Los 250.000 hijos de Macron
En la primera entrega de una serie de reportajes sobre el candidato centrista a la presidencia, EL PA?S analiza En Marche!, un fen¨®meno pol¨ªtico explosivo pero obligado a madurar camino de las legislativas
La sede de En Marche! en un barrio noble de Par¨ªs llama la atenci¨®n porque no llama la atenci¨®n. Un edificio an¨®nimo del noveno distrito en cuyas dependencias proliferan los espacios comunes y hasta las literas. Se ocupan y desocupan las 24 horas del d¨ªa al ritmo de una hiperactividad en la que se involucran fervorosamente los profesionales y los voluntarios.
Es la nave nodriza de un fen¨®meno pol¨ªtico ins¨®lito. O de un movimiento, pues el proyecto fundacional de Macron abjuraba de las etiquetas convencionales. Y se propon¨ªa a la sociedad como el recept¨¢culo de las ideas, de las inquietudes y de las aspiraciones de los franceses, todas ellas, se supone, glosadas en un trabajo de campo preliminar cuyas conclusiones dieron origen al alumbramiento de En Marche! en abril de 2016.
Quede claro que jur¨ªdicamente es un partido pol¨ªtico. Y que est¨¢ en su nomenclatura la propia naturaleza l¨ªquida o gaseosa de su dinamismo (en marcha), a semejanza de un tren sin frenos cuyo maquinista no ha podido sustraerse al pecado de la vanidad: EM! representa la abreviatura de En Marche! tanto como caracteriza las iniciales de Emmanuel Macron (EM).
La identificaci¨®n o el acr¨®nimo consolidan la impresi¨®n seg¨²n la cual el candidato favorito al El¨ªseo no tiene un partido. O que no le hace falta. O que hasta llegar¨ªa a perjudicarle, pero cuesta trabajo desvincular la repercusi¨®n de Macron en la campa?a sin considerar la estructura pol¨ªtica que cimenta y fomenta la proyecci¨®n del l¨ªder carism¨¢tico.
El caso m¨¢s elocuente lo constituyen los 3.000 comit¨¦s nacionales que se han arraigado en Francia durante los ¨²ltimos meses. C¨¦lulas de geometr¨ªa variable y de composici¨®n heterog¨¦nea cuyos miembros ejercen apostolado compaginando las reuniones vecinales, el reparto de propaganda electoral en la calle y la conciencia enf¨¢tica de las redes sociales. De ah¨ª la importancia que reviste la sede neur¨¢lgica de Par¨ªs. Y el puente de mando simb¨®lico y trasl¨²cido donde se resuelven las dudas, se divulga la doctrina, se corrigen los defectos y se emula supersticiosamente el estilo de Obama.
Nadie mejor para hacerlo Laurence Ha?m. Amiga personal del presidente americano. Y ¨²nica periodista francesa acreditada en la elite de la Casa Blanca cuando gobernaba el l¨ªder de los dem¨®cratas. Fue ella quien logr¨® que Obama llamara a Macron para arroparle en la primera vuelta. Y quien desempe?a el papel de gur¨² en las estrategias de comunicaci¨®n.
¡°Lo que hemos hecho ha sido canalizar una energ¨ªa de cambio que se percib¨ªa en la sociedad francesa¡±, explicaba Ha?m a El Pa¨ªs. ¡°Lejos del derrotismo, hay muchos franceses que se han adherido a un modelo que entusiasma. Macron ha devuelto la ilusi¨®n a la pol¨ªtica. Lo ha hecho evitando el frentismo, proponiendo un modelo de sociedad menos intervencionista que antepone la uni¨®n a la divisi¨®n. Por eso nuestro espectro de votantes y de colaboradores es tan heterog¨¦neo. O tan numeroso¡±.
Ha sobrepasado ya En Marche! el umbral de los 250.000 militantes. Una cifra en ebullici¨®n que implica al mismo tiempo una garant¨ªa de financiaci¨®n. Carece de ayudas p¨²blicas el movimiento porque todav¨ªa no ha adquirido representaci¨®n institucional. No pueden patrocinarlo empresas privadas. Y el l¨ªmite de donaci¨®n particular se restringe a un m¨¢ximo de 7.500 euros, aunque la mayor parte de los ingresos provienen de las peque?as aportaciones. ¡°Podr¨ªa decirse que el promedio de las donaciones es de unos 50 euros¡±, nos lo explica Selen D., una joven militante de origen turco que se se pluriemplea en las redes sociales y que dedica mucho de su tiempo a la conexi¨®n neuronal de los 3.000 comit¨¦s nacionales. ¡°Desde aqu¨ª, les resolvemos las dudas y coordinamos la planificaci¨®n. Siempre hemos estado muy cerca de la calle. De hecho, En Marche! nace despu¨¦s de haberse realizado un exhaustivo diagn¨®stico de los problemas de Francia a partir de las inquietudes de los ciudadanos. Nuestro programa pol¨ªtico viene de ellos. Por eso se reconocen en las propuestas que han trascendido¡±.
La mitad de las listas de En Marche deben conformarlas las mujeres. No se aceptan cargos p¨²blicos con antecedentes penales. El 50% de las candidaturas tiene que provenir de sujetos sin experiencia pol¨ªtica. Y la criba de aspirantes la realiza una suerte de Comisi¨®n Nacional de Sabios, cuyos nueve miembros sobrepasan incluso la jerarqu¨ªa de Macron en la configuraci¨®n del partido y en su porvenir despu¨¦s del 7 de mayo.
Sobre todo porque un mes despu¨¦s de la hipot¨¦tica victoria dominical se convocan los comicios legislativos. La inercia triunfal de Macron garantiza la afluencia de candidatos, as¨ª como presupone el transfuguismo epid¨¦mico de exponentes socialistas y conservadores, pero, a¨²n as¨ª, dispone de un escaso margen En Marche! para consolidar un partido competitivo.
Tanto por la dependencia que ejerce su l¨ªder y por la naturaleza personalista de los comicios presidenciales como porque las agrupaciones convencionales -Partido Socialista y Los Republicanos- tienen la oportunidad de remediar con su estructura capilar y organizativa la cat¨¢strofe del 23 de abril a la que les abocaron Hamon y Fillon.
Giscard D'Estaing fue el primero
La eventual victoria de Macron el domingo supone que va a encontrarse con todos los poderes del El¨ªseo pero desprovisto de proyecci¨®n concreta en la Asamblea Nacional. Al menos, hasta que se convoquen las elecciones el 11 de junio. Que ser¨¢ cuando En Marche! tratar¨¢ de adquirir una representaci¨®n parlamentaria m¨¢s o menos holgada. El tiempo juega en contra, aunque no ser¨ªa la primera vez que el jefe del Estado ejerce su poder desde una formaci¨®n minoritaria. Lo fue la de Giscard d¡¯Estaing en 1974, toda vez que su partido, el UDF, se cre¨® al abrigo de las agrupaciones hegem¨®nicas y con intenciones parecidas a las de Macron en t¨¦rminos de s¨ªntesis ideol¨®gica o de alquimia pol¨ªtica. Tambi¨¦n era joven Giscard (48 a?os), aunque no le conviene a su ep¨ªgono que surjan m¨¢s comparaciones, sobre todo las derivadas del fracaso pol¨ªtico que sobrevino despu¨¦s.