El nuevo presidente de EEUU declara la guerra a los medios de comunicaci¨®n
Trump, en la sede de la CIA, y su portavoz, en su primera comparecencia, cargan contra la prensa
Donald Trump carg¨® este s¨¢bado contra la prensa en su primera comparecencia p¨²blica como presidente de Estados Unidos. Lo hizo entre aplausos, en un territorio sagrado para los servicios de inteligencia estadounidenses: la sede de la CIA, frente al muro de m¨¢rmol donde est¨¢n grabadas 117 estrellas en memoria de los empleados de la agencia de espionaje muertos en acto de servicio. El nuevo comandante en jefe, que hace unas semanas compar¨® las pr¨¢cticas de la CIA con las de la Alemania nazi, acusa a los medios de dar la impresi¨®n de que existe un enfrentamiento entre ¨¦l y los esp¨ªas estadounideneses, y sostiene err¨®neamente que mintieron sobre la asistencia a la jornada inaugural, el viernes.
La ofensiva de Trump y su portavoz contra la prensa tuvo lugar el mismo d¨ªa en que decenas de miles de personas se manifestaron contra ¨¦l en las calles de Washington, una multitud que llen¨® el centro de la capital y que contrast¨® con la asistencia el d¨ªa anterior.
"Estoy con vosotros en un 1.000%. El motivo por el que sois mi primera visita es que estoy embarcado en una guerra con los medios. Est¨¢n entre los seres humanos m¨¢s deshonestos de la tierra", en la sede la CIA dijo Trump, que altern¨® el tono jocoso con el combativo. Entre el p¨²blico se o¨ªan risas.
El presidente acus¨® tambi¨¦n a la prensa de mentir sobre la modesta cifra de asistencia a la jornada inaugural. Dijo equivocadamente que la multitud llegaba al monumento a Washington, situado el medio del National Mall, la avenida donde se celebr¨® la ceremonia. Y critic¨®, citando por su nombre, a un periodista de la revista Time que por error hab¨ªa afirmado que Trump retir¨® un busto de Martin Luther King del Despacho Oval.
Visi¨®n sombr¨ªa
En su primer d¨ªa completo como presidente, EE UU digiere el discurso inaugural de Trump. En su editorial de este s¨¢bado, el diario The New York Times esgrime que es una reevaluaci¨®n "distorsionada" de la historia estadounidense en que se ignoran las injusticias del pasado y los logros m¨¢s recientes. En la m¨ªsma l¨ªnea, The Washington Post argumenta que proyect¨® una visi¨®n pesimista y oscura que no coincide con la realidad del pa¨ªs.
En el discurso se percibe la influencia de Steve Bannon, el estratega jefe de Trump que presid¨ªa una publicaci¨®n de referencia para la derecha m¨¢s radical estadounidense. "Fue una declaraci¨®n sin adornos de los principios b¨¢sicos de su movimiento populista y en parte nacionalista", dice Bannon en una entrevista al Post.
El asesor ve paralelismos con la ret¨®rica del expresidente Andrew Jackson (1829-1837). E insta a compararlo con el discurso que dio esta semana en el foro de Davos el presidente chino, Xi Jinping, que, en contraste con Trump, se present¨® como el l¨ªder mundial de la globalizaci¨®n y el libre comercio. "Ver¨¢s dos visiones diferentes del mundo", dice Bannon.
Unos minutos despu¨¦s, en una comparecencia sin preguntas, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, mantuvo la ofensiva. Con argumentos falaces, como asegurar que jam¨¢s tanta gente hab¨ªa asistido a una ceremonia inaugural, denunci¨® que "algunos miembros" de los medios de comunicaci¨®n dieron "noticias falsas" durante la toma de posesi¨®n de Trump. Advirti¨® de que los periodistas "rendir¨¢n cuentas". Y habl¨® de una manipulaci¨®n intencionada de la cifra de asistentes a la investidura presidencial, pero no ofreci¨® ninguna prueba para respaldarlo.
