3. Irkutsk. La celda del almirante blanco
Alexander Kolchak, el m¨¢s conocido l¨ªder de los blancos y su caudillo en Siberia durante la guerra civil, despierta pasiones encontradas en Rusia, que en 2008 lo convirti¨® en h¨¦roe en el filme El Almirante. En San Petersburgo, activistas de izquierdas quieren obligar al ayuntamiento a retirar la placa colocada en 2016 en el edificio donde residi¨® el militar. En Irkutsk, la ciudad donde Kolchak fue fusilado por los rojos en 1920, su estatua de bronce, inaugurada en 2004 junto a un monasterio, otea hoy el r¨ªo Angar¨¢, justo donde se supone que su cad¨¢ver fue echado a sus aguas. En su pedestal hay un bajo relieve en el que dos soldados, uno blanco y otro rojo cruzan sus fusiles.
Explorador del ?rtico, h¨¦roe de la guerra ruso-japonesa y reconocido especialista en minado b¨¦lico, el almirante Kolchak sirvi¨® fielmente al zarismo primero y al gobierno provisional despu¨¦s. Contrario a la firma de una paz por separado con Alemania, fue ministro de la guerra en el gobierno antibolchevique de Omsk (Siberia) y, adoptando el t¨ªtulo de Gobernador Supremo de Rusia, busc¨® el reconocimiento de quienes fueron aliados del zar en la Primera Guerra Mundial, que le apoyaron econ¨®mica y militarmente a lo largo del Transiberiano. Traicionado por los suyos, fue entregado a los rojos y fusilado en una c¨¢rcel, a¨²n en funcionamiento, donde hay cerca de 1000 detenidos. En ella se ha instalado un museo dedicado a su memoria.
Para visitar esta celda-museo se necesita un permiso especial de las autoridades penitenciarias. Olga, una oficial del servicio de prisiones, fue nuestra gu¨ªa hasta la celda de Kolchak, recreada gracias a una beca de la fundaci¨®n del oligarca ruso Vlad¨ªmir Potanin. H¨²meda y oscura, la celda contiene una estatua de cera del almirante y un escueto mobiliario, adem¨¢s de documentos y fotograf¨ªas de su familia (exiliada en Francia) y de su amante (que durante decenas de a?os sufri¨® la represi¨®n en la URSS). En otra celda vecina, la iglesia ortodoxa ha desplegado su propia exposici¨®n dedicada a los popes v¨ªctimas del terror. En el pasillo, cuelga una orden de b¨²squeda de un asesino m¨²ltiple, un ¡°maniaco muy peligroso de nuestros d¨ªas¡±, seg¨²n Olga, que ya fue capturado A la entrada, una colecci¨®n de instrumentos de tortura de diversa procedencia, tambi¨¦n de la Inquisici¨®n espa?ola, recuerda que, a la hora del tormento, Rusia no estuvo sola en la historia.