Los ultras europeos exhiben unidad en su gran a?o electoral
AfD, cada vez m¨¢s cerca de los radicales franceses y holandeses, provoca con un llamamiento a pasar p¨¢gina de los cr¨ªmenes nazis


La guerra ideol¨®gica que divide a Europa se libra este fin de semana en Coblenza. Para observar la batalla, pocos lugares mejores que el centro de congresos de esta ciudad alemana donde confluyen los r¨ªos Mosela y Rin. A las puertas, unas decenas de j¨®venes acampados gritaban consultas en contra del nacionalismo y del racismo. "Ninguna persona es ilegal", dec¨ªa la pancarta a la que se aferraban. Dentro, dos hombres y dos mujeres se preparan para lanzar sus discursos incendiarios. Son la francesa Marine Le Pen, el holand¨¦s Geert Wilders, la alemana Frauke Petry y el italiano Matteo Salvini. Todos ellos, autodenominados como ¡°l¨ªderes de la nueva Europa¡±, est¨¢n decididos a transformar el continente en las elecciones que se celebrar¨¢n este a?o en al menos los tres primeros pa¨ªses.
Ser¨ªa dif¨ªcil encontrar una fecha m¨¢s simb¨®lica. El encuentro comienza pocas horas despu¨¦s de que Donald Trump haya asumido el cargo de presidente de Estados Unidos. Los dirigentes reunidos en Coblenza observan a este outsider que ha revolucionado la gran potencia mundial como ejemplo a seguir. El primero en entrar en acci¨®n ser¨¢ Wilders, cuyo xen¨®fobo Partido de la Libertad aspira a ser el m¨¢s votado en marzo. Le seguir¨¢ Le Pen, presidenta del Frente Nacional, con todas las papeletas para pasar a la segunda vuelta de las presidenciales de mayo. Y en Alemania, que votar¨¢ en septiembre, se da por segura la entrada en el Parlamento de los ultraconservadores por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Hace tan solo unos meses, esta reuni¨®n habr¨ªa sido imposible. Frauke Petry, copresidenta de los populistas antiinmigraci¨®n de Alternativa para Alemania (AfD), negaba hasta hace poco cualquier v¨ªnculo con figuras como Le Pen o Wilders. El trauma del nacionalsocialismo a¨²n pesa en Alemania, por lo que los populistas estaban habituados a un lenguaje algo m¨¢s moderado. Pero los remilgos son cada vez menores. El ¨¦xito de Trump en EE UU y las cada vez mejores expectativas electorales de AfD ¨Clas encuestas les pronostican un c¨®modo tercer puesto-, han convencido a sus dirigentes de las ventajas de un tono cada vez m¨¢s bronco y de mostrar una creciente sinton¨ªa con los radicales europeos.
AfD, un partido que se presenta como liberal-conservador pero que coquetea cada vez m¨¢s abiertamente con la ultraderecha, ha protagonizado esta semana una nueva pol¨¦mica que muestra su voluntad de romper tab¨²es que parec¨ªan intocables. Bj?rn H?cke, l¨ªder regional del partido y representante de su ala m¨¢s radical, escandaliz¨® a muchos al reclamar ¡°un giro de 180 grados¡± en la cultura imperante en Alemania de mantener vivo el recuerdo de los cr¨ªmenes nazis. Protest¨® por forma parte del ¨²nico pa¨ªs del mundo que dedica un espacio en el centro de su capital al episodio m¨¢s negro de su historia, en referencia al monumento de Berl¨ªn en recuerdo del Holocausto jud¨ªo. Y para ello us¨® una expresi¨®n confusa, que tanto pod¨ªa significar ¡°monumento vergonzoso¡± o ¡°monumento en recuerdo de la verg¨¹enza¡±.
La propia Petry, rival interna de H?cke, arremeti¨® contra su compa?ero de partido, al que defini¨® como ¡°un lastre para AfD¡±. Otros l¨ªderes le han llamado directamente ¡°nazi¡±. Tras el esc¨¢ndalo, el protagonista dijo que se le hab¨ªa malinterpretado, repitiendo una mec¨¢nica ya habitual en esta formaci¨®n: alguien lanza declaraciones explosivas que m¨¢s tarde pueden ser matizadas. Los populistas logran as¨ª un doble objetivo: acaparar la atenci¨®n durante unos d¨ªas y contentar a sus bases m¨¢s radicales. Y a los m¨¢s moderados se les tranquiliza con el argumento de que todo se debe a una malinterpretaci¨®n interesada de ¡°la prensa mentirosa¡±.
No es casual que AfD negara la entrada al acto de Coblenza a esos mismos periodistas a los que acusa de mentir. El partido se neg¨® a acreditar a medios tan importantes como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Der Spiegel, o la televisi¨®n p¨²blica ARD, aunque a ¨²ltima hora cambi¨® de opini¨®n. Los populistas alemanes emulan as¨ª otra de las pr¨¢cticas del reci¨¦n estrenado presidente de EE UU, que en su ¨²ltima rueda de prensa neg¨® la palabra al periodista de la CNN, canal al que acus¨® de ser la encarnaci¨®n de las fake news (noticias falsas).
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