ltimo control rebelde y el per¨ªmetro militar sobre el que bombardean las aviaciones siria y rusa. Esta familia ha optado por regresar a su hogar en el barrio Al Ansari, tras haber recorrido siete viviendas diferentes en el ¨²ltimo lustro. En dos ocasiones en casa de familiares en ¡°el otro lado¡± aludiendo a mitad oeste de Alepo bajo control de las tropas sirias. ¡°En casa de mis padres ya eran muchos y no ten¨ªan ni para ellos as¨ª que cuando las cosas se calmaron regresamos a este barrio. Luego comenz¨® el cerco y ya quedamos atrapados¡±. Viven en un edificio de cuatro plantas donde antes habitaban otras 12 familias. ¡°Mire, se fueron todos. El que ten¨ªa algo ahorrado a zona del Gobierno, el que ten¨ªa m¨¢s, a Europa. Nosotros no tenemos dinero. Ojal¨¢ abran corredores, y podamos salir. No es que fuera mejore la cosa econ¨®micamente porque no tenemos dinero, pero al menos estaremos seguros¡±, concluye.
Ibrahim Al Hajj portavoz de los 'Cascos Blancos' de Alepo
Este grupo de voluntarios se ha hecho cargo durante los ¨²ltimos meses del rescate de los vecinos atrapados entre escombros en la Alepo oriental. Afines a los rebeldes, fueron nominados para el Premio Nobel de la Paz. ¡°No podemos hacer nada. Hay 21 personas atrapadas en un barrio donde acaba de entrar el Ej¨¦rcito [sirio]. No podemos hacer nada. No nos quedan herramientas para rescates ni gasolina para los coches. Otras 15 personas est¨¢n bajo los escombros de un edificio en el barrio de Asker, pero tampoco podremos salvarles. El que no muere bajo las bombas, muere de hambre. Nos van a matar a todos¡±, alcanza a decir con un hilo de voz.
Doctor Abu Odey
Las conexiones en el este de Alepo son muy d¨¦biles y una conversaci¨®n de diez minutos puede alargarse durante horas. Por lo que el doctor Abu Odey, en la treintena, opta por comunicarse con mensajes de voz a trav¨¦s de WhatsApp. Una voz exhausta y derrotista intenta imponerse sobre el caos sonoro que reina de fondo. ¡°Se nos han muerto tres pacientes enfermos este domingo. No nos queda medicaci¨®n, ni ox¨ªgeno y el n¨²mero de heridos no hace m¨¢s que aumentar¡±.
Seg¨²n el pu?ado de doctores que aun permanecen en Alepo, tan solo dos hospitales y tres centros de salud permanecen parcialmente en funcionamiento para asistir a los civiles?que quedan atrapados entre los frentes que sellan los barrios de la zona oriental de la ciudad. En esos hospitales cinco cirujanos, la mayor¨ªa j¨®venes que nunca finalizaron los estudios, atienden en salas de operaciones con pocos recursos. Impotentes, los m¨¦dicos alternan entre la aspirina y la amputaci¨®n.
Pawel Krzysiek portavoz del comit¨¦ internacional de la Cruz Roja en Siria
Krzysiek?los ve llegar envueltos en polvo. Los desplazados acaban de superar los controles militares huyendo del Alepo oriental. "Es sobrecogedor ver el estado en el que llegan", describe al tel¨¦fono desde Damasco, donde est¨¢ hoy.
Son en su mayor¨ªa mujeres, ancianos, enfermos y ni?os. M¨¢s de 2.500 de ellos han sido atendidos en los centros m¨®viles por heridas graves sufridas durante los combates o por enfermedades y desnutrici¨®n. ¡°En las primeras horas recibimos 16.000 personas saturando el centro de acogida que se instal¨® en el barrio de Yibrin. El Gobierno sirio nos cedi¨® una f¨¢brica de algod¨®n en el ¨¢rea de Mahalej donde vamos acomodando a los nuevos¡±. All¨ª, y todav¨ªa en shock, estas personas reciben asistencia m¨¦dica, un plato caliente y el tan necesitado descanso. A las puertas de ambos centros se apelotonan los familiares en busca de sus parientes para llev¨¢rselos a casa.?
Krzysiek?recuerda que la parte de Alepo occidental est¨¢ saturada tras recibir diversas oleadas de desplazados. Entre los meses de agosto y noviembre otros 40.000 civiles se desplazaron al hemisferio oeste de la urbe. Por lo que CICR ya ha comenzado a identificar la posible rehabilitaci¨®n de los barrios reci¨¦n capturados por las tropas sirias, como Hanano, para poder facilitar el retorno de sus habitantes. ¡°La gran mayor¨ªa de los desplazados quieren regresar a sus hogares, pero ahora mismo el escenario de esos barrios se asemeja a un paisaje lunar en el que no existen unas infraestructuras m¨ªnimas. Estamos valorando la forma en la que proporcionar acceso a agua y electricidad y rehabilitar las viviendas¡±.
Abu Mahmud, vecino de la Alepo occidental
¡°Los corredores no solo dependen del Ej¨¦rcito sirio que est¨¢ apostado en el exterior de la zona bajo control de los armados, sino que la primera puerta de salida est¨¢ bajo control de los rebeldes. Son ellos quienes tienen que autorizar la salida de los civiles, y cuando ha estallado el caos es cuando ya no han podido retener m¨¢s a los civiles como escudos humanos que, despavoridos, han salido en masa hacia las zonas del Gobierno. Si todos los civiles huyen, los rebeldes quedaran aislados y saben que ser¨¢ su fin¡±, analiza tambi¨¦n al tel¨¦fono y desde la Alepo occidental Abu Mahmud, seud¨®nimo que elige este contable en la cuarentena que ha logrado encontrar entre la marabunta de desplazados a su hermana y tres sobrinos que ha abrazado por primera vez en cuatro a?os. Abu Mahmud asegura que cada d¨ªa los ciudadanos de la mitad oeste de la ciudad est¨¢n sometidos a la lluvia de morteros rebeldes, intensificada en los ¨²ltimos d¨ªas como represalia a la p¨¦rdida de terreno. ¡°No es como lo cuentan los medios, son terroristas radicales de Al Qaeda, nada de rebeldes moderados¡±.
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