La actitud ¡ªexigiendo explicaciones a los periodistas cuyo trabajo consiste precisamente en ped¨ªrselas a ¨¦l¡ª y el tono de voz, tenso e irritado, son poco habituales en un portavoz de la Casa Blanca, y menos en su primer encuentro con los periodistas con los que ¨¦l y el presidente lidiar¨¢n en los pr¨®ximos cuatro a?os. El mi¨¦rcoles, en la misma sala de prensa, Barack Obama se despidi¨® con una defensa encendida de la libertad de prensa y del derecho de los periodistas a pedir cuentas al poder.
La visita de Trump a la CIA no era un mitin en Iowa o Pensilvania, ni una tertulia de una radio conservadora, aunque por el tono lo pareciese. Era su primera jornada completa como presidente de la primera potencia mundial, pero parec¨ªa que la campa?a electoral no hubiese terminado: las mismas palabras, los mismos ataques.
Por si el discurso apocal¨ªptico y virulento del d¨ªa anterior, en el marco solemne de la inauguraci¨®n presidencial, hab¨ªa dejado dudas, en la sede de la CIA en Langley (Virginia) qued¨® del todo claro que el Trump presidente es igual que el Trump candidato. No quiere ser un pol¨ªtico al uso ¡ªgan¨® las elecciones precisamente con la promesa de acabar con usos pol¨ªticos tradicionales¡ª ni respetar las normas no escritas que han reglamentado el comportamiento de los l¨ªderes de este pa¨ªs desde hace siglos. Los ataques a los medios de comunicaci¨®n, identificados por ¨¦l y muchos conservadores con las ¨¦lites progresistas, son un recurso constante y eficaz en sus discursos.
No hay que buscar demasiado en las hemerotecas para descubrir que, en contra de lo que Trump afirma, s¨ª se ha enfrentado a los servicios secretos de EE UU desde que el 8 de noviembre gan¨® las elecciones presidenciales ante la dem¨®crata Hillary Clinton.
En diciembre se public¨® que la CIA ve¨ªa la mano del presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, detr¨¢s de la interferencia rusa en favor de Trump durante la campa?a. La respuesta de Trump consisti¨® en descalificar a la CIA y recordar sus errores con las inexistentes armas de destrucci¨®n masiva en Irak.
El choque se recrudeci¨® cuando a principios de enero se filtr¨® que la CIA y otras agencias de inteligencia hab¨ªan entregado a Trump un informe con rumores no corroborados sobre una supuesta grabaci¨®n sexual del nuevo presidente en Mosc¨². Trump reaccion¨® en la red social Twitter, su plataforma predilecta para comunicar sus opiniones. ¡°Las agencias de inteligencia no deber¨ªan haber permitido que estas ¡®noticias falsas¡¯ se filtraran al p¨²blico. ?Vivimos en la Alemania nazi?¡±. Al d¨ªa siguiente, en una rueda de prensa, dijo: ¡°Era algo que la Alemania nazi habr¨ªa hecho, y hac¨ªa¡±.
Comparar a los propios esp¨ªas ¡ªlos que, desde el 20 de enero, ¨¦l dirige¡ªcon un r¨¦gimen criminal y totalitario que perpetr¨® el Holocausto fue, adem¨¢s de una frivolizaci¨®n de la historia, un insulto que dif¨ªcilmente podr¨ªa haberse imaginado nunca en boca del presidente de una vieja democracia como la estadounidense.
¡°Diles a las familias de estos 117 funcionarios de la CIA a los que se recuerda en el muro del honor que sus seres queridos, que dieron sus vidas, son comparables a los nazis¡±, dijo el director saliente de la CIA, John Brennan, a The Wall Street Journal. ¡°Me pareci¨® muy repugnante, y siempre defender¨¦ la integridad y el patriotismo de mis funcionarios que han hecho tanto durante a?os para sacrificarse por sus conciudadanos¡±.
En la sede de la CIA, Trump afirm¨® falsamente que ¨¦l se hab¨ªa opuesto a la invasi¨®n de Irak de 2003, y a?adi¨®: "Si nos hubi¨¦semos quedado con el petr¨®leo, no habr¨ªamos tenido al ISIS, porque as¨ª es como hacen dinero, as¨ª que nos habr¨ªamos tenido que quedar con el petr¨®leo. Quiz¨¢ tengamos otra oportunidad"
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