La doblez del general Flynn acecha a Trump
Los dem¨®cratas piden la comparecencia del ex consejero de Seguridad NacionaI. Un proceso penal sobre su conducta con la oscura trama rusa es posible
Fue fulminado por Obama, cay¨® en desgracia con Trump y ahora el futuro de la Casa Blanca depende de ¨¦l. El teniente general retirado Michael Flynn, un hombre curtido en los horrores de la guerra, jefe de inteligencia de unidades de ¨¦lite como los SEAL y Delta Force, se ha vuelto el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil del esc¨¢ndalo de espionaje que acosa al presidente. Su llamada el 29 de diciembre al embajador ruso Sergey Kislyak le ha situado en el centro de una investigaci¨®n del FBI cuyas consecuencias pueden ser demoledoras. Sus titubeos y ocultamientos, considerados por muchos como mentiras, han entrado a formar parte de un polvor¨ªn que, si el Departamento de Justicia quiere detonar, abrir¨¢n las puertas a una acci¨®n penal. Un proceso que someter¨ªa a juicio la larga sombra del Kremlin en Washington. La peor pesadilla para Trump.
El paso a¨²n no ha sido dado. Pero los elementos ya est¨¢n ah¨ª. El primero y m¨¢s vol¨¢til ha sido el testimonio que brind¨® Flynn el pasado 24 de enero al FBI. En esa fecha, el antiguo general dirig¨ªa el Consejo de Seguridad Nacional, un organismo con acceso a los mayores secretos de Estado. Ante los agentes federales neg¨® haber discutido con el embajador Kislyak las sanciones que ese mismo d¨ªa decidi¨® Obama contra el Kremlin. Esta fue la versi¨®n que durante semanas mantuvo, pero que ahora ha entrado en barrena al destaparse una grabaci¨®n, supuestamente tomada por los servicios de contraespionaje, que muestra lo contrario.
El golpe es de enorme gravedad. Si el Departamento de Justicia entiende que Flynn minti¨® al FBI, se le podr¨ªa abrir una causa penal. De momento, la decisi¨®n no ha sido tomada. La investigaci¨®n sigue en marcha y fuentes pr¨®ximas a la fiscal¨ªa han se?alado que tienen dudas de que hubiese mala fe en su conducta. Pero como han indicado numerosos expertos, la caja de sorpresas en que se ha convertido el caso sigue abierta y con ella la posibilidad de otro giro en las pesquisas.
La apertura de un proceso al defenestrado consejero de Seguridad Nacional disparar¨ªa el voltaje del esc¨¢ndalo. No s¨®lo porque ensanchar¨ªa la investigaci¨®n de la trama rusa. Tambi¨¦n supondr¨ªa un mazazo en la frente de Trump. El presidente una y otra vez ha defendido la honestidad del general y hasta la fecha s¨®lo le ha reprochado no haberle comunicado adecuadamente la conversaci¨®n al vicepresidente, Mike Pence. Una doblez que llev¨® al segundo hombre m¨¢s poderoso de la Casa Blanca a negar en p¨²blico que se hubiese tratado con Syslak el castigo de Obama a Rusia.
La conversaci¨®n se ha vuelto el nudo gordiano de la trama. Fechada el mismo d¨ªa en que Obama anunciaba la expulsi¨®n de 35 diplom¨¢ticos rusos por las interferencias del Kremlin durante la campa?a electoral, las grabaciones han revelado que tuvo como fin aplacar la respuesta de Vlad¨ªmir Putin a las sanciones. Flynn, en aquel momento sin cargo oficial, aunque en el Gobierno en la sombra, dio a entender al embajador que si Rusia se moderaba, les ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil reequilibrar las relaciones cuando llegasen al poder el 20 de enero. Tras esta llamada, el presidente ruso decidi¨® no tomar ninguna represalia contra Estados Unidos.
Flynn ocult¨® durante semanas este aspecto de su charla. Pero las sospechas, alimentadas desde la oscuridad de los servicios secretos, no dejaron de crecer. Al igual que Trump y todo su equipo, el antiguo teniente general es objeto de profunda desconfianza entre los guardianes de las tinieblas. Su acercamiento a Rusia cuando era consultor de inteligencia y que culmin¨® en una cena con Putin en diciembre de 2015, le han hecho sospechoso a ojos de muchos agentes. Pero no es solo eso. Disruptivo y antisist¨¦mico, sus formas exageradas y tonos dictatoriales le han granjeado odios profundos. Pese a su impecable expediente, jalonado de ¨¦xitos en los m¨¢s sangrientos campos de batalla, cuando Obama le entreg¨® en 2012 la direcci¨®n de la Agencia de Inteligencia de la Defensa su mando se volvi¨® tir¨¢nico. Hacia los suyos y hacia sus jefes. Su fe en sus propias intuiciones ?-los llamados ¡°hechos de Flynn¡±??- le imped¨ªan seguir las directrices. ¡°Era abusivo e incapaz de escuchar¡±, ha llegado a decir un antiguo colaborador. A los 20 meses fue destituido por insubordinaci¨®n. Flynn siempre ha sostenido que la salida se debi¨® a que no acept¨® la forma en que Obama entend¨ªa la lucha contra el extremismo islamista. Pero atr¨¢s hab¨ªa dejado un buen pu?ado de enemigos.
Con este bagaje, nadie se extra?¨® cuando desde las catacumbas emergi¨® la grabaci¨®n que dio al traste con su versi¨®n de la charla con el embajador. R¨¢pidamente el Departamento de Justicia tuvo noticia de la cinta. La fiscal general interina, Sally Q. Yates, alert¨® a la Casa Blanca de que el general retirado estaba faltando a la verdad y que, por ello mismo, era susceptible de chantaje por parte de Rusia. Un riesgo enorme dada la entidad del cargo que ocupaba y su contacto con los grandes secretos imperiales.
Al conocer los hechos, Trump no tom¨® ninguna medida ni inform¨® a su vicepresidente. Es m¨¢s, al poco tiempo fulmin¨® a la fiscal Yates por negarse a defender el pol¨¦mico veto migratorio. Solo dos semanas despu¨¦s, al revelar The Washington Post parte de lo sucedido, Flynn fue barrido. Oficialmente su cese se debi¨® a la p¨¦rdida de confianza. Ahora, los dem¨®cratas han pedido su comparecencia y puede acabar en el banquillo. ¡°Flynn es el aperitivo. Trump el plato fuerte¡±, ha escrito el analista Eli Lake. En Washington, el juego contin¨²a.
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