La popularidad de Schulz amenaza la victoria de Merkel
Los socialdem¨®cratas colocan a Steinmeier como jefe del Estado y logran superar a la CDU en una encuesta
?Puede un solo hombre resucitar a una socialdemocracia en estado de coma? ?Triunfar¨¢ Martin Schulz en el duelo con Angela Merkel que sus tres antecesores perdieron? Son las preguntas que estos d¨ªas recorren Alemania. La proclamaci¨®n del expresidente del Parlamento Europeo como nuevo hombre fuerte del SPD ha devuelto el inter¨¦s a las elecciones del 24 de septiembre, que ahora parecen impredecibles. Todas las encuestas otorgan a su partido una subida espectacular, e incluso una le sit¨²a por delante de los democristianos. El SPD coron¨® el domingo una semana de gloria al elevar a su candidato, Frank-Walter Steinmeier, a la jefatura del Estado.
Hace medio a?o, nadie podr¨ªa haberlo anticipado. Todo apuntaba entonces a que el Partido Socialdem¨®crata (SPD), que en 2016 vivi¨® humillaciones como verse superado por la formaci¨®n xen¨®foba AfD en Estados tan importantes como Baden-W¨¹rttemberg, estaba condenado a encajar este a?o una derrota hist¨®rica. Ahora, en cambio, se ven capaces de tratar de t¨² a t¨² a la Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU) de Merkel.
El salto en las encuestas es espectacular. En solo tres semanas han pasado de un entorno del 20% a rozar el 30%. Mientras, los democristianos ceden posiciones hasta colocarse, seg¨²n los estudios, unos pocos puntos por encima o incluso uno por detr¨¢s, algo que hac¨ªa muchos a?os que no ocurr¨ªa. Si la encuesta se centra en las simpat¨ªas personales y no en la intenci¨®n de voto a partidos, Schulz gana a Merkel por goleada. ¡°Nunca hab¨ªamos visto un cambio tan brusco en tan poco tiempo en las preferencias de los partidos¡±, asegura Torsten Schneider-Haase, de la empresa que elabora los estudios de opini¨®n para el Bild.
La doble victoria del perdedor Sigmar Gabriel
Debe de ser duro para Sigmar Gabriel. El l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata (SPD) desde 2009 y vicecanciller de la gran coalici¨®n observa estos d¨ªas la euforia que se ha apoderado de su partido nada m¨¢s anunciar su renuncia. Pero lo cierto es que los dos grandes tantos pol¨ªticos que los socialdem¨®cratas se acaban de apuntar ¨Cel nombramiento de Frank-Walter Steinmeier como presidente federal y el repunte de intenci¨®n de voto en las encuestas fruto del efecto Schulz- hay que atribu¨ªrselos a Gabriel.
Fue ¨¦l el que propuso de forma unilateral a Steinmeier como nuevo jefe de Estado. El movimiento cogi¨® por sorpresa a Angela Merkel, que trat¨® de buscar en sus filas alguien que hiciera frente al socialdem¨®crata. Pero las negativas de varios de los consultados y las escasas garant¨ªas de lograr la mayor¨ªa necesaria para un candidato alternativo oblig¨® finalmente a la l¨ªder democristiana a pasar por el mal trago de apoyar a un rival para un puesto tan importante a pocos meses de las elecciones.
El nombramiento de Schulz tambi¨¦n es obra de Gabriel. Sus paup¨¦rrimos ¨ªndices de popularidad le convencieron de que no era la persona id¨®nea para enfrentarse a Merkel y opt¨® por alguien alejado de la pol¨ªtica nacional. Al no haber participado en la gran coalici¨®n, Schulz tiene las manos m¨¢s libres para criticar la actuaci¨®n del Gobierno durante los ¨²ltimos cuatro a?os. La jugada ser¨¢ adem¨¢s completa. Schulz ¨Ca diferencia de sus dos antecesores- no ir¨¢ a las elecciones como candidato a canciller sin contar con el liderazgo del partido: un congreso del SPD deber¨¢ entronizar al antiguo presidente del Parlamento Europeo como l¨ªder absoluto. Gabriel, mientras tanto, se conforma con su reci¨¦n estrenado cargo de ministro de Exteriores. Dice que ahora tendr¨¢ m¨¢s tiempo para disfrutar de su segunda paternidad.
