Las nuevas protestas en Brasil pueden tener un efecto bumer¨¢n
una manifestaci¨®n a favor de la Lava Jato y contra la corrupci¨®n parece algo demasiado abstracto para llevar a Brasil de nuevo a la calle
Los movimientos de protesta que llevaron en su d¨ªa a millones de personas a las calles de Brasil contra los expresidentes Dilma Roussef y Lula da Silva, y a favor del juez anticorrupci¨®n Sergio Moro, han convocado una nueva manifestaci¨®n para el 26 de marzo. La finalidad, esta vez, ser¨ªa defender la Lava Jato, la operaci¨®n que ha permitido descubrir una gran red de corrupci¨®n en el pa¨ªs, con ramificaciones en toda Am¨¦rica Latina. Pero, y si la protesta tuviese un efecto bumer¨¢n?
Se trata de una protesta que, sobre la intenci¨®n de defender la lucha contra la corrupci¨®n, adem¨¢s de otras demandas, podr¨ªa llevar consigo el veneno de la ambig¨¹edad. La Lava Jato, que amenaza con condenar a media clase pol¨ªtica brasile?a, es una de las bombas que a¨²n no sabemos hasta d¨®nde puede llegar. Es tan importante que ni siquiera los que m¨¢s la temen se atreven a combatirla de forma abierta, lo hacen solo en las sombras.
Qu¨¦ ocurrir¨ªa si, por alg¨²n motivo, esta vez la manifestaci¨®n fracasase? Y si la gente se quedase en casa? No aprovechar¨ªan los corruptos para intentar dar el golpe de gracia al trabajo de la justicia? Ser¨ªa su mayor triunfo, ya que hoy los pol¨ªticos est¨¢n m¨¢s sensibles que nunca a los gritos de la calle.
En las ¨²ltimas manifestaciones los objetivos eran concretos. La gente, en medio de la crisis econ¨®mica que hundi¨® al pa¨ªs en la mayor recesi¨®n de la democracia, ped¨ªa la renuncia del Gobierno. Eran las protestas del ¡°Fuera Dilma¡±, ¡°Fuera Lula¡±, ¡°Fuera PT¡±. Ahora que Dilma se ha ido, que el PT (Partido de los Trabajadores) se ha desinflado y que Lula est¨¢ enredado con la justicia, cinco veces reo en otros tantos procesos, una protesta a favor de la Lava Jato y contra la corrupci¨®n parece algo demasiado abstracto para llevar a Brasil de nuevo a la calle.
Alguien se manifiesta hoy abiertamente hoy a favor de los corruptos? Se sabe que la mitad de la clase pol¨ªtica puede ser objetivo de la Lava Jato y que hay movimientos subterr¨¢neos para aprobar leyes que la detengan. Nadie, con todo, se atreve a expresar una oposici¨®n frontal a la investigaci¨®n judicial. Tal vez algunos se manifiesten contra Moro, pero nadie es capaz de pronunciarse a favor de los delitos de pol¨ªticos.
Ante todo eso, no parece existir fuerza suficiente para movilizar a las masas. La protesta podr¨ªa ser instrumentalizada por fuerzas reaccionarias de izquierda o de derecha. Y es posible que, sin pretenderlo, acabe siendo una manifestaci¨®n contra el presidente Michel Temer y su Gobierno, en un momento en que la econom¨ªa comienza a respirar, la inflaci¨®n cae junto a los tipos de inter¨¦s, empiezan a ser aprobadas reformas fundamentales nunca logradas, e inversores y empresarios parecen respirar de nuevo aires de confianza. Pero lo que realmente puede arruinarla es la ambig¨¹edad de sus verdaderos objetivos pol¨ªticos. Y, de ese modo, fracasar¨¢ una protesta nacional, justo ahora que Brasil vive un momento delicado y las alarmas ya comienzan a sonar.
Voces que merecen respeto alertan, por ejemplo, de que la crisis pol¨ªtica vivida por la sociedad, que primeiro se libr¨® de la expresidenta Dilma y ahora pretende hacerlo con Temer, colocan al pa¨ªs al borde de una crisis social. Lo que pas¨® d¨ªas atr¨¢s en el estado de Esp¨ªrito Santo con una huelga encubierta de la polic¨ªa, que dej¨® el horror de m¨¢s de un centenar de muertos y paraliz¨® la capital, Vit¨®ria, durante una semana, incluso con escenas de guerra civil, es m¨¢s grave y peligroso de lo que imaginan los pol¨ªticos que parec¨ªan adormecidos. R¨ªo de Janeiro, el tercero Estado m¨¢s populoso de Brasil, tambi¨¦n empieza a ponerse en pie de guerra. Y otros fuegos se podr¨ªan propagar. Se vuelve a extender la caravana de los pobres, esta vez doblemente castigados.
Brasil, que cuenta con una sociedad admirada en tantos lugares del mundo por su capacidad de comprensi¨®n, marcada a veces por la sumisi¨®n frente al poder, est¨¢ hoy hu¨¦rfano de estadistas capaces de pensar un proyecto que traiga esperanza y uni¨®n para un pa¨ªs roto. Criticar a los pol¨ªticos, s¨ª. Ponerlos en evidencia, tambi¨¦n. Defender la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, sin duda. Lo que no se debe, pues resulta peligroso y explosivo, es arrojar a todo el mundo a la hoguera sin distinci¨®n. No es terap¨¦utico ni hermen¨¦utico el grito de ¡°todos los pol¨ªticos son sinverg¨¹enzas¡±. No lo son. Y adem¨¢s si demoniz¨¢semos la pol¨ªtica como tal, solo quedar¨ªan la ley de la selva y la barbarie.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.