?De la gran inclusi¨®n a la gran expulsi¨®n?
Estados Unidos ha demostrado una extraordinaria capacidad para absorber a millones de inmigrantes. Pero el camino nunca estuvo libre de escollos.
Aunque los titulares de prensa parezcan indicar otra cosa, en un mundo de m¨¢s de 7.000 millones de habitantes, s¨®lo el 3% son migrantes internacionales, personas que viven fuera del pa¨ªs en el que nacieron. Aun as¨ª, cada vez son m¨¢s los que emigran, sobre todo desde el sur del planeta hacia el norte, y, en ese proceso, el mundo sufre una transformaci¨®n inevitable. Vivimos en una ¨¦poca en la que la proporci¨®n de personas ricas (y mayores) cada vez es menor, y cada vez mayor la de personas pobres (y j¨®venes); las presiones migratorias aumentan sin cesar como consecuencia de las desigualdades mundiales y de conflictos irresolubles; y los pa¨ªses m¨¢s desarrollados se encuentran en una crucial encrucijada demogr¨¢fica y laboral.
La inmigraci¨®n es una fuerza transformadora, que produce cambios sociales profundos e imprevistos tanto en las sociedades de origen como en las de acogida, en las relaciones entre los distintos grupos dentro de las sociedades de acogida y entre los propios inmigrantes y sus descendientes. La inmigraci¨®n va acompa?ada, no s¨®lo de procesos de aculturaci¨®n por parte de los inmigrantes, sino tambi¨¦n de medidas pol¨ªticas de los Estados para controlar las oleadas. Tambi¨¦n conlleva distintos tipos de reacciones de los residentes establecidos y de sus pol¨ªticos, que pueden considerar que los reci¨¦n llegados son amenazas culturales o econ¨®micas. El miedo al extranjero ¡ªla xenofobia de la llamada sociedad del menosprecio¡ª crece en mayor o menor medida con todas las formas de migraciones internacionales y se ve agudizado por la crisis econ¨®mica global, los atentados terroristas, la guerra y la afluencia de refugiados.
Gran parte de la historia estadounidense puede verse como un proceso dial¨¦ctico de los procesos de inclusi¨®n y exclusi¨®n y, en casos extremos, de expulsiones y deportaciones forzosas
Una caracter¨ªstica fundamental de la historia de Estados Unidos ha sido la extraordinaria capacidad de la llamada naci¨®n de inmigrantes para absorber, como una esponja gigante, a decenas de millones de personas de todas las clases, todas las culturas y todos los pa¨ªses. Sin embargo, esa virtud admirable ha coexistido siempre con una cara m¨¢s s¨®rdida del proceso de construcci¨®n y concepci¨®n nacional. De hecho, gran parte de la historia estadounidense puede verse como un proceso dial¨¦ctico de los procesos de inclusi¨®n y exclusi¨®n y, en casos extremos, de expulsiones y deportaciones forzosas.
La magnitud de estos procesos de inclusi¨®n podr¨ªa contarse a trav¨¦s de la historia de dos ciudades. La primera, Nueva York, ciudad de inmigrantes por antonomasia. Desde 1820 (cuando se empez¨® a guardar registro de las llegadas) hasta 1892 (el a?o en que empez¨® a funcionar el puesto de la sila de Ellis, en la entrada al puerto de Nueva York, junto a la Estatua de la Libertad colocada en 1886), los inmigrantes llegaban en barco a los muelles en la punta de Manhattan y despu¨¦s pasaban por el cercano Castle Garden (el primer centro de recepci¨®n de inmigrantes en EE.UU.). M¨¢s de 100 millones de estadounidenses son descendientes de aquellos (en su inmensa mayor¨ªa, europeos) que llegaron esa primera ola de inmigraci¨®n.
M¨¢s tarde, desde 1892 hasta su cierre en 1954, la isla de Ellis fue el puerto de entrada de m¨¢s de 12 millones de personas y el centro de inspecci¨®n de inmigrantes con m¨¢s tr¨¢fico de Estados Unidos, sobre todo entre 1905 y 1914. A partir de 1924, ese islote sirvi¨® principalmente como centro de detenci¨®n y deportaci¨®n. Otros 100 millones de estadounidenses descienden de personas que llegaron entonces a la isla de Ellis y se repartieron por todos los rincones del pa¨ªs. Es decir, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n estadounidense actual (320 millones de habitantes) tiene antepasados que entraron por la ciudad de Nueva York entre la d¨¦cada de 1820 y la de 1920.
