La sombra de terror ensancha el desgarro cultural en Birmingham
La conexi¨®n del atentado de Londres con esta ciudad pone el foco en los enclaves musulmanes que viven en una sociedad paralela
¡°El hombre de Londres viv¨ªa aqu¨ª¡±, aseguraba esta ma?ana a la Press Association un afligido vecino de Edgbaston, el barrio de Birmingham que ha sido tomado por la polic¨ªa brit¨¢nica a las pocas horas del ataque en el coraz¨®n pol¨ªtico y tur¨ªstico de la capital. El terrorista finalmente abatido, Khalid Masood, era conocido por varios alias y los inspectores creen que viv¨ªa en West Midlands, el condado de Birmingham. No estaba siendo investigado en la actualidad, seg¨²n ha informado la polic¨ªa en un comunicado, este jueves. Estaba conectado de alg¨²n modo con las seis viviendas registradas por los agentes desde esta madrugada en uno de los suburbios m¨¢s pl¨¢cidos y acomodados de la segunda ciudad del pa¨ªs. Tambi¨¦n la que tiene mayor porcentaje de poblaci¨®n musulmana (casi el 22%), una buena parte concentrada en zonas segregadas e inmunes al exterior.
Cerca de uno de los pisos objeto de la redada, ubicado en la arteria principal de Hagley Road, el individuo habr¨ªa alquilado el todoterreno con el que el mi¨¦rcoles arroll¨® a los viandantes del puente de Westminster antes de estrellarlo contra la verja de los jardines colindantes con el Parlamento y acuchillar a uno de los polic¨ªas all¨ª apostados. El cord¨®n policial ha apagado la habitual animaci¨®n en estas calles del centro de Edgbaston, flanqueadas por peque?os edificios con comercios en los bajos y muy frecuentadas por la comunidad estudiantil de la cercana Universidad de Birmingham. Se trata del enclave m¨¢s popular y modesto en este suburbio del sudoeste mayormente habitado por las rentas pudientes de la ciudad, sede del campo de cr¨ªquet que aloja al equipo de Inglaterra e incluso de un campo de golf.
Pero frente a ese paisaje id¨ªlico existe otro Birmingham, donde este jueves se han realizado varios arrestos que pueden estar vinculados al atentado y al que la prensa conservadora ha llegado a tildar de ¡°la capital del yihadismo en el Reino Unido¡±. Medios como el Daily Mail esgrimen un dato para denostar la multiculturalidad de esta gran ciudad (1,1 millones de habitantes) y la ¡°tibieza¡± del ayuntamiento laborista frente a lo que considera crecientes signos de radicalizaci¨®n entre la ciudadan¨ªa muslmana: uno de cada diez procesados por delitos relacionados con el terrorismo en todo el pa¨ªs procede de Birmingham. Entre ellos Moinul Abedin, conocido como el primer terrorista brit¨¢nico inspirado por Al Qaeda y condenado a veinte a?os en 2002 por convertir su casa adosada en una f¨¢brica de bombas. El material qu¨ªmico que se le incaut¨® en cantidades industriales es del mismo tipo del utilizado para fabricar explosivos como los que, tres a?os m¨¢s tarde, volaron varios tramos de la red del transporte p¨²blico de Londres.
La evoluci¨®n demogr¨¢fica de Birmingham apunta a que pronto un cuarto de la poblaci¨®n ser¨¢ de fe isl¨¢mica. Y, a diferencia de otra de las grandes localidades inglesas con similar perfil, como un Leicester donde impera mayor dispersi¨®n, aqu¨ª se caracteriza por su densa concentraci¨®n en pocos kil¨®metros cuadrados. En torno al 70% de los vecinos de barrios como Washwood, Alum Rock y, sobre todo, Sparbrook, son hoy musulmanes y en muchos casos habitantes de una sociedad paralela y autosegregada que algunos han calificado de ¡°peque?o Pakist¨¢n¡±, aunque los or¨ªgenes sean m¨¢s diversos. En el Birmingham considerado no hace tanto tiempo un ejemplo de integraci¨®n han aparecido muchas grietas en los ¨²ltimos a?os, tan solo con el cambio de una generaci¨®n.
Uno de los episodios que hizo saltar todas las alarmas hace justo tres a?os fue el llamado caso del Caballo de Troya, con al menos una quincena de escuelas p¨²blicas en el punto de mira por intentar imponer al alumnado ¡°una ¨¦tica isl¨¢mica agresiva¡±. Una denuncia an¨®nima acab¨® desencadenando una amplia investigaci¨®n que luego fue presentada ante el Parlamento, ante el riego de que los docentes estuvieran inculcando el extremismo en los ¡°j¨®venes vulnerables a la radicalizaci¨®n¡±. El asunto era resucitado hace pocas semanas en la prensa local, a ra¨ªz la dimisi¨®n de un concejal (musulm¨¢n) responsable de las pol¨ªticas de ¡°transparencia, apertura e igualdad¡±, por presionar a una escuela cat¨®lica ¡ªaunque con estudiantes de diversas confesiones¡ª para que permitiera a una ni?a de cuatro a?os llevar el velo en clase.
Desde medios antiisl¨¢micos o muy reticentes al cambio experimentado en la fisonom¨ªa del Reino Unido en las ¨²ltimas d¨¦cadas (en cuanto a color y religiones) se clama contra ese tipo de noticias. O contra episodios aislados aunque magnificados como el protagonizado en verano por un cl¨¦rigo musulm¨¢n que acos¨® a una joven en plena calle de Birmingham por llevar unos vaqueros ce?idos. Y que respondi¨® al polic¨ªa que intent¨® disuadirle con el grito de Allahu Akbar (Al¨¢ es grande). La confirmaci¨®n de que el terrorista de Westminster proced¨ªa de esta misma ciudad viene a atizar una guerra cultural ya en ciernes.
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