Eddie Izzard o el humor como arma contra el ¡®Brexhate¡¯
El c¨®mico brit¨¢nico present¨® su espect¨¢culo de 60 minutos en castellano sin conocer el idioma mientras su pa¨ªs se escinde de la Uni¨®n Europea
La sala Ancona de Madrid se apresura a ocupar sus asientos justo a tiempo para que una figura femenina suba al escenario y reciba su primera ovaci¨®n de la noche en un humilde gesto de agradecimiento. Un suspiro antes de comenzar y una peque?a confusi¨®n en el calentamiento, corregida por su atento hermano ipad en mano, dan lugar a una tormenta de humor ¨¢cido y transgresor que embriaga al espectador en una suerte de borrachera hilarante.
No hay tiempo para prepararse para lo que viene a continuaci¨®n. Eddie Izzard pone en marcha el repertorio que lo ha aupado a ser considerado una de las grandes figuras del humor en un idioma del que apenas chapurrea alguna palabra que otra. No falla en un solo acento ni se deja una palabra. Lo recita de memoria y sin descanso. Agradece los aplausos, pero pide con un gesto de la mano que no se prolonguen con gesto de concentraci¨®n. Todo esto acontece en un momento en el que Reino Unido inicia su proceso de salida de la Uni¨®n Europea, recientemente activado por la C¨¢mara de los Comunes.
Viste una ce?ida americana, una elegante falda y tacones. Su pelo corto y ligero y maquillaje le confieren el aspecto de una amable mujer con la que disfrutar de t¨¦ en un bar de Cavalry. Pero pronto se contradice con sus chistes sobre dioses, sacrificios humanos, domas en armarios o su gran cl¨¢sico, con Darth Vader pidiendo espaguetis carbonara en una cantina. El punto extra de picante lo a?ade el carrusel de improperios espa?oles que despliega, como si llevase una vida escuchando la jerga local.
No es la primera vez que lo hace. Alemania y Francia ya fueron testigos de su magnetismo. En el futuro har¨¢ lo propio en ¨¢rabe y en ruso. Tampoco hay dinero de por medio. Izzard ha llenado estadios con aforo de m¨¢s de diez mil localidades en Reino Unido y Estados Unidos. Tiene algo que contar al mundo. En una ¨¦poca de nacionalismos exacerbados, el c¨®mico apuesta por abrazar lo diferente. Cuando unos mandan construir murallas, ¨¦l pide derribar barreras. Niega la quimera de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
¡°Es un tiempo de Brexhate y Trumphate y de volver a los a?os 30. Y si no funcion¨® bien en aquel momento, no lo har¨¢ esta vez. Hay que luchar y revelarse, de la forma que sea. Es bueno sentirte orgulloso de tu pa¨ªs pero hay que llegar a otros. Tenemos que hacer de este mundo uno solo para darles a todos una oportunidad o nos borraremos de la faz de la Tierra. Correr y esconderse no es suficiente. Construir muros y odiar no funciona¡±, proclama al final de su actuaci¨®n, a la vez que anuncia una gira por Am¨¦rica Latina que iniciar¨¢ en Ciudad de M¨¦xico. A su vuelta, pretende recorrer toda la geograf¨ªa espa?ola.
El compromiso del artista con lo pol¨ªtico va m¨¢s all¨¢ del espect¨¢culo. Eddie Izzard pretende presentar su candidatura como miembro del parlamento de Reino Unido para representar en la Casa de los Comunes al partido laborista. No se sabe cuando el chiste se separa de la realidad, cuando es el artista o la persona la que habla. Solo hay un patr¨®n com¨²n: El poder de la risa ante el odio. Su ¨²nica arma un micr¨®fono, su ¨²nico escudo el aplauso de un p¨²blico entregado.
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