Hasta su cierre en 1954, la isla de Ellis fue el puerto de entrada de m¨¢s de 12 millones de personas y el centro de inspecci¨®n de inmigrantes con m¨¢s tr¨¢fico de EE UU
En la costa oeste, las cosas se desarrollaron de manera muy distinta, especialmente en Los ?ngeles, que hoy en d¨ªa es la principal metr¨®poli inmigrante del mundo. Resulta dif¨ªcil exagerar la transformaci¨®n demogr¨¢fica que ha experimentado California en el ¨²ltimo medio siglo. En 1960, Los ?ngeles a¨²n era la m¨¢s blanca y la m¨¢s protestante de las grandes ciudades del pa¨ªs. A finales de los a?os ochenta, un tercio de todos los inmigrantes que entraban en Estados Unidos se establec¨ªa en California; hoy, de los 10 millones de personas residentes en el condado de Los ?ngeles (el m¨¢s grande del pa¨ªs), el 72% pertenece a minor¨ªas ¨¦tnicas (es decir, 7,2 millones de personas, una cifra muy superior a la de la mayor¨ªa de los estados de EE UU). El sur de California alberga la mayor concentraci¨®n de mexicanos, salvadore?os, guatemaltecos, filipinos, coreanos, japoneses, taiwaneses, vietnamitas, camboyanos e iran¨ªes, fuera de sus respectivos pa¨ªses de origen, y tiene tambi¨¦n contingentes notables de armenios, chinos continentales, hondure?os, indios, laosianos, rusos, jud¨ªos israel¨ªes y ¨¢rabes procedentes de varios pa¨ªses, entre otros. La mayor¨ªa de los grandes grupos de inmigrantes llegados a Estados Unidos desde los a?os sesenta se ha establecido sobre todo en el ¨¢rea metropolitana de Los ?ngeles.
En la actualidad, los inmigrantes representan m¨¢s del 25% de los 38 millones de personas residentes en California, y m¨¢s de la cuarta parte de todos los inmigrantes del pa¨ªs vive en dicho estado. Esto se debe a varios factores: la ley de inmigraci¨®n de 1965 (que revoc¨® una ley racista de 1924 que impon¨ªa cuotas por pa¨ªs de origen), el reasentamiento de cientos de miles de refugiados de Cuba durante la Guerra Fr¨ªa y de Vietnam, Laos y Camboya al terminar la guerra de Indochina en 1975, y la amnist¨ªa concedida por la ley de reforma y control de la inmigraci¨®n a los inmigrantes indocumentados de 1986.
El censo de poblaci¨®n de 1970 ten¨ªa la menor proporci¨®n de personas nacidas en el extranjero de toda la historia de Estados Unidos: 4,7%. Hoy, esa proporci¨®n es del 13% a nivel nacional, cerca del r¨¦cord hist¨®rico del 14,8% en los ¨²ltimos a?os del siglo XIX y primeros del XX.
La diversidad ¨¦tnica y nacional de los inmigrantes contempor¨¢neos en Estados Unidos palidece si se compara con la diversidad de su extracci¨®n social
La diversidad ¨¦tnica y nacional de los inmigrantes contempor¨¢neos en Estados Unidos palidece si se compara con la diversidad de su extracci¨®n social. En la actualidad los grupos con mayor y menor nivel educativo est¨¢n notablemente formados por inmigrantes. Esto es un reflejo de los tipos de inmigraci¨®n, diametralmente opuestos, sedimentados en distintos contextos hist¨®ricos ¡ªe insertos en un mercado laboral tipo ¡°reloj de arena¡±, cada vez m¨¢s dividido entre sector tecnol¨®gico con alta remuneraci¨®n frente a sector manual con baja remuneraci¨®n, que atrae tanto a inmigrantes profesionales como a trabajadores sin papeles¡ª.
