¡°Las cuatro de la madrugada era la hora de las torturas¡±
Un joven hoy refugiado en Europa relata los tres a?os de torturas que vivi¨® en las c¨¢rceles del Gobierno sirio
Con 30 kilos m¨¢s en el cuerpo y la distancia que da el vivir a 3.170 kil¨®metros de la ¨²ltima c¨¢rcel siria que pis¨®, Omar El Shogre puede hoy hablar del infierno en vida. Sobrevivi¨® durante tres a?os a m¨¢s de cinco prisiones del Gobierno sirio. ¡°La muerte era el camino m¨¢s f¨¢cil, mucho m¨¢s que soportar todo lo que nos hicieron¡±, dice al tel¨¦fono desde Estocolmo, ciudad en la que vive desde hace 14 meses.
A El Shogre no le tiembla la voz al relatar c¨®mo una tarde cualquiera de noviembre de 2012 varios hombres de los servicios de la inteligencia militar siria aporrearon la puerta. Ten¨ªa 17 a?os y viv¨ªa con su t¨ªa en Banias, localidad costera siria, donde cursaba el bachillerato. ¡°Entraron y me llevaron. As¨ª sin m¨¢s. Como se llevaron a tantos otros por simplemente ser j¨®venes y vivir en un pa¨ªs donde hab¨ªa manifestaciones¡±.
De camino a la comisar¨ªa comenzaron los golpes. ¡°?A cu¨¢ntos soldados has matado? ?Qu¨¦ armas has utilizado?¡±, le gritaron en los primeros interrogatorios. De los golpes con palos, pasaron a los golpes con varas de metal. De las quemaduras en la piel con cigarrillos y mecheros, pasaron a las descargas el¨¦ctricas. Las epidemias o las raciones de comida y agua que ¡°no bastar¨ªan ni a un pajarillo¡±, eran las menos de sus preocupaciones.
Entonces comenzaron los abusos sexuales. ¡°Eleg¨ªan a dos presos y a uno le dec¨ªan que violara al otro. El que se negaba era ejecutado. No hab¨ªa m¨¢s opciones. Ser violado, violar o morir¡±. Abusos que sufri¨® en primera persona y cuyo testimonio recoge el informe de Amnist¨ªa Internacional?que denuncia miles de ahorcamientos en una c¨¢rcel del Gobierno sirio.?¡°Nadie admitir¨¢ que esto les pas¨® a ellos, pero pas¨® muy a menudo¡±.
Al Shogre neg¨® y neg¨® las acusaciones vertidas sobre ¨¦l. Pero sucumbi¨® al miedo y a las torturas y un d¨ªa admiti¨® ¡°haber matado a muchos soldados y haber utilizado todo tipo de armas¡±. Se retract¨® durante el breve juicio al que asisti¨® casi como oyente, algo que le vali¨® de poco porque fue inmediatamente transferido a la prisi¨®n de Saidnaya, en las afueras de Damasco. Entre rejas, el calendario semanal se convirti¨® en una constante cita con la muerte. ¡°Cada noche, las cuatro de la madrugada era la hora de las torturas. Cada domingo, lunes y martes llegaban las furgonetas en las que se cargaban la pila de cuerpos inertes¡±.
Al Shogre cont¨® 36 hombres hacinados en una celda de 25 metros cuadrados. Con la masificaci¨®n llegaron las enfermedades y con estas los compa?eros de celda moribundos. A cada muerto aporreaban la puerta para que se llevaran el cuerpo. ¡°A cada cad¨¢ver le reemplazada un vivo, otro preso. El ciclo nunca se cerraba¡±. Algunos nunca regresaron de las sesiones de tortura. Entre los all¨ª cautivos, el joven asegura que tambi¨¦n hab¨ªa extranjeros desde tunecinos a libios o palestinos.
Se qued¨® en 35 kilos tras vivir entre las paredes de unas celdas donde presenci¨® y sufri¨® muerte, violaciones y torturas, y donde cumpli¨® la mayor¨ªa de edad. ¡°Puede que en Europa las c¨¢rceles est¨¦n llenas de criminales, pero en Siria est¨¢n llenas de buena gente, de presos pol¨ªticos y de j¨®venes sin cr¨ªmenes¡±. Contra todo pron¨®stico, Al Shogre sobrevivi¨®, los a?os suficientes para que un d¨ªa aporrearan de nuevo la puerta y fuera puesto en libertad. No fue por falta de pruebas ni por juicio alguno asegura, sino ¡°porque mi madre dio con el guarda apropiado tras reunir los 15.000 d¨®lares que costaron mi libertad¡±.
Con la piel pegada a los huesos y sin apenas cabello en la testa, la libertad le devolvi¨® a la realidad. Se convirti¨® en otro sirio m¨¢s con los problemas de un pa¨ªs en guerra. Su padre y dos hermanos, le contaron, hab¨ªan muerto en una masacre durante su encarcelamiento. Recuper¨® los kilos suficientes para emprender camino y lanzarse, como lo hicieran otros cinco millones de conciudadanos, al periplo del refugiado. Lleg¨® a Turqu¨ªa. No le gust¨® lo que vio. "Los empleados de la ONU con los que lidi¨¦ resultaron ser unos corruptos y unos mentirosos. El refugiado que ten¨ªa dinero pudo volar a Canad¨¢. A m¨ª, mi testimonio no me sirvi¨® de nada". Desde all¨ª, como cerca de otro mill¨®n de refugiados sirios, decidi¨® buscar mejor suerte en Europa y cruz¨® en noviembre de 2015 a Grecia. Continu¨® el tortuoso camino atravesando cada uno de los pa¨ªses que le separaban de Alemania. ¡°Al llegar vi que la situaci¨®n estaba muy mal para nosotros all¨ª, as¨ª que al final decid¨ª probar suerte en Suecia¡±, adonde lleg¨® en diciembre del mismo a?o.
La imagen de perfil de Whastapp de hoy de Omar el Shogre es la de un joven de 21 a?os saludable y sonriente. ¡°Hay quien sobrevivi¨® a la c¨¢rcel pero no pudo superar mentalmente lo que all¨ª vivi¨®. Va con la personalidad de cada uno¡±. ?l ha decidido descargar la pesada mochila, aprender a "defenderse en sueco" y poner fin a la entrevista porque no quiere llegar tarde a esa empresa de telefon¨ªa m¨®vil en la que trabaja.
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