Los Camisas Caquis
La ampliaci¨®n de las Milicias Bolivarianas expresa la desconfianza de Maduro en las fuerzas armadas oficiales
Nicol¨¢s Maduro busca sobrevivir radicaliz¨¢ndose. Va a retirar a Venezuela de la OEA, para evitar que se le aplique la Carta Democr¨¢tica, por la cual su r¨¦gimen ser¨ªa tratado como una dictadura. No es el ¨²nico extremo que ha alcanzado. Tambi¨¦n anunci¨® que las Milicias Bolivarianas, una formaci¨®n civil anexada a la Fuerza Armada Nacional, incrementar¨ªa sus integrantes hasta llegar a 500.000. El argumento es defenderse de esa invasi¨®n que Maduro siempre est¨¢ profetizando. Pero la operaci¨®n tiene otro sentido. Es una amenaza. Al militarizar a sus simpatizantes, el chavismo est¨¢ indicando que, acorralado, desatar¨¢ una guerra civil. Esta advertencia es la que motiva nuevas negociaciones para evitar que corra sangre en el pa¨ªs.
Las Milicias Bolivarianas fueron organizadas por Hugo Ch¨¢vez en 2007. Ese a?o, Ch¨¢vez nacionaliz¨® la telef¨®nica CANTV y Radio Caracas Televisi¨®n; fracas¨® en un intento de reforma constitucional; y arrest¨® a cinco militares, acusados de planear un golpe de Estado. Las Milicias Bolivarianas est¨¢n comandadas por un general retirado. Cuentan con el armamento de infanter¨ªa ligera. Fusiles belgas FN FAL, fusiles rusos Mosin-Nagant y dispositivos antia¨¦reos capaces de voltear un avi¨®n a 4.000 metros. El uniforme de estos milicianos es de color caqui. A diferencia de Ch¨¢vez, que usaba la indumentaria del Ej¨¦rcito, a Maduro le agrada vestirlo. Igual que a Benito Mussolini le gustaba identificarse con la vestimenta de sus brigadas fascistas, los Camisas Negras.
La ampliaci¨®n de esta formaci¨®n especial expresa la desconfianza de Maduro en las fuerzas armadas oficiales. Y sugiere que cualquier desestabilizaci¨®n desatar¨¢ un enfrentamiento cruento entre venezolanos. Es la reacci¨®n de un l¨ªder amenazado por la combinaci¨®n de tres debilidades que suelen producir el derrumbe de los Gobiernos. Un Poder Legislativo en manos de la oposici¨®n; una crisis econ¨®mica que elev¨® la pobreza a un 80%; y un aislamiento internacional que qued¨® de manifiesto en la salida de la OEA.
Al militarizar a sus simpatizantes, el chavismo est¨¢ indicando que, acorralado, desatar¨¢ una guerra civil
Maduro se propone ahora neutralizar el tercer problema. Mientras su canciller, Delcy Rodr¨ªguez, busca respaldo en la Celac, un club que agrupa a los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe, el r¨¦gimen encontr¨® de nuevo una gota de ox¨ªgeno en el Vaticano. El viernes pasado, el papa Francisco aval¨® que se reinicie el di¨¢logo que propiciaban el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, y los expresidentes Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Mart¨ªn Torrijos y Leonel Fern¨¢ndez. La Santa Sede particip¨® de esas frustrantes negociaciones a trav¨¦s del arzobispo Claudio Mar¨ªa Celi.
El aparato de comunicaci¨®n chavista celebr¨® las palabras del Papa. El noticiero de Telesur subray¨® la idea de que la falta de unidad de la oposici¨®n era uno de los motivos del fracaso. El propio Francisco equilibr¨® su posici¨®n el domingo, al describir la situaci¨®n venezolana con las palabras prohibidas: crisis humanitaria. En conversaciones reservadas, Bergoglio ha sido m¨¢s claro.
?l cree que la mayor dificultad para una mediaci¨®n es la falta de voluntad de Maduro para cumplir con los compromisos que se le proponen, y la dispersi¨®n de estrategias que se verifica en la oposici¨®n. Esos criterios los habr¨ªa expuesto, por ejemplo, en una larga conversaci¨®n con la canciller argentina, Susana Malcorra, quien le visit¨® hace 15 d¨ªas. En ese momento, Malcorra estaba impulsando, en el marco de la OEA, la formaci¨®n de un grupo de pa¨ªses para relanzar el di¨¢logo.
El contexto para estas gestiones se ha modificado mucho desde que comenzaron las conversaciones lideradas por la Santa Sede. Sobre todo, por dos novedades. Desde el ascenso de Donald Trump, la Casa Blanca est¨¢ revisando su conducta hacia Caracas. Trump se solidariz¨® con Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo L¨®pez, el l¨ªder opositor en cautiverio. Y los legisladores republicanos preparan un proyecto para aplicar m¨¢s sanciones a Venezuela, con el aval de los dem¨®cratas. La iniciativa est¨¢ prevista para las pr¨®ximas horas. Adem¨¢s, el nuevo Gobierno de los Estados Unidos analiza retroceder en otro proceso muy ligado a la relaci¨®n con el chavismo y a las negociaciones de paz en Colombia: Trump piensa volver atr¨¢s en algunos de los pasos que dio Barack Obama para restablecer relaciones con Cuba. A pesar de este endurecimiento, Maduro puede estar tranquilo: las refiner¨ªas norteamericanas seguir¨¢n comprando el petr¨®leo de PDVSA.
El otro cambio significativo es que Samper dejar¨¢ la secretar¨ªa general de la Unasur. Entre sus posibles sucesores aparece, casi solitario, el argentino Jos¨¦ Octavio Bord¨®n. Es el embajador de Mauricio Macri en Chile. Entre 2003 y 2007 ejerci¨® esa funci¨®n en Washington, donde conserva un v¨ªnculo siempre activo.
El aislamiento del chavismo no se debe, sin embargo, al avance de sus cr¨ªticos en el poder de la regi¨®n. Tambi¨¦n se distancian los amigos. Dos d¨ªas antes de la segunda vuelta presidencial en Ecuador, el canciller de ese pa¨ªs, Guillaume Long, denunci¨® una campa?a malintencionada para identificar al Gobierno de Rafael Correa con el de Maduro. Y hace una semana, en medio de las protestas sociales que se desataron en su provincia, Cristina Kirchner se quej¨® de que sus rivales compararan a su querida Santa Cruz con la convulsionada Venezuela.
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