Dudamel
Su figura suscita en m¨ª una abominaci¨®n que emana de esa estafa continuada que se conoce como El Sistema
Por largo tiempo sesion¨® en Caracas, en los a?os setenta del siglo pasado, una pe?a de mel¨®manos a quienes un¨ªa un sectario fervor por el ya para entonces desaparecido director de orquesta alem¨¢n Wilhelm Furtw?ngler. Se reun¨ªan regularmente en casa de alguno de los frates y sorores de la secta a escuchar raras selecciones de la vast¨ªsima discograf¨ªa del gran maestro beethoveniano. Las m¨¢s celebradas eran aquellas grabadas antes o durante la Segunda Guerra Mundial en la Alemania nazi.
No se crea, sin embargo, que los miembros de aquel club eran criptonazis latinoamericanos. En absoluto: eran todos gente de ideas en extremo liberales a quienes el presunto (y todav¨ªa bastante debatible) pasado nazista de Furtw?ngler ten¨ªa por completo sin cuidado. Les interesaba mucho m¨¢s dar con una copia de, pongamos, el concierto en Re menor, op. 61 de Beethoven, grabado por la Filarm¨®nica de Berl¨ªn con Eric Rohm como solista y dirigida por el egregio, insuperable Furtw?ngler, en enero de 1944.
Fui invitado unas cuantas veces a esas veladas a las que dej¨¦ de ir porque el ritual y la unci¨®n con que escuchaban aquellas crepitantes grabaciones de preguerra me resultaban rid¨ªculos.
Uno de los fundadores de la secta, hombre acaudalado de quien se dec¨ªa que no podr¨ªa reconocer el la en un pentagrama, se las apa?¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n para patrocinar presentaciones privadas de alguna agrupaci¨®n sinf¨®nica local a cambio de subir al podio, batuta en mano, transfigurarse en una m¨ªmesis caribe?a de Furtw?ngler y dirigir la obertura de Fidelio. A¨²n hoy me pregunto qu¨¦ pensar¨ªan de aquel enajenado los m¨²sicos de la orquesta.
En cuanto a Herbert von Karajan, de quien s¨ª consta su nazismo (lleg¨® a prologar muchos de sus conciertos con el Horst Wessel Lied, himno del partido nazi, en versi¨®n orquestal), aquellos adeptos de Furtw?ngler se refer¨ªan a ¨¦l como si de un mediocre int¨¦rprete de perico ripiao dominicano se tratase. Les importaba un bledo si Von Karajan hab¨ªa sido o no miembro de las SS. Al lado de su admirado Furtw?ngler, Von Karajan se les antojaba un musicastro de aldea, y sanseacab¨®. En ese juicio, desde luego, ning¨²n mel¨®mano que se precie de serlo podr¨ªa acompa?arlos.
He recordado a la pe?a de los furtw?nglerianos caraque?os escuchando el concierto de A?o Nuevo que en Viena condujo, d¨ªas atr¨¢s, el controvertido director venezolano Gustavo Dudamel.
Estoy seguro de que, de haber escuchado la versi¨®n de la Sinfon¨ªa Fant¨¢stica de Berlioz que, en 2008 (acaso uno de sus mejores a?os, hasta ahora), grab¨® Dudamel para Deutsche Grammophon con la Filarm¨®nica de Los ?ngeles, de la que es director titular, tambi¨¦n les habr¨ªa importado un bledo que el joven poster boy del llamado Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela fuese o no chavista en lo profundo de su ser. Me apresuro a decir que a m¨ª tampoco, y que suscribo todos los elogios que, por citar solo una opini¨®n autorizada, Kurt Masur (uno de mis favoritos desde mucho antes de dejar Masur la Gewandhaus de Leipzig) derram¨® cuando escuch¨® por vez primera dirigir a Dudamel.
Sin embargo, como tantos dem¨®cratas compatriotas suyos, mel¨®manos o no, su figura suscita en m¨ª una abominaci¨®n que no emana de su persona, ni de su desempe?o en el podio, sino de esa estafa continuada, esa colosal supercher¨ªa populista, emanaci¨®n del corrupto petroestado venezolano que desde largo tiempo antes de Ch¨¢vez se conoce como El Sistema.
Conf¨ªo en poder ventilarla en el curso de este 2017 que a todos deseo trate mejor que el a?o pasado.
?Qu¨¦ tal la semana que viene?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.