¡°Trump es mi l¨ªder¡±
En el pueblo donde naci¨® el Partido Republicano, no hay un retrato robot de los trumpistas, pero avalan los primeros meses del presidente que sacudi¨® Am¨¦rica
Por no ponerse de acuerdo, los republicanos no se ponen de acuerdo ni en d¨®nde naci¨® el partido. El 20 de marzo de 1854 una escuela de un pueblo llamado Ripon, en Winsconsin, acogi¨® una primera reuni¨®n en la que medio centenar de ciudadanos acordaron que deb¨ªan constituirse una formaci¨®n pol¨ªtica, pero el 6 de julio de ese mismo a?o, en Jackson, en Michigan, tuvo lugar la primera gran convenci¨®n antiesclavitud, donde una muchedumbre reunida a la sombra de unos robles seleccion¨® a sus candidatos y aprob¨® la plataforma para batallar contra las contra la aristocracia y que partir de ese momento ¡°cooperar¨ªan y ser¨ªan conocidos como republicanos¡±.
Los dos pueblos se disputan el certificado de lugar de nacimiento de verdadero, mentar Ripon en Jackson es abrir la caja de los truenos. Porque all¨ª, se encargan bien de recordar, se fragu¨® la Guerra Civil, se labr¨® el comienzo del fin de la esclavitud, all¨ª el partido de Abraham Lincoln hizo su primera promesa de democracia. 163 a?os despu¨¦s, el lugar no es que m¨¢s que una placa en una roca situada en el cruce de dos calles desangeladas. Y el presidente republicano es Donald Trump, un antipol¨ªtico, vociferante, con frecuencia grosero llegado a la Casa Blanca a lomos del nacionalismo. Sacudi¨® al partido, cre¨® divisiones internas y avergonz¨® a muchos conservadores. Pero el 8 de noviembre todos ellos le votaron, los de Ripon y los de Jackson, los que le aplaud¨ªan y los que se avergonzaban.
Han pasado casi seis meses, 100 d¨ªas con Trump en la Casa Blanca. En el restaurante Ranch Stevens, un grupo de republicanos pasa revista.¡°Trump ha levantado ya un muro mental, sin necesidad de construirlo, ahora intentan entrar ya menos inmigrantes ilegales queantes, ha cambiado la forma de pensar y eso es lo que hace un l¨ªder¡±, dice Hiram ¡®Chico¡¯ Duarte, un comercial nacido en Estados Unidos, de origen mexicano. Para Duarte, de 58 a?os, la pol¨ªtica migratoria es uno de los grandes aciertos de la presidencia, pese a que los tribunales le han parado decretos y no logra presupuesto para el muro con M¨¦xico. ¡°Tambi¨¦n la anulaci¨®n de Obamacare se ha paralizado, pero deja mal al Congreso, no a Trump¡±, apunta Christine Fenn, otra parroquiana.
Michigan, parte del cintur¨®n industrial americano, es uno de los estados que mud¨® de dem¨®crata a republicano y le dio la victoria al empresario neoyorquino. En el condado de Jackson, con un 87% de poblaci¨®n blanca, arroll¨®, ning¨²n conservador hab¨ªa dejado tanta distancia respecto de los dem¨®crata desde el vapuleo que Ronald Reagan le dio a Walter Mondale en el 84. Si uno quiere recrearse en el estereotipo del trumpista radical, nacionalista,blanco, hallar¨¢ candidatos; si quiere romper el t¨®pico, tambi¨¦n. Porque a Trump lo votaron casi 63 millones de americanos, casi todos los que se definen como conservadores.
Dice John Burtka, de 59 a?os, due?o de una peque?a elaboradora de cerveza artesanal y restaurante, que el pueblo en s¨ª, sin embargo, se est¨¢ haciendo m¨¢s progresista, que en el n¨²cleo urbano no gan¨® Trump porque ha empezado a atraer a j¨®venes inclinados a la izquierda. As¨ª son la mayor parte de sus empleados, millennials de brazos tatuados que se sumaron a la fiebre de Bernie Sanders que pero que, en su mayor¨ªa, rehusaron votar a Hillary Clinton. Muchos, cuenta una de las empleadas en el local, se qued¨® en casa o vot¨® a terceros candidatos, como Jill Stein o Gary Johnson.
