Devuelta a Arabia Saud¨ª cuando hu¨ªa del machista sistema de tutela
Dina Ali, de 24 a?os, trataba de alcanzar Australia para pedir asilo pero fue interceptada en Filipinas
¡°Mi nombre es Dina Ali y soy una mujer saud¨ª que est¨¢ huyendo de Arabia Saud¨ª a Australia en busca de asilo. (¡) Si mi familia viene, me matar¨¢. Si regreso a Arabia Saud¨ª estar¨¦ muerta¡±, alerta una voz temblorosa en un v¨ªdeo difundido en las redes sociales el pasado abril. La joven, que en ning¨²n momento muestra su cara, denunciaba estar atrapada en el aeropuerto de Manila, donde su avi¨®n hab¨ªa hecho una escala y la polic¨ªa le retir¨® el pasaporte, al parecer a petici¨®n de la Embajada saud¨ª en Filipinas.
La historia resultar¨ªa rocambolesca si no fuera por la gravedad de los hechos. Dina Ali Lasloon es una mujer real. Su identidad ha sido establecida por Human Rights Watch (HRW) y confirmada a EL PA?S por una activista saud¨ª. Tiene 24 a?os, trabajaba como maestra y estaba harta de ser una eterna menor bajo la ley saud¨ª, que somete a las mujeres de por vida a la voluntad de un var¨®n. Primero su padre; luego, su marido. La perspectiva de un matrimonio forzado le hizo subirse a un avi¨®n con destino a Australia, el pa¨ªs donde pens¨® que ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil lograr asilo y dejar atr¨¢s la c¨¢rcel que la familia representa para muchas saud¨ªes. No contaba con las conexiones de algunos de sus parientes para frenarla.
Su llamada de auxilio moviliz¨® a los activistas de inmediato y desat¨® una campa?a en las redes sociales bajo la etiqueta #SaveDinaAli (Salvemos a Dina Ali). Eso no evit¨® que las autoridades filipinas la entregaran a dos hombres que se presentaron como sus t¨ªos y la embarcaran por la fuerza en un vuelo con destino a Riad, la capital saud¨ª. Aunque no lograron verla, los reporteros que acudieron al aeropuerto obtuvieron testimonios de otros viajeros confirmando que no regresaba al Reino del Desierto por su propia voluntad. Seg¨²n inform¨® Bloomberg, Lasloon fue ingresada en un centro de detenci¨®n para menores de 30 a?os, a pesar de no existir cargos contra ella.
A punto de cumplirse un mes del incidente, el futuro de la mujer resulta incierto. ¡°Lo ¨²ltimo que he sabido es que [las autoridades] estaban dispuestas a dejarla en libertad bajo la custodia de su padre, pero se ha negado¡±, explica una activista saud¨ª desde Riad. Esa noticia tranquiliza un poco a las organizaciones de derechos humanos. ¡°Al menos est¨¢ bien¡±, apunta Adam Coogle de HRW, que pide que se tuitee al rey Salm¨¢n pidiendo la libertad de Dina. Y es que para una saud¨ª escapar de su guardi¨¢n es una violaci¨®n del trasnochado c¨®digo de honor tribal que puede acabar en la muerte.
El suyo es el ¨²ltimo caso conocido de una joven que intenta romper las cadenas con el sistema de supervisi¨®n masculina saud¨ª (wilaya, en ¨¢rabe), que limita la libertad de movimiento de las mujeres a¨²n m¨¢s que la conocida prohibici¨®n de conducir. Las saud¨ªes, incluso las princesas, necesitan el permiso del var¨®n que las tutela para estudiar, trabajar, ir al m¨¦dico, casarse, obtener un pasaporte, viajar e incluso para salir de la c¨¢rcel cuando ha cumplido una condena.
El fen¨®meno de las ¡°chicas fugadas¡±, como lo denomina la prensa local, parece ir en aumento. Algunas se escudan en sus estudios en universidades occidentales para retrasar indefinidamente el regreso e incluso pedir asilo, como muestra este reportaje de CNN. Otras aprovechan un viaje familiar al extranjero para desaparecer. En los casos m¨¢s desesperados, incluso recurren a matrimonios de conveniencia en la esperanza de escapar del pa¨ªs. Las cifras facilitadas en los medios saud¨ªes resultan poco fiables, pero algunos soci¨®logos estiman que hasta un millar de j¨®venes abandona el reino cada a?o y muchas m¨¢s cambian la conservadora Riad por Yeddah, una ciudad del mar Rojo con fama de ser m¨¢s liberal.
¡°No estoy seguro de que est¨¦n aumentando los casos. Lo que sucede es que las mujeres tienen m¨¢s recursos para comunicarse y a trav¨¦s de las redes sociales encuentran apoyo de otras que lo lograron antes¡±, se?ala Coogle, de HRW. A lo largo del ¨²ltimo a?o esa organizaci¨®n ha recibido informaci¨®n de cuatro huidas frustradas porque las implicadas fueron devueltas desde los pa¨ªses a los que llegaron. ¡°El problema con el que nos enfrentamos es que una vez que regresan a Arabia Saud¨ª, perdemos el contacto con ellas; no sabemos realmente qu¨¦ les sucede. As¨ª que resulta leg¨ªtimo temer lo peor¡±, concede este especialista que estuvo personalmente implicado en el caso de una saud¨ª a la que se devolvi¨® desde L¨ªbano.
Aunque es habitual culpar del problema a la occidentalizaci¨®n y la globalizaci¨®n, como hace la psic¨®loga Husa al Saad, las activistas apuntan a los abusos que los hombres de la familia hacen del sistema de tutela. Convencidas de que esa ley es la base de todas las discriminaciones que sufren, el a?o pasado, al hilo de las reformas anunciadas por el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n, hijo del rey y viceheredero del trono, lanzaron una campa?a para pedir que se suprima bajo el lema ¡°Soy mi propia guardiana¡± tanto en las redes sociales como en camisetas, carteles y pegatinas. La osad¨ªa ha despertado el recelo de las autoridades que, en vez de mostrar la m¨ªnima simpat¨ªa, han reforzado el control.
Maryam al Otaibi, una destacada activista, recibi¨® una severa reprimenda de sus hermanos por promover la campa?a. Ante la violencia que emplearon, solicit¨® la protecci¨®n de las autoridades. Entonces, su padre la denunci¨® por ¡°desobediencia¡±, una figura legal que refuerza el sistema de tutela, lo que llev¨® a su detenci¨®n. Tuvo que retirar la acusaci¨®n de malos tratos contra sus hermanos para que su padre se desdijera. A mediados de abril, volvi¨® a ser detenida por intentar irse a vivir por su cuenta.
Ha habido otras detenciones. Pero a pesar del apoyo logrado por las activistas, tambi¨¦n hay mucha resistencia dentro del pa¨ªs. Bajo la etiqueta ¡°Salvemos a Dina Ali¡± y aprovechando el anonimato de las redes sociales, tambi¨¦n se han colado mensajes de saud¨ªes que consideran que la joven merece la muerte por haberse ido de casa.
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