Erdogan, el nuevo padre de los turcos
Con ret¨®rica, simbolog¨ªa y una prensa entregada, 'Tayyip baba', Pap¨¢ Tayyip, quiere tomar el relevo de Atat¨¹rk
Es temprano en la ma?ana de s¨¢bado pero Murat trabaja religiosamente en su horno de piedra para suministrar bollos, tortas y barras de pan a sus vecinos de Bayburt, una localidad de 40.000 habitantes en la frontera entre Anatolia Central y el Mar Negro. Una peque?a urbe conservadora y nacionalista en la que Erdogan cosech¨® el 80% de los votos en la elecci¨®n presidencial de 2014. ¡°Tayyip baba hace carreteras y hospitales ¨Cafirma el joven panadero mientras arroja la masa al candente interior del horno- . Trabaja bien, ha arreglado la econom¨ªa y es un tipo duro¡±.
Hace ya a?os que muchos de los seguidores del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se refieren a ¨¦l con el apelativo cari?oso de Tayyip baba o Pap¨¢ Tayyip: ¡°Tayyip baba me ha dado 30.000 liras y a ese de ah¨ª 50.000¡±, dec¨ªa a las c¨¢maras un taxista de la ciudad de Malatya el pasado mes de enero cuando el Gobierno redujo las tasas a la compra de nuevos autom¨®viles a fin de atraerse el voto de cara al refer¨¦ndum de abril. La personificaci¨®n del Estado y el Gobierno en una sola figura, la del presidente Erdogan.
Un presidente que, en sus discursos, compara habitualmente la acci¨®n de gobierno con la funci¨®n de un capit¨¢n de barco ¨Creferencia expl¨ªcita a su progenitor- o con el rol del padre de familia. Desde el punto de vista m¨¢s tradicional, los hogares no se rigen por consenso sino por las ¨®rdenes del cabeza de familia y, como tal, pretende proceder Erdogan. Un l¨ªder severo pero paternal, que sabe premiar a quienes se portan bien y castigar a los malvados.
Vecdi, un estambul¨ª cincuent¨®n y partidario de la oposici¨®n se queja precisamente de esto: ¡°Los votantes del AKP no han asimilado que la democracia equivale al di¨¢logo y a tomar las decisiones en com¨²n. Pero claro, han crecido en familias en las que el padre era un dictador, han estudiado en escuelas en las que el maestro se comportaba como un dictador, han acudido al servicio militar y el comandante les trataba como un dictador y trabajan en empresas en que el jefe manda cual dictador¡±.
Es verdad que los estudios demosc¨®picos y los resultados electorales prueban que los turcos prefieren l¨ªderes fuertes ¡ªpadres, en definitiva, que manejen el Estado con mano ancha pero firme¡ª y, de hecho, la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos turcos se han articulado en torno a un dirigente carism¨¢tico m¨¢s que estar unidos por una ideolog¨ªa precisa. Pero igual de cierto es que, hasta ahora, en Turqu¨ªa no hab¨ªa habido otro culto a la personalidad que el de Mustafa Kemal, el fundador de la Rep¨²blica, quien tom¨® como apellido Atat¨¹rk: Padre de los turcos.
Algo que est¨¢ cambiando. Si se atiende a la colocaci¨®n de los retratos en los actos del partido, es f¨¢cil apreciar c¨®mo la efigie del presidente Erdogan ha ido ganando en presencia y su rostro en pancartas de grandes dimensiones se sit¨²a junto al de Atat¨¹rk. El mensaje es patente: ambos son los padres de la patria.
Por ejemplo, en la autov¨ªa del Mar Negro y en las carreteras de la Anatolia conservadora los paneles exaltando la figura de a Erdogan ¨Cinstalados por las autoridades locales- se han multiplicado, especialmente despu¨¦s de derrotado el intento de golpe de estado del a?o pasado. Y precisamente por su actuaci¨®n durante la asonada militar, se ha enviado al Parlamento una propuesta para concederle el t¨ªtulo de Gazi (veterano), una condecoraci¨®n que lo situar¨ªa al nivel de Atat¨¹rk. Pero a ¨¦ste se le concedi¨® por su destacado papel en la Guerra de Independencia (1919-23) mientras que Erdogan, la noche del putsch, se limit¨® a hacer un llamamiento desde su refugio a que sus seguidores se enfrentasen a los golpistas en la calle.
