M¨¦xico entrega la cabeza de El Chapo a Obama... y a Trump
La extradici¨®n, el ¨²ltimo d¨ªa de Obama y en v¨ªsperas de la investidura de Trump, es un intento de enviar una se?al de buena voluntad a EE UU en tiempos oscuros
El preso 3192 ya no est¨¢. Su celda de Ciudad Ju¨¢rez ha quedado vac¨ªa y el ocupante ha sido traslado a Nueva York. Con su salida, una ¨¦poca toca a su fin. La que con mano de hierro y sin ning¨²n escr¨²pulo manej¨® Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, El Chapo. El narco m¨¢s poderoso del planeta. El hombre que, al mando del c¨¢rtel de Sinaloa, humill¨® durante d¨¦cadas a M¨¦xico.
Atr¨¢s deja una guerra abierta. Los despojos de su imperio son disputados por propios y extra?os. Desde que fue capturado en enero del a?o pasado, el c¨¢rtel de Sinaloa ha entrado en descomposici¨®n. Formada por c¨¦lulas federadas, sin el liderazgo de El Chapo, cada una ha buscado ampliar su espacio. El resultado ha sido una revoluci¨®n interna, oscura y convulsa, en la que se enfrentan en un imposible juego de alianzas y traiciones los hijos de Guzm¨¢n Loera, el legendario y nunca detenido Mayo Zambada, el pujante C¨¢rtel Jalisco Nueva Generaci¨®n, y hasta espectros del pasado como Rafael Caro Quintero, El Narco de Narcos.
En esta lucha no hay piedad. Ni barreras. La madre de El Chapo ha visto su casa saqueada a plena luz del d¨ªa. Los hijos del narco han sido secuestrados. Y el propio feudo de El Chapo, hasta hace poco intocable, se ha visto cercado. A nadie se le escapa el mensaje. El rey ha ca¨ªdo y los tiburones se disputan su corona.
El Chapo es consciente de que su tiempo ya pas¨®. Pero ha luchado hasta el ¨²ltimo momento por seguir en tierras mexicanas. Recurso tras recurso, ha tratado de evitar su pesadilla: las c¨¢rceles de m¨¢xima seguridad estadounidenses. Ah¨ª no cabe la fuga ni el soborno. Lejos queda su huida en 2001 del penal de Puente Grande, donde corrompi¨® a 62 funcionarios y sali¨® oculto en un carro de ropa sucia. O la de 2015 cuando escap¨® de la prisi¨®n de El Altiplano por un t¨²nel de 1.500 metros c¨®modamente conectado al piso de su ducha.
Esa impunidad ya no existe. Ahora tendr¨¢ que hacer frente a una corte federal y penar en un laberinto sin sol, como lo hizo su?antiguo amigo, el terror¨ªfico G¨¹ero Palma. Su futuro queda as¨ª sellado. Y por mucho que intente negociar y acortar la condena, el d¨ªa que la cumpla, tendr¨¢ que volver a M¨¦xico y enfrentarse a m¨¢s acusaciones.
En su pa¨ªs, nadie le olvidar¨¢. Aunque cantado e incluso admirado, El Chapo ha sido durante a?os el mayor enemigo del Estado. Por narcos como ¨¦l, lanz¨® en 2006 el presidente Felipe Calder¨®n la bestial guerra que se ha cobrado ya m¨¢s de 100.000 vidas y 30.000 desaparecidos. Y por esa misma raz¨®n se resisti¨® durante tanto tiempo el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto a extraditarle. Tras su captura en 2014, el presidente quiso que penase en territorio nacional. Enviarle a Estados Unidos supon¨ªa demostrar la endeblez del Estado mexicano. Esta ceguera, propia del orgullo antiguo del PRI, permiti¨® una humillaci¨®n mayor: la fuga de Guzm¨¢n Loera de la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de El Altiplano.
Lograda su recaptura en enero pasado, el discurso cambi¨®. El presidente hizo de la extradici¨®n una cuesti¨®n de Estado. Los intentos de frenarla de nada sirvieron. Uno tras otro, los jueces rechazaron los recursos de El Chapo. Su destino qued¨® en manos del Gobierno y, por los extra?os caminos de la pol¨ªtica, fue a parar a la mesa de Luis Videgaray, precisamente el hombre que cay¨® fulminado en septiembre por organizar el encuentro de Pe?a Nieto con Trump y que ahora ha sido resucitado como canciller con el encargo de abrir la espinosa negociaci¨®n con el republicano. Un territorio explosivo, donde M¨¦xico, bajo la amenaza de deportaciones masivas y estrangulamiento econ¨®mico, se juega su futuro.
Hoy, en el aeropuerto de Ciudad Ju¨¢rez, el canciller Videgaray hizo subir al mayor narcotraficante del planeta a un avi¨®n militar. Era un regalo a Obama el ¨²ltimo d¨ªa de su presidencia. Pero tambi¨¦n a Trump en la v¨ªspera de su investidura. Un presente de M¨¦xico a Estados Unidos. El mayor narcotraficante del planeta convertido en una muestra de buena voluntad. Son tiempos oscuros.
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