Cuerpo a cuerpo entre Macron y Le Pen en una f¨¢brica en huelga
La candidata del FN se presenta en una factor¨ªa de Amiens justo antes de la visita del centrista
A ella la recibieron con sonrisas y selfies. A ¨¦l, con humo y abucheos. Ella irrumpi¨® como la protectora de la gente de la calle ante las fuerzas ciegas de la globalizaci¨®n. ?l, como el exbanquero y exministro que carga con la imagen de hombre de la ¨¦lite, m¨¢s c¨®modo en los pasillos del poder que en el barro de los suburbios industriales.
¡°?Conmigo, la f¨¢brica no cerrar¨¢!¡±, proclam¨® Marine Le Pen, candidata al El¨ªseo del viejo partido ultraderechista del Frente Nacional ante los obreros en huelga de la f¨¢brica de Whirlpool en el norte del pa¨ªs . ¡°El resurgimiento de Francia tomar¨¢ un tiempo y ser¨¢ dif¨ªcil¡±, matiz¨® Emmanuel Macron, candidato del nuevo partido centrista En Marche!
En una jornada ca¨®tica, salpicada de sorpresas y giros inesperados, los dos candidatos que se disputar¨¢n el 7 de mayo la presidencia, Le Pen y Macron, coincidieron en el mismo lugar. Ambos, movilizados por el mismo conflicto. Una f¨¢brica de secadoras en las afueras de una ciudad de provincias del norte del pa¨ªs se convirti¨® ayer en el campo de la batalla personal e ideol¨®gica que decidir¨¢ el futuro de Francia y quiz¨¢ de Europa.
MLP=10 min avec ses adh¨¦rents sur un parking devant cam¨¦ras ; moi=1h15 de travail avec les syndicats sans presse. Le 7/05, chacun choisira. pic.twitter.com/VgOd3mdltJ
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) April 26, 2017
Algunos lo llaman, con ecos b¨¦licos, la batalla de la Somme. En este departamento se encuentra Amiens, ciudad natal de Macron y sede de Whirlpool. La multinacional de electrodom¨¦sticos ha decidido trasladar su producci¨®n a Polonia, donde el coste de la mano de obra es m¨¢s barato y las leyes laborales m¨¢s laxas.
Es una factor¨ªa peque?a: 290 empleos en juego, m¨¢s 100 temporales y un centenar m¨¢s de la principal empresa proveedora. No importa el tama?o: Whirlpool es el nuevo s¨ªmbolo de la angustia de millones de votantes ante los efectos del libre mercado europeo y de la apertura de las fronteras.
Era la primera salida de Macron de Par¨ªs, la primera incursi¨®n a la llamada Francia real, desde que el pasado domingo fue el candidato m¨¢s votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Le Pen qued¨® segunda. En menos de dos semanas se enfrentar¨¢n en la segunda vuelta.
El candidato de En Marche! entraba por fin en campa?a, despu¨¦s de 48 horas en las que pareci¨® adormecido en los laureles de la victoria. En estos dos d¨ªas, Le Pen hab¨ªa ocupado el escenario. Desplazamientos, entrevistas, declaraciones. Sobre todo, hab¨ªa definido los t¨¦rminos de la campa?a: globalizaci¨®n, s¨ª o no; Uni¨®n Europea y euro, s¨ª o no; Francia, s¨ª o no.
En su primer d¨ªa de campa?a verdadera de la segunda vuelta, Macron subi¨® al norte industrial y minero, una de las regiones m¨¢s golpeadas por la crisis y el cierre de f¨¢bricas. Uno de los feudos del Frente Nacional de Marine Le Pen. La primera parada era una reuni¨®n con los representantes sindicales de Whirlpool. No en la misma f¨¢brica, que est¨¢ huelga, sino en la sede de la C¨¢mara de Comercio, en el centro de la ciudad.
