¡°El ¡®Brexit¡¯ nos ha convertido en fichas de casino¡±
Un grupo de espa?oles residentes en Reino Unido se moviliza, en redes sociales y ante la Embajada, para defender sus derechos de cara a la ruptura con la UE
Un pu?etazo en el est¨®mago. Romper a llorar desconsoladamente. Decepci¨®n, tristeza, soledad, miedo, insomnio. Con esos oscuros colores est¨¢ marcado el 24 de junio en el calendario emocional de Mar¨ªa Luisa Llorente, Mayte Bujalance, Nacho Romero y Luz Villarrubia, cuatro de los cerca de 200.000 espa?oles residentes en Reino Unido. Ese d¨ªa supieron que sus vecinos les hab¨ªan dado la espalda y, de la noche a la ma?ana, hab¨ªan sembrado de interrogantes sus proyectos de vida, tan estables como cualesquiera otros hasta que los brit¨¢nicos decidieron en refer¨¦ndum abandonar la Uni¨®n Europea.
¡°La manera de lidiar con la ansiedad es pasar a la acci¨®n. Nosotros hemos salido, como toros al redil, para encontrar esa voz que al principio no tuvimos¡±, explica Luz, vecina de Brighton, psicoterapeuta de 47 a?os que lleva 24 en Reino Unido. Como muchos de los tres millones de europeos que viven en el pa¨ªs, empezaron a frecuentar, en busca de apoyo y respuestas, los foros que fueron surgiendo en las redes sociales. Al final, crearon un grupo propio en Facebook: ¡°Espa?oles en el Reino Unido: surviving Brexit¡±. Hoy son cerca de 300 miembros con un denominador com¨²n: el de ser espa?oles que un d¨ªa decidieron construir sus vidas en Reino Unido.
El objetivo es compartir experiencias y preocupaciones y, a partir de la casu¨ªstica, identificar los problemas m¨¢s recurrentes y buscar soluciones. Desde el primer momento se quiso abrir una v¨ªa de di¨¢logo con el Gobierno espa?ol, a trav¨¦s de la Embajada en Londres. Mar¨ªa Luisa, una de las promotoras, que es espa?ola pero naci¨® y vivi¨® en Venezuela antes de mudarse a Londres, decidi¨® buscar en la diplomacia el mismo apoyo que, seg¨²n su experiencia, reciben los espa?oles residentes en algunos pa¨ªses latinoamericanos.
Enviaron una carta al embajador, Federico Trillo, en la que enumeraban algunas de las dudas que han ido surgiendo en los ¡°grupos de apoyo¡± que han formado en las redes sociales. Solicitaban ¡°abrir un canal de comunicaci¨®n con la representaci¨®n en este pa¨ªs para discutir los puntos mencionados y otras cuestiones que inevitablemente surgir¨¢n como resultado de este proceso¡±. El 8 de diciembre, el embajador y un equipo de expertos recibieron a 25 de ellos y debatieron el documento que hab¨ªan elaborado. Se comprometieron a ayudarlos. Quienes estuvieron hablan de una reuni¨®n ¡°positiva¡±. La v¨ªa de di¨¢logo, confirman en la Embajada, est¨¢ abierta.
La cita con EL PA?S es en la casa londinense de Nacho, catedr¨¢tico de neurociencias de 52 a?os, residente en Londres desde 1988. Nacho reconoce que se encuentra entre los afortunados: est¨¢ en proceso de obtener la nacionalidad brit¨¢nica. ¡°Aparte de buscar seguridad frente a la incertidumbre¡±, explica, ¡°el motivo de solicitarla es que, despu¨¦s de 28 a?os aqu¨ª, me he sentido silenciado y sin voz ni voto sobre un asunto que me afecta directamente a m¨ª y a mi familia, que son mi marido Kevin y Lola, la gata. Es un shock emocional sentirte rechazado en el pa¨ªs que consideras tan tuyo como el tuyo propio. Es extra?o, de repente, convertirte en el centro de la conversaci¨®n pol¨ªtica. Estamos deshumanizados, nos han convertido en fichas de casino¡±.
¡°Es un shock emocional sentirte rechazado en el pa¨ªs que consideras tan tuyo como el tuyo propio. Es extra?o, de repente, convertirte en el centro de la conversaci¨®n pol¨ªtica. Estamos deshumanizados, nos han convertido en fichas de casino¡±
El caso de Mar¨ªa Luisa, de 44 a?os, es m¨¢s complicado. Lleva 16 a?os en Reino Unido, est¨¢ casada con un brit¨¢nico, originario de India, y tiene un hijo con pasaporte brit¨¢nico. Hace dos a?os se trajo de Venezuela a sus padres, de nacionalidad espa?ola, para vivir con ellos. ¡°Mi pa¨ªs de origen, Venezuela, est¨¢ como est¨¢. Y aunque soy espa?ola, mis v¨ªnculos con Espa?a son casi inexistentes. No tenemos ad¨®nde volver, y nadie nos garantiza que podremos quedarnos¡±, explica.
Mayte, profesora de espa?ol de secundaria, que lleva aqu¨ª ocho de sus 41 a?os, se enfrenta al mismo problema que Mar¨ªa Luisa y que tantos otros: para obtener la residencia permanente ¡ªy asegurar as¨ª que, pase lo que pase estos a?os, tendr¨¢n derecho a quedarse¡ª hace falta demostrar que has trabajado ininterrumpidamente en Reino Unido durante cinco a?os. ¡°Yo dej¨¦ de trabajar para cuidar de mis hijos y, aunque luego he vuelto, no puedo obtener la residencia permanente. Soy funcionaria, pero no me garantizan el derecho a quedarme¡±, asegura.
La incertidumbre es la norma en el incipiente proceso del Brexit. Al carecer de antecedentes, no existe una hoja de ruta. Las pocas certezas son que el proceso va a ser largo y que el Gobierno considera, como lleg¨® a admitir un ministro, que los europeos residentes en Reino Unido constituyen una de sus pocas armas negociadoras.
La propia primera ministra, Theresa May, reconoci¨® este lunes en el Parlamento que es ¡°un objetivo proporcionar seguridad, desde el principio de las negociaciones, a los ciudadanos de la UE que viven en Reino Unido de que el derecho a permanecer donde han construido sus hogares ser¨¢ protegido¡±. Pero lo cierto es que las negociaciones ni siquiera han comenzado a¨²n y, tambi¨¦n, que la mitad de las cosas que ha dicho el Gobierno sobre el proceso han sido rectificadas en cuesti¨®n de d¨ªas.
¡°No s¨¦ si acabar¨¦ y¨¦ndome, pero quiero ser yo quien decida. No quiero decir que me he tenido que ir a Espa?a porque los brit¨¢nicos se volvieron locos¡±
Todo ello alimenta la ansiedad. Nacho reconoce que padece ¡°una psicolog¨ªa de asedio¡±. ¡°Me empieza a dar reparo hablar con mi acento¡±, asegura. ¡°Cuando tenemos que preguntar algo en la calle, me sorprendo pidi¨¦ndole a mi marido, que es ingl¨¦s, que lo pregunte por m¨ª¡±.
¡°A una parte de los europeos que viven aqu¨ª esto no les afecta tanto¡±, explica Luz. ¡°Pero a muchos otros, los que m¨¢s nos jugamos, nos produce ansiedad. Cuando tienes mucho invertido, las conversaciones se hacen menos banales. No s¨¦ si acabar¨¦ y¨¦ndome, pero quiero ser yo quien decida. No quiero decir que me he tenido que ir a Espa?a porque los brit¨¢nicos se volvieron locos¡±.
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