La otra nueva Europa
Wilders no ha logrado convencer ni a un 14% de los ciudadanos
Durante meses Geert Wilders ha acaparado todas las miradas a lo largo y ancho del mundo, pero en casa no ha logrado convencer ni a un 14% de los ciudadanos que acudieron a las urnas el mi¨¦rcoles, quedando por debajo de su mejor resultado, en 2010. Mientras tanto, los cambios m¨¢s significativos para el futuro del pa¨ªs (y de Europa) han tenido lugar al otro lado del espectro pol¨ªtico holand¨¦s.
Varios partidos de talante progresista, y en muchos casos tambi¨¦n europe¨ªsta, han multiplicado sus apoyos. Los verdes (GL) y los socioliberales (D66) suman juntos un 21%. La izquierda m¨¢s escorada del Partido Socialista apenas ha logrado salvar los muebles repitiendo resultados, pero la plataforma por los derechos de los animales ha alcanzado nada menos que cinco esca?os. Denk, una nueva formaci¨®n con discurso pro-inmigraci¨®n, se embolsa otros tres. As¨ª, parece que el desplome de la socialdemocracia cl¨¢sica (PvdA), que ha visto diezmada su presencia parlamentaria, no se ha traducido en el auge de la extrema derecha que muchos esperaban. En cambio, los Pa¨ªses Bajos dibujan el atisbo de un nuevo progresismo multicolor.
Seg¨²n la encuesta a pie de urna, m¨¢s de un tercio de los votantes de GL y D66 son menores de 35 a?os. Casi un 60% tienen estudios superiores. Ambos partidos, as¨ª como PvdD y Denk, han basado buena parte de su ascenso en las zonas metropolitano. Comenzando por Amsterdam, viejo feudo socialdem¨®crata. Este es el perfil del nuevo voto holand¨¦s: joven, urbano y favorable a la apertura nacional.
Es cierto que las diferencias ideol¨®gicas entre los verdes y los socio-liberales no son peque?as. PvdD y Denk tambi¨¦n tienen sus propios programas, y adem¨¢s se mantienen en posiciones minoritarias. Pero lo interesante es precisamente que la coincidencia en la defensa de sociedades abiertas puede convivir con la divergencia en otros aspectos. Socialdem¨®cratas, liberal-conservadores (VVD, del actual Primer Ministro Rutte) y democristianos (CDA) coquetearon en mayor o menor medida con limitar las influencias externas en la sociedad holandesa. Todos tem¨ªan la amenaza de Wilders. Pero result¨® que no era la ¨²nica.
Los Pa¨ªses Bajos se cuentan entre las naciones europeas m¨¢s beneficiadas econ¨®micamente por la globalizaci¨®n. Se trata de una econom¨ªa peque?a, de larga tradici¨®n comercial y ¨®ptima ubicaci¨®n geogr¨¢fica, donde el ¨¦xito de propuestas aperturistas no es ni nuevo, ni sorprendente. Tiene, adem¨¢s, un sistema electoral muy proporcional, lo cual favorece el multipartidismo y la fragmentaci¨®n. Por tanto, hay que ser cuidadoso a la hora de extrapolar resultados desde condiciones tan particulares: ni la derrota de Wilders significa que la derecha nacionalista ha llegado a su c¨¦nit, ni la emergencia de nuevas formaciones progresistas tiene por qu¨¦ ser replicada a lo largo y ancho del continente. Pero lo que s¨ª puede extraerse es una lecci¨®n, casi un s¨ªntoma: el nacionalismo puede (y suele) provocar su propia n¨¦mesis. Cultivarla es tarea de la otra, nueva Europa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.