La juez que puso la primera zancadilla al presidente Trump
Ann Donnelly dirigi¨® como fiscal la investigaci¨®n de uno de los fraudes contables m¨¢s sonados en Wall Street
Como la gran mayor¨ªa de los que residen en la ciudad de los rascacielos, Ann Donnelly es de fuera. Exactamente de Royal Oak, una peque?a localidad que no llega a los 60.000 habitantes en Michigan. El barrio de Brooklyn, donde ejerce desde hace algo m¨¢s de un a?o como juez en la corte del Distrito Sur de Nueva York, suma 2,6 millones habitantes. El s¨¢bado puso el primer palo legal a la pol¨ªtica migratoria del presidente de Estados Unidos.
La zancadilla de la juez neoyorquina fue seguida por una quincena de jueces y fiscales en todo el pa¨ªs, que con su ejemplo adoptaron ¨®rdenes de emergencia similares para limitar la aplicaci¨®n de la orden ejecutiva de Donald Trump. En algunos casos, como el de Boston, se prohibi¨® la detenci¨®n de personas con permiso de residencia o visado en regla. Otros, como el de Alexandria, exigen que se facilite el acceso de los afectados a asistencia legal.
Donnelly, que seg¨²n su biograf¨ªa oficial estudi¨® derecho en las universidades de Michigan y Ohio, ocupa el cargo de juez federal desde finales de octubre de 2015. Tuvo que esperar diez meses desde que fue nominada por el ex presidente dem¨®crata Barack Obama hasta poder conseguir la confirmaci¨®n del Senado. Su carrera es el ejemplo de c¨®mo se puede escalar, hasta el punto de llegar desafiar a la persona m¨¢s poderosa del mundo.
Trabaj¨® durante 25 a?os como fiscal para Robert Morgenthau en el Distrito de Manhattan. En esa etapa se especializ¨® en perseguir cr¨ªmenes violentos, conforme iba creciendo su reputaci¨®n. En 2005 se puso al frente de la oficina del fiscal que persigue en la ciudad de Nueva York los casos de abusos a menores. Su nombre salt¨® a los titulares cuando lider¨® el equipo de fiscales que investig¨® el fraude contable de Dennis Kozlowski en Tyco.
Fue un caso de gran complejidad y que fue clave para perseguir los delitos de guante blanco que mancharon Wall Street tras el estallido de la burbuja tecnol¨®gica. Kozlowski utiliz¨® 100 millones de d¨®lares de la compa?¨ªa para su beneficio personal, con fiestas de cumplea?os millonarias. Antes de asumir el cargo de juez federal, sirvi¨® durante seis a?os como magistrada estatal. Tambi¨¦n presidi¨® juicios ficticios para ayudar a formar a los abogados.
Los que la conocen la consideran una persona astuta, con compasi¨®n, justa y con un temperamento abierto. Se puede ver en su orden, cuando describe que el decreto de Donald Trump puede ocasionar ¡°un da?o irreparable¡± a los deportados. Y como demostr¨® en la causa contra Kozlowski, no se deja amedrentar la atenci¨®n p¨²blica. Como ella mismo dice, ¡°rompe camino mientras corre¡±.
Donnelly, de 57 a?os, est¨¢ casada y tiene dos hijas. El senador neoyorquino Charles Schumer, l¨ªder de los dem¨®cratas en la c¨¢mara legislativa, es amigo personal de la juez de cuando sus hijas jugaban juntas al baloncesto en St. Savior. Fue, de hecho, el que hizo la recomendaci¨®n en la audiencia para su nominaci¨®n. El Senado acab¨® respaldando su nominaci¨®n con 95 votos a favor y dos en contra.
La corte de Brooklyn es, adem¨¢s, una de las m¨¢s poderosas en el sistema judicial estadounidense a la hora de hacer que se respectan los principios de la Constituci¨®n. Est¨¢ integrada por una treintena de jueces y 17 de jueces magistrados. El asiento que ocupa en la magistratura fue creado en 1978. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, Donnelly manda el mensaje Trump de que la justicia vigila sus movimientos.
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