La mujer que apagar¨¢ su tel¨¦fono cuando acabe la guerra en Siria
Souad Benkaddour, una marroqu¨ª residente en Madrid, ha ayudado a cientos de sirios en su viaje a la so?ada Europa
La primera refugiada siria que Souad Benkaddour ayud¨® lleg¨® a la estaci¨®n de autobuses de M¨¦ndez ?lvaro, en Madrid, embarazada y con tres hijos. Souad, una mujer marroqu¨ª de 53 a?os, recuerda que ese d¨ªa estaba de camino a Segovia con su familia. Unas vecinas madrile?as la llamaron para que tradujera a la mujer siria. ¡°Le dije a mi marido que pegara media vuelta¡±, dice sentada en la terraza de un bar en la capital. La cita era a las cinco de la tarde, pero Souad estaba all¨ª a las tres. Aunque su lengua materna sea el ¨¢rabe, no entend¨ªa muy bien el acento sirio, as¨ª que le habl¨® en fusha o ¨¢rabe cl¨¢sico. Aquel septiembre de 2015 no se imaginaba que terminar¨ªa por ayudar a m¨¢s de 500 personas venidas de Siria, Palestina, Irak o Bangladesh. Y que su tel¨¦fono se convertir¨ªa en ¡°la centralita¡± de infinidad de refugiados.
Souad y sus vecinas consiguieron que aquella mujer siria llamada Fayrouz y sus tres hijos pudieran continuar camino hacia la tierra prometida de aquel verano de 2015: Alemania. Hab¨ªan llegado a Melilla en los bajos de varios camiones, pero esta vez viajar¨ªan en autob¨²s a Par¨ªs. Descubrieron que hab¨ªa decenas de refugiados durmiendo en el parque frente a la estaci¨®n de M¨¦ndez ?lvaro y decidieron organizarse para sacarlos de la calle.
Fue en esas fechas cuando la crisis de refugiados en Europa se agudiz¨®. Y cientos de miles de sirios se agolparon a las puertas de las fronteras europeas para escapar de la guerra. Muchos optaron por ir por tierra, atravesando T¨²nez, Argelia, Marruecos y Melilla, pero para la mayor¨ªa Espa?a solo era un pa¨ªs de paso. Cientos de ONG recaudaron fondos para ayudarlos, pero tambi¨¦n lo hicieron miles de ciudadanos, como lo hizo la ama de casa Souad. Seg¨²n Eurostat, 2.975 sirios solicitaron asilo en Espa?a en 2016 mientras que en la Uni¨®n Europea fueron m¨¢s de 300.000.
Ah¨ª comenz¨® una cadena de favores que se ha mantenido hasta el d¨ªa de hoy. La embarazada Fayrouz necesitaba que alguien la recibiera en la capital francesa as¨ª que Souad pregunt¨® a amigos y familiares qui¨¦n pod¨ªa recibirla. Un conocido la fue a buscar a la estaci¨®n y le dio cobijo. Antes de que se fuera, Souad dijo a aquella mujer que, si conoc¨ªa a alguien que necesitara ayuda, le facilitara su tel¨¦fono. ¡°Empec¨¦ a recibir 20 o 30 llamadas diarias¡±, cuenta.
Los cientos de historias con las que Souad se cruza tienen algo que ver con la suya propia. Recuerda que en la ciudad de Alhucemas, donde naci¨®, no pod¨ªa actuar con la libertad que quer¨ªa. ¡°Quer¨ªa vivir con mis ¨¦xitos y mis fracasos, pero sin barreras¡±, a?ade. Siempre so?¨® con emigrar a un pa¨ªs liberal, donde las mujeres pudieran elegir c¨®mo vivir. Fue entonces cuando su habilidad de ayudar a los dem¨¢s comenz¨® a tomar forma. Decidi¨® acompa?ar a chicas j¨®venes embarazadas, que incomprendidas por sus familias y sin posibilidad de abortar, buscaban en ella apoyo y cari?o. Al llegar a Espa?a, con 38 a?os, Souad respir¨® hondo: ¡°Me sent¨ª como soy: libre¡±.