No cabe duda de que el mandatario turco es un h¨¢bil prestidigitador en cuanto a simbolog¨ªa se refiere y ha sido capaz de aunar aquellos que atraen a los sectores m¨¢s conservadores a la vez que despojaba de significado los utilizados por los laicos. Baste un ejemplo: ha adoptado como emblema la mano con cuatro dedos abiertos y el pulgar cerrado, distintivo de los islamistas Hermanos Musulmanes egipcios, combinada con el eslogan de los nacionalistas turcos, mayormente laicos: ¡°Una sola patria, una sola naci¨®n, una sola bandera, un solo estado¡±.
Son incongruencias que no parecen importar a un p¨²blico que lo adora y al que encandila con sus h¨¢biles dotes ret¨®ricas. Sus maneras son cercanas y directas ¨Cpara sus oponentes ordinarias y soeces-, un estilo aprendido en las calles de su barrio natal, en las que el honor se ventilaba a pu?etazos y los ni?os so?aban con ser como Dede Sultan Demircan, el g¨¢nster local al que todos admiraban porque, al mismo tiempo que usaba la fuerza para mantener sus negocios ilegales, se preocupaba por atender las necesidades de sus vecinos m¨¢s desfavorecidos. ¡°Es una persona que siempre dice lo piensa. No le importa saltarse por ello las normas del protocolo¡±, sostiene Halil Turan, el alcalde de G¨¹neysu. Como ocurri¨® en 2009 cuando le cant¨® las cuarenta al entonces presidente israel¨ª Simon Peres en medio del Foro de Davos, lo que hizo la delicia de sus fans.
¡°La sangre del Mar Negro corre por sus venas y nos ha salido tenaz, por eso no han podido con ¨¦l como s¨ª pudieron con otros antes ¡ªopina el anciano Arslan K¨¹?¨¹kbar, de la misma aldea que el padre de Erdogan¡ª. Quiz¨¢s las generaciones j¨®venes no saben por lo que hemos pasado, pero antes mendig¨¢bamos ayudas arrodill¨¢ndonos ante Europa y ahora, en cambio, podemos hablar de igual a igual con los l¨ªderes de Alemania y Estados Unidos¡±. Ning¨²n turco menor de 36 a?os ha votado jam¨¢s en unas elecciones que haya vencido otra formaci¨®n que no sea el partido de Erdogan, y han sido esos a?os de gobierno islamista en los que la econom¨ªa de Turqu¨ªa y el propio papel del pa¨ªs en la esfera internacional han crecido como nunca antes.
Claro que incluso dentro del AKP hay pol¨ªticos, como el expresidente Abdullah G¨¹l o el primer ministro Ahmet Davutoglu, que no est¨¢n satisfechos con el cariz que est¨¢ tomando el mandato de Erdogan. Pero sus veladas cr¨ªticas han sido objeto de duras invectivas por parte de una prensa que compite entre s¨ª por mostrarse m¨¢s erdoganista que el propio Erdogan. ¡°En la calle todos tienen miedo a expresar lo que realmente opinan, por temor a las represalias¡±, asegura el activista de derechos humanos Medeni Ayg¨¹l.
La meta de Erdogan, afirman algunos de sus asesores citados por la prensa turca, no se limita a la victoria en el refer¨¦ndum sino a, una vez eliminadas las trabas que suponen el parlamentarismo y la separaci¨®n de poderes, crear un ¡°estado fuerte¡± capaz de alzar la voz en el mundo. Por supuesto, bajo la ¨¦gida de un gran l¨ªder. De un nuevo ¡°Padre de los turcos¡±.