En ese trozo de Am¨¦rica se le escap¨® a Clinton la presidencia aquella noche electoral, en la derrota de Michigan, de tan solo de 10.000 votos; en la de Wisconsin, que tambi¨¦n vir¨® de izquierda a derecha, de 22.000; o en la de Pensilvania, otra desertora dem¨®crata, de 44.000.
Es mi¨¦rcoles, 26 de abril, y el Gobierno acaba de anunciar la que asegura es la mayor rebaja de impuestos de la historia. Burtka, pese a lo que se pudiera esperar de un emprendedor (adem¨¢s del restaurante, produce vino y se ha enfrascado en la construcci¨®n de apartamentos) no parece entusiasmado. ¡°A m¨ª no me importa pagar impuestos, significa que gano dinero¡±, dice.
De momento, le aprueba. ¡°Trump est¨¢ haciendo todo lo que puede para cumplir sus promesas, para m¨ª, su mayor ¨¦xito ha sido colocar a Neil Gorsuch en el Supremo y tambi¨¦n frenar la actividad de los lobbies en Washington¡ ?Ha visto esa serie, House of Cards?, Ser¨¢ teatro, pero te hace pensar¡±, explica en su oficina. Uno de los reclamos de Trump durante la campa?a fue el ataque a ¡°la clase pol¨ªtica corrupta¡± en la que se basa esa serie televisiva.
John, votante republicano durante la mayor parte de su vida, no se siente identificado con el fervor nacionalista, es liberal en asuntos sociales y defiende la inmigraci¨®n, especialmente en su condado, donde dice que cuesta encontrar empleados con habilidades t¨¦cnicas. Trump no era su hombre en las primarias republicanas, sino John Kasich. Pero cuando llamaron a urnas, fue fiel. ¡°?Me gusta su estilo en Twitter? Pues no es mi estilo, pero si esperas al l¨ªder perfecto, nunca tendr¨¢s un l¨ªder¡±.
Trump es un l¨ªder contestado. Tiene los ¨ªndices de popularidad m¨¢s bajos desde que existen registros, en los a?os 50, solo un 41% le aprueba, seg¨²n los ¨²ltimos datos de Gallup, pero entre los republicanos, el 87% le bendice.
Algunos, como el abogado David W. Vanhoof, ven un tono m¨¢s presidencial. Marine durante 22 a?os, sirvi¨® en Afganist¨¢n, Irak y Kuwait. Es muy prudente sobre la pol¨ªtica exterior de Trump. ¡°Creo que tendremos que valorarlo bien despu¨¦s de su primer mandato¡±, dice, ¡°pero en general se puede decir que ha sido coherente¡±. A la pregunta del mayor acierto, Sharon Reiner, ataviada con una gorra del lema trumpista ¡®Make America great again¡¯, responde con el veto migratorio a varios pa¨ªses musulmanes parado por los jueces. ¡°Dicen que atenta contra la Constituci¨®n, ?pero tiene derechos constitucionales americanos un ciudadano que no es americano?¡±, inquiere. Kathleen Thorrez, miembro del partido, le reprende el comentario con un gesto de cabeza y apunta: ¡°Mira, ahora van a bajar los impuestos, la econom¨ªa ir¨¢ mejor y se podr¨¢ dar m¨¢s trabajo a esa gente que quiere venir de forma legal¡±.
Al trumpista es dif¨ªcil trazarle un retrato robot, al republicano tambi¨¦n, siempre lo fue. Si Sharon avala a Trump por su discurso duro, John lo hace a pesar de ello. ¡°V¨¦ndeme los ojos¡±, escribi¨® en 1963 William F. Buckley, el fundador de National Review (hist¨®rica revista de la derecha tradicional), ¡°y encontrar¨¦ al ¨²nico liberal que haya en la habitaci¨®n hasta si se esconde detr¨¢s de una maceta¡±. Sin embargo ¡°cuesta mucho m¨¢s saber si lo que ves ah¨ª es un conservador haciendo lo necesario, o un radical, o simplemente un pirot¨¦cnico¡±.
Muchos volver¨ªan a votar a Trump, la duda es si los progresistas que se quedaron en casa en los estados claves como Michigan el 8 de noviembre repetir¨ªan. Eso es lo que intentan cambiar los dem¨®cratas para la pr¨®xima contienda.