Ese sentimiento de alcanzar por fin la meta es exactamente el mismo que tuvo la familia Kubani al pisar Saarbr¨¹cken, Alemania, explica la marroqu¨ª. Cuando salieron de Siria, eran 14 personas del mismo n¨²cleo familiar. ¡°En el camino fueron secuestrados en dos ocasiones¡±, cuenta Souad. Para cuando lograron entrar a Europa solo quedaba el padre, Ahmed, con una de sus hijas. Ahora, desde un lugar seguro, escriben por WhatsApp de vez en cuando para contarle c¨®mo les va. Desde?Saarbr¨¹cken tambi¨¦n recibe fotos de la familia Nordin, cuyas ni?as juegan por primera vez con la nieve. Al igual que los Kubani, sienten gratitud.
Souad no es religiosa, ni le gusta hablar de fe. Por eso, a veces surgen malentendidos.¡°Me dicen que solo me tienen a m¨ª y a Al¨¢. Yo les digo que entonces estoy a la altura de Dios¡±, ironiza. Aunque sirios y marroqu¨ªes comparten algunos lazos culturales, Souad jam¨¢s hab¨ªa conocido a un sirio en persona. ¡°Ahora distingo de qu¨¦ pueblo viene cada uno¡±, explica.
The New Arrivals
Cuatro millones de inmigrantes han llegado a Espa?a en dos d¨¦cadas en avi¨®n, en patera o saltando la valla. M¨¢s de un mill¨®n de personas pidieron asilo en Europa en 2016. EL PA?S cuenta, en un proyecto de 500 d¨ªas con los diarios The Guardian, Der Spiegel y Le Monde, c¨®mo se adaptan estos nuevos europeos y c¨®mo Europa se adapta a ellos. Una mirada a un fen¨®meno que est¨¢ transformando Espa?a y el continente
En la cadena de favores hay una base fundamental. Un refugiado ayudado por Souad debe ayudar a otro. ¡°Les explico que cuando lleguen a su destino les esperar¨¢ alguien del mismo modo que ellos tendr¨¢n que esperar a otro en el futuro¡±. La Cruz Roja tambi¨¦n est¨¢ en el c¨ªrculo: llama a Souad cuando sale un autocar con refugiados desde Granada a Madrid. Tambi¨¦n lo hace la compa?¨ªa de autobuses ALSA, cuando un refugiado llega a su taquilla y necesitan traductora. El tel¨¦fono no para de sonar.
La dedicaci¨®n casi exclusiva de Souad a los refugiados le ocasion¨® cierta discordia en su casa. ¡°Cuando est¨¢s en la estaci¨®n no est¨¢s aqu¨ª. Pero cuando est¨¢s, tu cabeza est¨¢ con los refugiados¡±, le dijo el verano pasado su marido. Souad iba de lunes a lunes a la estaci¨®n y su tel¨¦fono sonaba las 24 horas. A veces lo apagaba y cuando lo volv¨ªa a encender ten¨ªa decenas de llamadas perdidas. ¡°No pude devolver todas las llamadas, pero lleg¨® un punto en que tuve que aprender a compaginarlo con mi familia¡±.
El acuerdo que la UE firm¨® con Turqu¨ªa en marzo de 2016 ha reducido dr¨¢sticamente el n¨²mero de migrantes que logran entrar a Europa
Su tel¨¦fono empez¨® a sonar menos por una decisi¨®n de Europa. El acuerdo que la UE firm¨® con Turqu¨ªa en marzo de 2016 ha reducido dr¨¢sticamente el n¨²mero de migrantes que logran entrar a Europa. Tambi¨¦n en M¨¦ndez ?lvaro pasaron de llegar cientos a 50 diarios, meses despu¨¦s. Hoy en d¨ªa, Souad ha dejado de ir a la estaci¨®n, pero sigue recibiendo llamadas, traduciendo y organizando alojamiento y ayuda a todo aquel que la necesita.
¡°No me arrepiento de haber dado mi tiempo y mi vida a esta causa¡±, reflexiona. La mujer, que no tiene claro si definirse como activista, dice sentirse realmente plena cuando ayuda a los dem¨¢s. Act¨²a sola, por instinto, con independencia. Pese a que ha acompa?ado a cientos de personas, a veces se plantea si podr¨ªa haber ayudado a m¨¢s gente. Son peque?as dudas que parecen asaltarla, pero inmediatamente llega un mensaje de voz a su m¨®vil: ¡°Salam Alaikum, Souad. Necesitamos tu ayuda¡±. Y ella responde casi de forma autom¨¢tica. Sigue con la conversaci¨®n como si nada y concluye: ¡°Apagar¨¦ este m¨®vil cuando se acabe la guerra en Siria¡±.
El proyecto?The New Arrivals?est¨¢ financiado por el European Journalism Centre con el apoyo de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates.