Huida y regreso de Khaled
Este joven ahora residente en Madrid es el primer sirio que pidi¨® asilo en la frontera de Melilla. Una confusi¨®n administrativa lo llev¨® a escapar de Espa?a para buscar refugio en otro pa¨ªs
?Quieres ser refugiado aqu¨ª?¡±. Al escuchar esa pregunta Khaled al Dieri (Deraa, 1991) advirti¨® una sensaci¨®n de paz que a?oraba. ¡°S¨ª¡±, contest¨® sin titubeos. Era el 21 de septiembre de 2014. Tres a?os antes hab¨ªa huido de Siria despu¨¦s de recibir un impacto de metralla en un pie en las manifestaciones de Deraa, la ciudad donde naci¨® la protesta que desemboc¨® en la guerra civil. Entonces Khaled no pod¨ªa imaginarse que llegar¨ªa a Espa?a y se convertir¨ªa en la primera persona en presentar una solicitud de asilo en el puesto fronterizo de Beni Ensar, que separa Melilla y Marruecos. Tampoco sab¨ªa que otro enemigo le esperaba a la vuelta de la esquina: las reglas que rigen el sistema de asilo y que est¨¢n poniendo de manifiesto la falta de solidaridad de Europa frente a la avalancha de solicitantes de protecci¨®n internacional.
¡°Siempre escuchaba que Europa es lo mejor¡±, cuenta Khaled sentado en un banco de un parque en el norte de Madrid, ciudad donde vive, estudia y trabaja como cocinero. Para comprobar si era verdad, este sirio de 26 a?os que nunca pierde la sonrisa tuvo que pasar por muchos pa¨ªses y vivir en su piel las contradicciones de las pol¨ªticas migratorias y de asilo, desde la externalizaci¨®n de las fronteras a la insuficiencia de plazas en los lugares de acogida, hasta las devoluciones dictadas en virtud del reglamento de Dubl¨ªn, que obliga a pedir asilo en el primer pa¨ªs europeo que uno pisa.
Tras ir a Jordania con la esperanza de que le operaran del pie, salt¨® a Egipto, despu¨¦s a Argelia y finalmente lleg¨® a Marruecos. Se neg¨® a pagar a las mafias que bloquean el paso a los inmigrantes e intent¨® cruzar la frontera de Beni Ensar tres veces antes de conseguirlo. "Me dijeron que era la primera persona que entraba legalmente en no s¨¦ cu¨¢nto tiempo", recuerda.
Para los subsaharianos es imposible pedir asilo en Melilla Antonio Zapata, abogado en Melilla
Beni Ensar se ha convertido ahora en el lugar de Espa?a que m¨¢s solicitudes recibe, asegura Mar¨ªa Jes¨²s Vega, portavoz de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) en Espa?a. Despu¨¦s de Khaled, unas 10.000 personas m¨¢s lograron pedir protecci¨®n internacional en la frontera, aunque en 2016 la cifra ha ido reduci¨¦ndose debido a la imposici¨®n de visados a ciudadanos sirios en Argelia y T¨²nez, explica.
En 2016, Espa?a alcanz¨® un r¨¦cord en peticiones de asilo registradas: 15.570, casi 3.000 de ellas de ciudadanos sirios, seg¨²n los ¨²ltimos datos de Eurostat. Tambi¨¦n marc¨® un hito en cuanto a decisiones: resolvi¨® favorablemente casi 7.000 solicitudes de las 10.250 sobre las que se pronunci¨®. Aun as¨ª, no llegan todas las demandas de asilo que deber¨ªan.?La reforma de la normativa espa?ola en 2009 ha eliminado pr¨¢cticamente la posibilidad de pedir ayuda en las representaciones diplom¨¢ticas y ha provocado que haga falta jugarse la vida para alcanzar Espa?a como sea para pedir asilo.
Acnur se instal¨® con una presencia permanente en Beni Ensar en junio de 2014 ante la llegada, sobre todo, de sirios, muchos de ellos de origen palestino; a principios de 2015 el Ministerio del Interior abri¨® una oficina?para agilizar los procedimientos. Sin embargo, estas instalaciones son inaccesibles de facto para los ciudadanos de determinados pa¨ªses, que no tienen m¨¢s remedio que saltar la valla para poder entrar a Espa?a. "El papel de gendarme de Marruecos ha tenido consecuencias: sirios y marroqu¨ªes tienen que pagar a las mafias, y para los subsaharianos es imposible entrar", lamenta Antonio Zapata, abogado en Melilla.?
