La nieve se ti?e de sangre en Quebec

La cafeter¨ªa en la que trabaja Ludovic, un canadiense de 27 a?os, est¨¢ en la misma calle que el Centro Cultural Isl¨¢mico de Quebec. ?l no oy¨® los disparos que mataron, la noche del domingo, a seis personas que rezaban en la mezquita, ubicada a una cuadra. Pero tard¨® poco en darse cuenta de que algo extra?o hab¨ªa ocurrido: varias personas llegaron corriendo hist¨¦ricas al establecimiento. Buscaban refugio. No fueron las ¨²nicas. La cafeter¨ªa Bo?te ? Pain no cerr¨® en toda la noche: se convirti¨® en el lugar de acogida de los fieles que hu¨ªan de la mezquita, y del personal de seguridad y periodistas que acudieron a la zona.

Ludovic tiene la misma edad que Alexandre Bissonnette, el canadiense franc¨®fono que la polic¨ªa ha detenido y considera el ¨²nico autor del ataque con tintes islam¨®fobos. Mientras el empleado habla del tiroteo no puede ocultar su asombro. ¡°Esta no es una comunidad violenta. Es segura¡±, dice en el mostrador del local. ¡°Fue un gran shock. Esta no es nuestra forma de vida¡±.

El joven lleva puestas unas botas negras. Sus zapatillas de trabajo se las prest¨® a un hombre que lleg¨® descalzo desde la mezquita. Tem¨ªa por su vida, se hab¨ªa escapado lo m¨¢s r¨¢pido que pudo durante el rezo, dejando atr¨¢s sus pertenencias.

La polic¨ªa ha bloqueado todos los accesos a la mezquita, que est¨¢ rodeada de casas en Sainte-Foy, un barrio residencial de clase media. Los vecinos dicen que los franc¨®fonos blancos son mayor¨ªa en la zona, pero que tambi¨¦n hay residentes musulmanes y negros.

Las luces de las sirenas policiales y el blanco en las laderas protagonizan el paisaje. La calle, como toda la ciudad, est¨¢ sepultada por nieve. Hay paredes blancas de uno o dos metros de altura en las aceras.

El fr¨ªo intenso (a 10 grados bajo cero la noche del lunes) no frena al reguero de personas que acude a colocar velas y dedicatorias en un memorial improvisado a las seis v¨ªctimas, que eran hombres entre los 39 y los 60 a?os. La mayor¨ªa de personas en el memorial son blancas. Se ven pocos musulmanes. Una mujer con un velo isl¨¢mico se esmera en encender las velas que van apag¨¢ndose con el viento. Dos mujeres y un hombre de unos 50 a?os debaten sobre si Quebec ha dejado de ser una provincia segura, en que los sucesos violentos son ins¨®litos.

El tiroteo ha sacudido el emblema canadiense de multiculturalidad y pacifismo. Ha sucedido lo que nadie parec¨ªa esperar, pero que tampoco era inimaginable si se tiene en cuenta que la mezquita hab¨ªa sufrido varios ataques en los ¨²ltimos meses. ¡°Estamos unidos¡±, reza un cartel en el memorial. ¡°Est¨¢is bienvenidos, os queremos¡±, dice otro en alusi¨®n a los inmigrantes musulmanes.

Otro critica la ret¨®rica de "odio" del presidente estadounidense, Donald Trump, que atiz¨® en campa?a un discurso discriminatorio y que el viernes aprob¨® un veto a la llegada a EE UU de ciudadanos de siete pa¨ªses musulmanes.

?l estudia en la Universidad Laval, donde tambi¨¦n lo hizo el tirador y que est¨¢ ubicada cerca de la mezquita. La mayor¨ªa de sus compa?eros de clase, asegura, son inmigrantes. ¡°La gente es muy abierta, comprensiva. Mis profesores tratan a los inmigrantes del mismo modo que a los quebequeses¡±, explica. ¡°En general, los quebequeses no tienen problemas con los musulmanes¡±.

El hombre tunecino est¨¢ dolido. Busca respuestas. Pero se muestra esperanzado de que Canad¨¢ seguir¨¢ haciendo de la acogida a los extranjeros una se?a de identidad. ¡°No creo que Canad¨¢ cambie y vaya a convertirse en un pa¨ªs cerrado¡±, dice en referencia a la pol¨ªtica fronteriza aplicada por Trump en EE UU. ¡°Cualquiera que trabaje y se esfuerce es bienvenido¡±.