El m¨¦todo Niza
El suceso de Berl¨ªn reviste similares caracter¨ªsticas al que cost¨® la vida a 85 personas en la ciudad costera francesa en julio
Francia ya hab¨ªa sido sufrido en enero y noviembre de 2015 dos tremendos zarpazos del terrorismo yihadista, pero el atentado del 14 de julio pasado en Niza marc¨® un nivel superior en el miedo incrustado en la vida diaria de los franceses. El ataque en la ciudad costera francesa, que se llev¨® 85 vidas por delante, dej¨® grabada para siempre una doble sensaci¨®n de p¨¢nico a?adido ante lo inesperado: el pa¨ªs deb¨ªa prepararse para atentados de nuevo cu?o cometidos por un solo individuo sin medios ni log¨ªstica, capaz de cometer una matanza usando como arma una herramienta de uso diario al alcance de cualquiera.
Mohamed Lahouaiej Bouhlel, de 31 a?os, franc¨¦s de origen tunecino, era un tipo inadaptado, con amistades relacionadas para la baja delincuencia del menudeo de la droga. ?l esculp¨ªa su cuerpo en gimnasios baratos, entablaba f¨¢ciles y fugaces relaciones amorosas en las discotecas, consum¨ªa drogas y alcohol y, como gallito de pelea, hab¨ªa sido condenado una vez por amenazar con un bate de b¨¦isbol a un conductor en una discusi¨®n de tr¨¢fico.
Separado de su mujer, tambi¨¦n nacida en T¨²nez, aquel vecino hosco y reservado era un ¡°absoluto desconocido¡± de los servicios franceses de informaci¨®n, como se?al¨® despu¨¦s el fiscal antiterrorista, Fran?ois Molins.
Aquel tipo de un suburbio de Niza, que de vez en cuando repart¨ªa mercanc¨ªa en una furgoneta, era cualquier cosa menos un islamista radical. ¡°Ni iba a la mezquita ni cumpl¨ªa el Ramad¨¢n¡±, contaron entonces sus vecinos. Pero semanas antes del 14 de julio, d¨ªa de la fiesta nacional francesa, empez¨® a enfrascarse en el visionado de v¨ªdeos del Estado Isl¨¢mico (ISIS) y en la lectura de textos radicales.
El 11 de julio, Lahouaiej Bouhlel alquil¨® un cami¨®n en una localidad pr¨®xima a Niza. Lo ense?¨® a algunos de sus amigos de fechor¨ªas y hasta se dio algunas vueltas con ellos por la zona. El d¨ªa 14, aparc¨® el veh¨ªculo de gran tonelaje no lejos del Paseo de los Ingleses, la zona en la que, como cada a?o, se agolpan decenas de miles personas para observar los fuegos artificiales que se lanzan en muchas ciudades con motivo de la fiesta nacional.
La zona estaba cerrada al tr¨¢fico. Los accesos fueron cortados con vallas met¨¢licas o coches de la polic¨ªa cruzados. Acabados los fuegos, Lahouaiej Bouhlel se acerc¨® a la zona con el cami¨®n. Le bast¨® subirse a la acera para sortear los escasos impedimentos que encontr¨® a su paso.
Arremeti¨® contra la multitud a 90 kil¨®metros por hora. Daba volantazos y giros r¨¢pidos para atropellar a m¨¢s gente. Ancianos, j¨®venes parejas con sus hijos en sillas de ruedas, adolescentes¡ La avenida qued¨® cubierta de cad¨¢veres y cientos de heridos hasta que varios agentes acabaron a balazos con el agresor.
Al d¨ªa siguiente, alguien intent¨® explicar por qu¨¦ hab¨ªa ocurrido aquello en Niza y daba m¨²ltiples y t¨®picas razones. Pero no daba la ¨²nica respuesta obvia: porque Lahouaiej Bouhlel viv¨ªa en Niza y hab¨ªa visto d¨®nde pod¨ªa hacer m¨¢s da?o de la forma m¨¢s sencilla e imprevista. El ¡°soldado del ISIS¡±, como le llam¨® d¨ªas despu¨¦s la organizaci¨®n yihadista al responsabilizarse del ataque, hab¨ªa inaugurado otra guerra, la m¨¢s brutal, por los medios m¨¢s sencillos, los de uso cotidiano.
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