El CETI de Melilla es una casa para animales
Khaled al Dieri
Por donde s¨ª tienen que pasar todos largas temporadas ¡ªla ley establece que el plazo para admitir o rechazar una solicitud de asilo en la frontera es de cuatro d¨ªas, algo que no se suele cumplir¡ª es por el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Melilla, que "est¨¢ sobreocupado y no re¨²ne las condiciones para ser un lugar de acogida", denuncia Vega.
Paloma Favieres, coordinadora de servicios jur¨ªdicos de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) recuerda que los CETI de Ceuta y Melilla deber¨ªan ser instalaciones donde se hace un registro r¨¢pido para definir la situaci¨®n de cada reci¨¦n llegado. "El problema es que, por mala pr¨¢ctica de Espa?a, se han convertido en centros de larga duraci¨®n donde no se respetan los derechos de los solicitantes", explica. Khaled estuvo tres meses en el CETI de Melilla. Lo compara con una "casa para animales". Dorm¨ªa en las literas que estaban debajo del techo, y recuerda que cuando empez¨® a llover la habitaci¨®n se inund¨® y el agua le lleg¨® hasta la espalda, ya comprometida por las palizas que recibi¨® en la c¨¢rcel en Siria donde permaneci¨® durante m¨¢s de un a?o por comentar con un compa?ero de la escuela su desacuerdo hacia las pol¨ªticas del presidente Bachar el Asad.
The New Arrivals
Cuatro millones de inmigrantes han llegado a Espa?a en dos d¨¦cadas en avi¨®n, en patera o saltando la valla. M¨¢s de un mill¨®n de personas pidieron asilo en Europa en 2016. EL PA?S cuenta, en un proyecto de 500 d¨ªas con los diarios The Guardian, Der Spiegel y Le Monde, c¨®mo se adaptan estos nuevos europeos y c¨®mo Europa se adapta a ellos. Una mirada a un fen¨®meno que est¨¢ transformando Espa?a y el continente
Al conseguir la tarjeta roja ¡ªel documento que la Administraci¨®n entrega cuando la solicitud de asilo se admite a tr¨¢mite y que no permite salir del pa¨ªs¡ª le trasladaron a M¨¢laga. Pero las cosas no mejoraron. "Estuve un mes en la calle [hasta que me] dijeron que hab¨ªa un problema con mi nombre y que ten¨ªa que volver a Melilla", cuenta. Escap¨® entonces a Francia y despu¨¦s a B¨¦lgica. "Ah¨ª me dieron desde el primer d¨ªa un lugar para dormir, comer, aprender el idioma". Pero la obligaci¨®n de Dubl¨ªn de quedarse en el pa¨ªs donde se solicit¨® protecci¨®n por primera vez le devolvi¨® a Espa?a. "Me sent¨ª muy mal, no quer¨ªa volver", confiesa.
Despu¨¦s de pasar por dos diferentes centros de acogida en Madrid, a Khaled se le concedi¨® finalmente la condici¨®n de refugiado,?con retraso respecto a los t¨¦rminos fijados por la ley. Cristina Gort¨¢zar, investigadora principal de la C¨¢tedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas, recuerda que en seis meses deber¨ªa de estar resuelta la solicitud. ¡°Algo que no ocurre; las decisiones tardan dos y m¨¢s a?os¡±, lamenta. Ahora Khaled s¨ª quiere quedarse en Espa?a: alquila una habitaci¨®n en un piso y lleva tres meses trabajando en una cadena de restaurantes como cocinero. Quiere seguir cultivando la pasi¨®n por la cocina que tiene desde ni?o y abrir un restaurante suyo, por ello sigue estudiando en una escuela online, MasterD, que pone a su disposici¨®n una trabajadora social. La mayor¨ªa de su familia sigue en Siria, salvo su padre, que logr¨® huir a Kuwait, y una hermana, que ha conseguido llegar a Turqu¨ªa, un pa¨ªs "muy peligroso", subraya Khaled. Se enorgullece porque el mes pasado, por primera vez, pudo mandar dinero a su familia. Pero todav¨ªa sigue con metralla en el pie. "?Sabes qu¨¦? Duele, pero ya no me importa".
Este reportaje forma parte del proyecto The New Arrivals, financiado por el European Journalism Centre con el apoyo de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates, en el que este diario participa junto a The Guardian, Der Spiegel y Le Monde.
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