Trump en Guant¨¢namo
La incapacidad de los presidentes para cumplir con lo que prometen es lo normal y Trump tendr¨¢ una dosis alta de promesas incumplidas
En 2007, el candidato presidencial Barack Obama prometi¨® que una de sus primeras medidas ser¨ªa clausurar la prisi¨®n en la base militar de EE UU en Guant¨¢namo, Cuba. Ya como presidente lo intent¨® varias veces y de diversas maneras. Ninguna funcion¨®. Despu¨¦s de ocho a?os de mandato, Obama deja la Casa Blanca y la prisi¨®n sigue all¨ª.?
Donald Trump tendr¨¢ muchas frustraciones como la de Barack Obama con Guant¨¢namo. De hecho, en el mundo de hoy eso es lo normal. Los presidentes, aun en los pa¨ªses m¨¢s autoritarios, confrontan m¨¢s limitaciones que nunca para hacer todo lo que quieren. Se podr¨ªa llamar el s¨ªndrome de Guant¨¢namo.
Si bien la incapacidad de los presidentes para cumplir con lo que prometen es lo normal, Trump tendr¨¢ una dosis anormalmente alta de promesas incumplidas y deseos insatisfechos. Esto es parad¨®jico, ya que este nuevo presidente va a contar con el apoyo de un Congreso dominado por su partido y una Corte Suprema inclinada a su favor. Pero esto no ser¨¢ suficiente para compensar las otras fuerzas que van a limitar su capacidad para llevar a cabo lo que ha prometido. Extraditar a millones de inmigrantes indocumentados, vetar la entrada de musulmanes al pa¨ªs, reemplazar por completo la reforma sanitaria impulsada por Obama, obligar a M¨¦xico a pagar por el muro que ¨¦l pretende construir en la frontera entre los dos pa¨ªses o autorizar el uso de la tortura son algunas de las promesas que Trump no podr¨¢ cumplir.
Los obst¨¢culos pol¨ªticos, las restricciones fiscales, los l¨ªmites impuestos por la econom¨ªa y la pol¨ªtica mundial, la inexperiencia y el estilo personal del presidente y, sobre todo, los tribunales ser¨¢n la fuente de muchas frustraciones para la Administraci¨®n que se acaba de estrenar en Washington.
Trump descubrir¨¢, por ejemplo, que algunas de sus iniciativas no cuentan con la simpat¨ªa de sus partidarios en el Congreso. Los senadores y congresistas republicanos no son un bloque monol¨ªtico, y su apoyo al presidente no es autom¨¢tico ni est¨¢ garantizado. Muchos l¨ªderes republicanos, por ejemplo, no comparten la sospechosa afinidad de su nuevo presidente con Putin y quieren una l¨ªnea dura hacia Rusia. Recientemente, en el Senado, Marco Rubio presion¨® a Rex Tillerson, el candidato a secretario de Estado, para que reconociera p¨²blicamente que el l¨ªder ruso es un criminal de guerra.
Trump tambi¨¦n descubrir¨¢ que el Congreso no le va a aprobar todo el dinero que sus costosos planes requieren. Adem¨¢s, el presidente quiere rebajar los impuestos, lo que har¨¢ que la brecha entre ingresos y gastos del Gobierno crezca significativamente. El d¨¦ficit fiscal ser¨¢ una espinosa fuente de fricciones entre Trump y sus compa?eros de partido, que tienen posiciones mucho m¨¢s conservadoras con respecto al gasto p¨²blico. El mundo tampoco le va a poner las cosas f¨¢ciles. No solo hay tratados y alianzas internacionales de los cuales EE UU no podr¨¢ zafarse f¨¢cilmente, sino que adem¨¢s las posiciones m¨¢s radicales de Trump provocar¨¢n reacciones de otros pa¨ªses que limitar¨¢n las opciones de la Casa Blanca. Sus pol¨ªticas tambi¨¦n pueden tener efectos inesperados que har¨¢n dif¨ªcil su implementaci¨®n.
M¨¦xico es un buen ejemplo. Durante el Gobierno de Obama, el n¨²mero de mexicanos que viven ilegalmente en EE UU se redujo en un mill¨®n con respecto al m¨¢ximo que alcanz¨® durante la Administraci¨®n de George W Bush. Pese a ello, Trump planea construir un muro de 3.000 kil¨®metros a un costo estimado en 25.000 millones de d¨®lares. Pero al mismo tiempo que propone el muro, tambi¨¦n propone medidas que van a hacer que m¨¢s mexicanos busquen la manera de llegar a Estados Unidos como sea. Aun antes de tomar posesi¨®n, Trump ha creado un ambiente que ya ha debilitado la econom¨ªa mexicana (el peso se ha devaluado y varias empresas han cancelado sus inversiones). Una econom¨ªa d¨¦bil crea menos empleos y peores salarios, lo cual estimula la emigraci¨®n hacia el norte; una inmigraci¨®n que el muro no impedir¨¢. A Europa no la separa de ?frica un muro sino un mar y ni siquiera eso detiene a inmigrantes decididos a llegar al viejo continente. No importa. El milmillonario Wilbur Ross, nuevo secretario de Comercio ha declarado que renegociar el acuerdo de libre comercio con M¨¦xico y Canad¨¢ es una prioridad para la Administraci¨®n Trump.?
Pero las batallas m¨¢s frecuentes y duras Trump no las tendr¨¢ en el Congreso o en la arena internacional, sino en los tribunales. Trump adoptar¨¢ muchas pol¨ªticas y tomar¨¢ decisiones que son legalmente vulnerables. Varias de sus promesas violan la Constituci¨®n o leyes estadounidenses. Grupos de oposici¨®n y organizaciones no gubernamentales que se ocupan de la protecci¨®n de los derechos civiles, de la defensa de los derechos humanos, del medioambiente, la libertad de prensa o que luchan por los derechos de las mujeres o los inmigrantes se est¨¢n preparando para confrontar en los tribunales las iniciativas de Trump. Gobiernos estatales como el de California ya han tomado medidas destinadas a contrarrestar algunas de las iniciativas que promete Washington.
Es indudable que Donald Trump tendr¨¢ mucho poder. Pero es igualmente indudable que ser¨¢ sorprendido por el s¨ªndrome de Guant¨¢namo.
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