No hay a¨²n nada decidido. Y la burbuja Schulz podr¨ªa desinflarse a medida que el candidato se vea obligado a concretar en un programa sus bonitas palabras a favor de la justicia social y de elevar los salarios. Pero lo m¨¢s importante es que ha bastado su irrupci¨®n en la pol¨ªtica alemana para inyectar euforia en un partido que a¨²n no se hab¨ªa recuperado de las reformas del canciller Gerhard Schr?der, que muchos votantes tradicionales vieron como una traici¨®n a la clase trabajadora. El SPD, que en los ¨²ltimos 25 a?os ha perdido a la mitad de sus militantes, dio la bienvenida a cerca de 5.000 nuevos afiliados en las dos semanas siguientes al anuncio de Schulz. Uno de ellos es Rudolf Beier, de 93 a?os. ¡°Cuando vi que Schulz iba a ser candidato, despert¨® mi inter¨¦s. Tiene mucho carisma e hizo un gran trabajo como presidente del Parlamento Europeo¡±, aseguraba a un diario local este anciano que ya milit¨® en las juventudes socialdem¨®cratas durante la Rep¨²blica de Weimar, antes de la llegada de Hitler al poder.
Mientras los l¨ªderes del SPD sonr¨ªen, en las filas democristianas empieza a detectarse cierto nerviosismo. La comparecencia de la pasada semana en la que Merkel y el l¨ªder de la CSU b¨¢vara, Horst Seehofer, deb¨ªan sellar la paz tras a?o y medio de ataques brutales recordaba m¨¢s a un funeral que a un acto festivo. El semblante serio y apesadumbrado de Merkel no parec¨ªa anunciar nada nuevo. En la CDU, el discurso oficial es de tranquilidad y de confianza en que las aguas volver¨¢n a su cauce. Mientras, la oleada de ataques ya ha empezado. ¡°Cuando Schulz pide ¡®devolver la grandeza a Europa¡¯ hace lo mismo que Trump. Y cuando evoca de forma populista una supuesta divisi¨®n de la sociedad, sigue los m¨¦todos de la posverdad de la campa?a electoral en EE UU¡±, golpeaba este fin de semana en Der Spiegel el ministro Wolfgang Sch?uble.
Schulz ha irrumpido con un discurso a favor de los ciudadanos que, pese al ¨¦xito macroecon¨®mico de su pa¨ªs, sienten que se les ha dejado atr¨¢s. ¡°Alemania no es un pa¨ªs justo. Millones de personas sienten que no les va bien¡±, asegura. Pero las dificultades son evidentes. A los socialdem¨®cratas les va a costar lavarse las manos ante la situaci¨®n de un pa¨ªs que han gobernado en coalici¨®n con Merkel ocho de los ¨²ltimos doce a?os y en el que dominan la mayor parte de los Estados federados. Schulz, adem¨¢s, deber¨¢ demostrar que sus m¨¢s de 20 a?os como eurodiputado en Bruselas no le han alejado del d¨ªa a d¨ªa de los alemanes. Una buena muestra la dio en una reciente entrevista en horario de m¨¢xima audiencia, en la que habl¨® de su deseo de subir el salario m¨ªnimo, pero fue incapaz de precisar cu¨¢nto.
M¨¢s all¨¢ de las bondades de su candidato, el repunte del SPD muestra un cierto agotamiento ciudadano tras 12 a?os de merkelato. La irrupci¨®n de la nueva estrella de la socialdemocracia es tambi¨¦n una mala noticia para Alternativa para Alemania (AfD): al aparecer un actor con ganas y posibilidades de llegar a la Canciller¨ªa, a los populistas antiinmigraci¨®n se les agota el discurso de que son la ¨²nica alternativa a Merkel.
Schulz, por ahora, ofrece m¨¢s sentimientos que otra cosa. Su discurso de cercan¨ªa con el alem¨¢n medio ¨Creforzado con datos biogr¨¢ficos como el alcoholismo que en la juventud le llev¨® al borde del suicidio o su abandono de los estudios secundarios- parece haber calado. Frente a una Merkel impenetrable y poco dada a las confesiones, Schulz ofrece cercan¨ªa. Est¨¢ por ver si estas cualidades le bastan para repetir la gesta de Schr?der en 1998, cuando acab¨® con 16 a?os de poder de Helmut Kohl.
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