El relato, a partir de aqu¨ª, se acelera. Durante la reuni¨®n, los sindicalistas ofrecen a Macron acercarse a la f¨¢brica para hablar con los trabajadores en huelga. Unos minutos despu¨¦s, llega la noticia de que, por sorpresa y sin avisar, Le Pen ya se encuentra en estos momentos en la f¨¢brica.
Golpe de efecto. Dribling electoral. Exhibici¨®n de cintura pol¨ªtica de una mujer experimentada en combates como este, una maestra de la brocha gorda. ?ltima pirueta de la heredera de la derecha m¨¢s rancia de Francia, que hoy gira a la izquierda para seducir a los millones de votantes de Jean-Luc M¨¦lenchon, el veterano exsocialista que, equidistante, se reserva el secreto sobre su voto el 7 de mayo.
Estupefacto y crispado, Macron comparece ante la prensa. ¡°La se?ora Le Pen hace un uso pol¨ªtico¡±, dice. ¡°Ella fue al aparcamiento sin avisarnos. Gestiona su campa?a como quiere¡±, corroba una sindicalista que se acaba de reunir con Macron. ¡°De la misma manera que el se?or Macron¡±, apunta otra sindicalista.
Una hora despu¨¦s, Le Pen ha abandonado el aparcamiento en la entrada de Whirpool.
Macron llega envuelto en un tumulto de periodistas. Hay piquetes y una hoguera en la entrada. En medio de la humareda varios obreros hacen sonar silbatos y corean: ¡°?Marine, presidenta!¡±. ¡°Aqu¨ª por lo menos el 80% votamos a Le Pen¡±, dice David Gallo, 49 a?os, obrero en Whirlpool. Gallo, cerveza en mano, cuenta que hace un rato se ha hecho una foto con Le Pen. Como tantos otros. Y se queja de que, siendo nativo de Amiens, Macron no haya visitado la f¨¢brica hasta ahora, a unos d¨ªas de las elecciones. Dice que no le gusta esta Europa que permite cerrar una f¨¢brica en Francia para llevarla a Polonia. ¡°Esto es la mundializaci¨®n¡±.
Es la Francia obrera, que se siente traicionada por los grandes partidos, abandonada por la izquierda y comprendida por el FN, la Francia que sigue viendo en Macron un representante de las ¨¦lites que, en su opini¨®n, han precipitado el declive.
Finalmente, tras media hora de forcejeos y nervios, Macron se embarca en una discusi¨®n ¡ªviva y tensa, pero siempre civil, democr¨¢tica¡ª con medio centenar de trabajadores. Juega en campo contrario, pero no se esconde.
¡°?Usted ser¨¢ el presidente de los accionistas!¡±, le dice alguien. O: ¡°?Demagogo!¡±. Macron admite que no hay remedio para la deslocalizaci¨®n, que hay que negociar el d¨ªa despu¨¦s, por la venta de la f¨¢brica a otra firma, o la recolocaci¨®n de los trabajadores.
¡°En m¨ª¡±, les avisa, ¡°no encontrar¨¦is el comportamiento clientelista que hab¨¦is visto con la se?ora Le Pen¡±, les dice. ¡°El cierre de las fronteras es una promesa mentirosa¡±, a?ade.
Cuerpo a cuerpo. Con los trabajadores. Y con Le Pen. Dos maneras de responder al malaise, al malestar franc¨¦s: con respuestas rotundas aunque de dif¨ªcil cumplimiento, o programas cautos y matizados. El pressing catch contra la esgrima.
Ella ha marcado el territorio, el campo del debate, y ¨¦l acepta el envite. Una jornada. Una peque?a f¨¢brica en una peque?a ciudad de provincias que resume una campa?a. Y un a?o en el que el soberanismo y el internacionalismo, las periferias industriales y las ciudades pr¨®speras, el repliegue y la apertura, han colisionado. En Reino Unido, en Estados Unidos y ahora en Francia.
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