Estos ¨²ltimos se han convertido, especialmente en las las ¨²ltimas d¨¦cadas, en el elemento m¨¢s controvertido de la pol¨ªtica de inmigraci¨®n. De los 43 millones aproximados de inmigrantes que viven hoy en Estados Unidos, un poco m¨¢s de la cuarta parte ¡ªse calcula que unos 11 millones¡ª son indocumentados. Varios millones llegaron de ni?os; algunos de ellos, los llamados ¡°dreamers¡± (so?adores), se han beneficiado de las acciones ejecutivas del presidente Obama, que pretenden proporcionarles estatus legal provisional, acceso al mercado laboral y permitirles obtener el permiso de conducir para protegerles del riesgo de expulsi¨®n y tratar de integrarlos en la sociedad.
Ahora ante la impensable llegada al poder de un demagogo estamos a punto de iniciar un periodo lleno de incertidumbres que quiz¨¢ acabe siendo uno de los m¨¢s tr¨¢gicos y vergonzosos en la historia de la "naci¨®n de inmigrantes¡±. Trump comenz¨® su campa?a presidencial acusando falsamente a los inmigrantes mexicanos de ser delincuentes y violadores y proponiendo la construcci¨®n de un muro en la frontera, proponiendo el fin de la ciudadan¨ªa por nacimiento (una se?a de identidad del derecho constitucional estadounidense desde el final de la Guerra de Secesi¨®n), anunciando el establecimiento de un registro de musulmanes, la reducci¨®n de la acogida a refugiados (o la negativa de asilo a nacionalidades enteras), la retirada de la financiaci¨®n federal a las ciudades santuario [que protegen a los inmigrantes indocumentados] y un enorme incremento de la detenci¨®n y la deportaci¨®n de inmigrantes ¡ªque ya est¨¢n en un nivel sin precedentes¡ª.
Estamos a punto de iniciar un periodo lleno de incertidumbres que quiz¨¢ acabe siendo uno de los m¨¢s tr¨¢gicos y vergonzosos en la historia de la ¡°naci¨®n de inmigrantes¡±
El momento actual remite a los Know Nothing de mediados del XIX y su violento anticatolicismo; a los movimientos nativistas posteriores contra los inmigrantes del sur y el este de Europa, que culminaron en la racista y restrictiva ley de cuotas por pa¨ªs de procedencia de 1924; a la histeria antialemana de la Primera Guerra Mundial. Tambi¨¦n trae a la memoria muchos otros movimientos de exclusi¨®n: como el desplazamiento forzoso de poblaciones ind¨ªgenas, la ley de expulsi¨®n de chinos de 1882 (un a?o antes de que Emma Lazarus escribiese su poema grabado en la Estatua de La Libertad), el acotamiento de una zona prohibida a los asi¨¢ticos de 1917, el internamiento de estadounidenses de origen japon¨¦s durante la Segunda Guerra Mundial, y la repatriaci¨®n (expulsi¨®n forzosa) durante los a?os treinta del siglo XX de un mill¨®n de estadounidenses de origen mexicano (m¨¢s de la mitad eran ciudadanos estadounidenses), es decir, el destierro de cerca de un tercio del n¨²mero total de mexicanos estadounidenses que hab¨ªa en aquella ¨¦poca.
La ¡°naci¨®n de la deportaci¨®n¡± de la actualidad se ha forjado mediante la militarizaci¨®n de la frontera; la aprobaci¨®n en 1996 de unas leyes federales draconianas que ampliaron enormemente las categor¨ªas de delitos que forzaban la expulsi¨®n; la creaci¨®n de una temible y bien dotada maquinaria para la detenci¨®n y deportaci¨®n de inmigrantes; el bloqueo ante cualquier reforma sustantiva de la legislaci¨®n federal, incluida la Ley DREAM de la administraci¨®n Obama; y la proliferaci¨®n de leyes y normativas estatales y locales que pretenden controlar la inmigraci¨®n a peque?a escala pese a los dictados constitucionales en sentido opuesto.
Resulta ir¨®nico que Barack Obama, que lleg¨® a la presidencia tras haber prometido reformar las leyes de inmigraci¨®n, abandonar¨¢ el cargo despu¨¦s del periodo en que se han producido el mayor n¨²mero de deportaciones de la historia de EE UU. La historia puede que no se repita, pero resuenan ecos.
Rub¨¦n G. Rumbaut, experto en la inmigraci¨®n estadunidense, es profesor distinguido de sociolog¨ªa en la Universidad de California.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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