El acoso a la disidencia crece en las calles de Turqu¨ªa
La reciente paliza propinada por una multitud a un dise?ador contrario a Erdogan ilustra el creciente clima de amedrantamiento
El pasado 2 de enero, tras publicar en las redes sociales un duro alegato contra el Gobierno de Turqu¨ªa en el que deseaba al pa¨ªs que se ¡°ahogase en su propia mierda¡±, el dise?ador turco Barbaros Sansal fue deportado del norte de Chipre, invadido por Turqu¨ªa. Pero al aterrizar en Estambul no solo le esperaba la polic¨ªa para detenerlo, sino tambi¨¦n una muchedumbre enfurecida, entre la que hab¨ªa varios empleados del aeropuerto, que le propin¨® una brutal paliza al grito de ¡°traidor¡± hasta que los agentes se lo llevaron arrestado (los agresores no han sido encausados). ?Se trata de un incidente aislado o es un hecho sintom¨¢tico de la situaci¨®n que vive el pa¨ªs euroasi¨¢tico? Desde luego, no es la primera vez que ocurre.
En los ¨²ltimos dos a?os, al calor del recrudecimiento del conflicto entre Ankara y el grupo armado PKK, decenas de negocios regentados por kurdos y sedes de partidos pol¨ªticos han sido atacados y varios ciudadanos de esa etnia han sido objeto de intentos de linchamiento por parte de grupos nacionalistas. Tambi¨¦n han vivido situaciones parecidas periodistas y medios cr¨ªticos e incluso un inmigrante turkmeno en quien varios estambul¨ªes creyeron reconocer al autor de la masacre de Nochevieja en el club Reina.
¡°Es un reflejo del estado mental en que se encuentra la sociedad turca, conmocionada por las experiencias traum¨¢ticas vividas durante el ¨²ltimo a?o y que busca a un chivo expiatorio¡±, sostiene Zafer Y?r¨¹k, experto en psicolog¨ªa social y profesor de Comunicaci¨®n en la Universidad Econ¨®mica de Esmirna: ¡°Se ve reforzado por un discurso gubernamental muy emocional, que carece de argumentaciones racionales y se basa en demonizar a las diferentes identidades que en cada momento considera su enemigo, sean los que protestaban en Gezi, los g¨¹lenistas, los kurdos o los periodistas cr¨ªticos¡±.
En los medios progubernamentales, de hecho, son constantes las campa?as de difamaci¨®n, muchas de ellas basadas en burdas teor¨ªas conspirativas pero que poco a poco van calando en la sociedad. Por ejemplo, que el atentado de Nochevieja en Estambul -asumido por el ISIS- fue en realidad ideado por una periodista turca a sueldo de la CIA o que los cocineros extranjeros que participan en programas de la televisi¨®n turca son en realidad esp¨ªas. Incluso cargos p¨²blicos, como el alcalde de Ankara, Melih G?k?ek, han participado en estos linchamientos medi¨¢ticos y el primer edil de la capital justific¨® el ataque al dise?ador Barbaros Sansal:¡°La naci¨®n turca reaccion¨® contra ¨¦l cuando sal¨ªa del avi¨®n. ?No irrites a la gente, Barbaros!¡±.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lleva a?os llamando a sus seguidores, a los muhtar (representantes de barrio) e incluso a los tenderos a vigilar las calles contra los ¡°enemigos de la patria¡±. Y muchos de ellos se sienten responsables de defender al Gobierno, m¨¢s a¨²n desde que su resistencia en las calles impidi¨® el golpe de Estado del pasado julio. ¡°Tras el golpe de Estado se not¨® un cambio de actitud de los islamistas. Se comportan de forma m¨¢s resoluta y m¨¢s seguros de s¨ª mismos, sinti¨¦ndose los due?os de la calle¡±, asegura una joven turca contraria al Gobierno que prefiere no dar su nombre.
En 2010, cuando el Ejecutivo de Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) a¨²n se aferraban a las reformas democratizadoras y a la adhesi¨®n a la UE, la avenida Istiklal de Estambul era un colorido manifest¨®dromo donde cada hora se ve¨ªa desfilar una protesta diferente (feministas, comit¨¦s de empresa, ecologistas, nacionalistas kurdos, nacionalistas turcos...), todo lo contrario que en la actualidad, cuando pr¨¢cticamente solo se permiten las manifestaciones islamistas. ¡°La calle en Turqu¨ªa siempre ha estado muy fragmentada, pero ahora la derecha y los islamistas se siente m¨¢s confiados y son m¨¢s visibles porque saben que tienen el respaldo del Gobierno¡±, opina el historiador estadounidense Ryan Gingeras, experto en Turqu¨ªa.
Con todo, la base movilizada del AKP ha cambiado con el tiempo. Si anta?o estaba liderada por familias moderadamente conservadores; ahora quienes ocupan las calles en su nombre son islamistas de largas barbas y combativos ultranacionalistas que hace una d¨¦cada apoyaban a peque?as formaciones extraparlamentarias hoy fagocitadas por el partido de Erdogan. ¡°El AKP es un partido catch-alI y por tanto, en cada momento se dirige a un segmento social diferente, a veces a los liberales, a veces a los kurdos, a veces a los conservadores, y ahora ha apostado por una ret¨®rica nacionalista barata¡±, analiza una periodista de un medio progubernamental que pide el anonimato.
Aunque no se trata de los grupos que auparon al poder a Erdogan a inicio de la pasada d¨¦cada, s¨ª que est¨¢n siendo claves para imponer una nueva hegemon¨ªa pol¨ªtica ¨Cen el sentido gramsciano- en este momento de transici¨®n en que se comienza a dibujar un nuevo orden, en este caso el cambio hacia un sistema presidencialista. ¡°El r¨¦gimen est¨¢ cambiando, se est¨¢ convirtiendo en m¨¢s personalista y centralizado. Pero a¨²n es dif¨ªcil decir si se tratar¨¢ solo de un cambio institucional, o tambi¨¦n cultural e ideol¨®gico¡±, apunta Gingeras.
Lo que no es nuevo es el agitar a las masas contra enemigos reales e inventados, pues seg¨²n mantiene el pensador turco Tanil Bora en uno de sus libros, en Turqu¨ªa existe un ¡°r¨¦gimen del linchamiento¡± y la tolerancia de los Gobiernos hacia este tipo de actos sugiere una ¡°constante¡± y, a la postre, una ¡°oficializaci¨®n¡± de esta pr¨¢ctica. Algo que no le resta peligro, de acuerdo con el profesor Yoruk: ¡°Se puede manipular y excitar a las masas, pero, una vez movilizadas, resulta imposible controlarlas por completo. El comportamiento de grupo responde a su propia psicolog¨ªa. As¨ª que los resultados pueden no ser los deseados y nadie puede garantizar que no vaya a haber m¨¢s ataques¡±.
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