Trump, una amenaza para Silicon Valley
Freno a la inversi¨®n e inquietud entre los inmigrantes en los primeros 100 d¨ªas de un presidente inesperado
Silicon Valley est¨¢ deprimido. Se siente estrangulado. Sus sue?os se diluyen.
Los techies pensaban que pod¨ªan vivir al margen de la pol¨ªtica, miran a Washington con tristeza y distancia. Volvieron la cara a Obama, que tantas veces tendi¨® su mano para combatir ciberamenazas. El presidente de las redes sociales gustaba por su apoyo a los emprendedores y fascinaci¨®n por los hitos tecnol¨®gicos. Paviment¨® la carretera para el coche sin conductor y relaj¨® la pol¨ªtica migratoria para que los investigadores, trabajadores con habilidades especiales y programadores se quedasen en el valle. M¨¢s del 30% de la mano de obra es extranjera en la Bah¨ªa de San Francisco.
No es ning¨²n secreto que los d¨®lares de Silicon Valley, no fueron a parar al candidato republicano. Todo lo contrario. Por cada 60 d¨®lares que fueron a Clinton, uno le llegaba a Trump.
Su venganza no tard¨® en llegar. Y lo ha hecho d¨®nde m¨¢s duele: la emigraci¨®n y el transporte. Dos de los temas clave. La emigraci¨®n es especialmente relevante en dos aspectos: llegada de talento a la universidades, con Berkeley y Stanford como faros, y como mano de obra cualificada en el mundo del software y el hardware. En definitiva, producci¨®n e innovaci¨®n.
La primera medida de Trump fue un golpe a la tan buscada diversidad. Puso cerco a los visados expr¨¦s inicialmente y despu¨¦s un recorte notable los permisos H1B, los mismos que solicitan investigadores, cient¨ªficos, matem¨¢ticos y programadores. Jan Koum, fundador de WhatsApp, lleg¨® como refugiado de Ucrania. Pas¨® de sobrevivir con cupones de comida a convertirse en uno de los millonarios de la zona. El sue?o americano en versi¨®n siglo XXI comienza a tambalearse. T¨ªmido y retra¨ªdo y es uno de los nuevos ricos. No se ha pronunciado al respecto. Los hermanos Collison han adoptado un comportamiento radicalmente distinto. Patrick y John, irlandeses, son los fundadores de Stripe la plataforma de pago de mayor crecimiento mundial. Acaban de entrar en la lista Forbes como j¨®venes millonarios. Mejor dicho, son milmillonarios antes de los 30 a?os, pero no olvidan que son emigrantes. En su empresa, el activismo es una constante.
La segunda medida que ha azotado a Silicon Valley fue dar marcha atr¨¢s en una esperada subvenci¨®n de 647 millones de d¨®lares para hacer el¨¦ctrico el Caltrain, un tren que funciona con combustible que es la m¨¦dula espinal de la tecnolog¨ªa. De San Francisco a San Jos¨¦, las dos capitales, Norte y Sur, con paradas en Mountain View, el pueblo de Google, Menlo Park, el de Facebook, Redwood City, donde est¨¢n Banjo y Evernote¡ El plan del gobernador de California, un mito dem¨®crata, Jerry Brown, era conectar esta l¨ªnea con Los ?ngeles en un plan limpio y alternativo al avi¨®n.
Por el camino Silicon Valley ha aprendido algo, que el activismo se ejerce tambi¨¦n en la calle, no solo a golpe de click o con donaciones. Sergey Brin, el cofundador de Google, lleg¨® de Rusia con solos seis a?os. Fue una de las celebridades que se manifest¨® en el aeropuerto cuando se activ¨® el decreto migratorio.
La ¨²ltima concesi¨®n a estos empleados tan especiales como consentidos es tiempo libre para protestar, tanto en la calle, donde hay manifestaciones d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, como con herramientas digitales que crean conciencia y miden el impacto de las decisiones de Washington.
Dos han recibido especial atenci¨®n a trav¨¦s de redes sociales. Track Trump, para comprobar si cumple las promesas electorales y medir sus progresos. Detr¨¢s del mismo est¨¢ uno de los l¨ªderes del mundo startup, Sam Altman, cofundador de la incubadora m¨¢s exitosa, Y Combinator. Y Resistbot, un bot virtual, al que tras aportarle datos b¨¢sicos como edad, lugar de residencia, nivel de estudios y sector en el que se trabaja, le env¨ªa tuits prefabricados para enviar a los representantes pol¨ªticos con argumentos para frenar a Trump.
Se sienten agredidos hasta el punto de hacer una encuesta para medir el impacto. Collision, un festival itinerante que lleva a las empresas de sector por todo el mundo, realiz¨® un sondeo con 1.268 fundadores, consejeros delegados, inversores y desarrolladores. El 89% concluye que el da?o es severo. Tan solo un 18% contest¨® que Trump ser¨¢ mejor que Obama para la econom¨ªa mundial.
Los primeros signos de contenci¨®n en Silicon Valley se ven en terreno econ¨®mico. El precio del alquiler del metro cuadrado de oficina, en escalada constante en los ¨²ltimos cinco a?os, se ha quedado anclado. Lo mismo ha pasado con los fondos de inversi¨®n, ya no entregan cheques con alegr¨ªa, sino que miden bien en d¨®nde ponen el dinero. Sandy Miller, socio del fondo IVP, ve s¨ªntomas de constricci¨®n que podr¨ªa terminar en una crisis similar a la del 2000, cuando se considera que estall¨® la burbuja .com. No todos alzan la voz de manera individual pero s¨ª han firmado una carta colectiva dirigida al presidente para que se replantee las medidas.
Victoria Espinel, l¨ªder de la Software Alliance, un grupo en el que est¨¢n Apple, Microsoft y Salesforce considera que todav¨ªa es pronto para juzgar al nuevo presidente, que las piezas se est¨¢n encajando. En su opini¨®n, la creaci¨®n de empleo puede ser la mejor baza para relajar la tensi¨®n existente.