Malinas, el reducto belga libre de yihadistas
Ning¨²n habitante de esta ciudad, una de las m¨¢s multiculturales del pa¨ªs, ha puesto rumbo a Siria
Las bicicletas atraviesan sin cesar la amplia explanada empedrada de la plaza principal de Malinas en un radiante d¨ªa primaveral que llena terrazas y comercios de clientes poco acostumbrados a la caricia del sol. Hay un arco¨ªris, pero es de tela. La bandera ondea delante de la fachada medieval del Ayuntamiento con motivo de la semana del orgullo gay mientras a pocos metros una mujer con velo compra un helado a dos de sus peque?os en un establecimiento que presume de elaboraci¨®n artesanal. Bastan unos minutos en el principal punto de paso de la ciudad para ser testigo del inmenso mosaico cultural que conforma este municipio de Flandes situado a unos 25 kil¨®metros de Bruselas: 85.000 habitantes, 20% de poblaci¨®n musulmana, 128 nacionalidades.
En tiempos de zarpazos terroristas?de corte islamista que tratan de resucitar una suerte de choque de civilizaciones, el modelo de Malinas es objeto de estudio gracias a un dato: ni uno solo de sus vecinos ha puesto rumbo a Siria para hacer la yihad, seg¨²n las cifras oficiales. Un balance as¨ª no llamar¨ªa tanto la atenci¨®n si no se tratara de B¨¦lgica, el pa¨ªs que m¨¢s combatientes ha exportado en relaci¨®n a su poblaci¨®n, en torno a medio millar. O si su registro no supusiera una rareza respecto a su entorno: en la vecina Vilvoorde, con menos de la mitad de habitantes, se cuentan por decenas los radicalizados que se unieron a las filas del Estado Isl¨¢mico (ISIS por sus siglas en ingl¨¦s).
La pregunta se torna inevitable. ?Qu¨¦ hace diferente a Malinas? Sus autoridades hablan de un delicado juego de equilibrios entre firmeza y mano tendida. El palo y la zanahoria. M¨¢s recursos para la Polic¨ªa, m¨¢s c¨¢maras de seguridad que en cualquier otra ciudad belga, y a la vez, m¨¢s pol¨ªticas de inclusi¨®n, centros para que menores vulnerables realicen actividades al salir de la escuela, el fin de las viviendas sociales separadas en pos de la mezcla, inversi¨®n en parques y limpieza, y un nutrido tejido asociativo formado por clubes deportivos y culturales.
"Hemos logrado que todo el mundo, independientemente de su patrimonio o sus problemas, sea considerado un valioso ciudadano de Malinas. Es diferente a lo que ocurre en el resto del pa¨ªs y quiz¨¢s incluso en el resto de Occidente", explica el antrop¨®logo Alexander Van Leuven, el responsable antirradicalizaci¨®n. Ese mensaje, que recuerda al ideal de meritocracia y ascenso social estadounidense, tambi¨¦n lo comparte el alcalde, el liberal Bart Somers. "Todo el mundo, con talento y trabajo duro, puede tener un futuro mejor venga de donde venga".
La noche de San Valent¨ªn, Somers invit¨® a los habitantes de Malinas a tomar algo en la c¨¦ntrica plaza. Quer¨ªa celebrar que acababa de ser elegido como el mejor alcalde del mundo por la City Majors Foundation. ¡°En tiempos de problemas, inseguridad, polarizaci¨®n y terror, somos una ciudad de esperanza¡±, dijo desde el escenario ante los cientos de vecinos que acudieron a su llamada. Lejos de suponer un desgaste, los m¨¢s de 15 a?os que lleva al frente del Ayuntamiento han realzado su popularidad gracias a la transformaci¨®n de la ciudad, antes conocida como la Chicago belga por sus altos ¨ªndices de criminalidad.
"La izquierda ve a los musulmanes como v¨ªctimas y la derecha como criminales. Son clich¨¦s. La gente que tiene miedo de la diversidad valora a un alcalde que se toma en serio la inseguridad, y la izquierda se siente c¨®moda por nuestra visi¨®n inclusiva. Todo el mundo tiene una oportunidad, no dejamos a nadie detr¨¢s. Es una nueva historia", sostiene durante una entrevista en la sede del Parlamento de Flandes, en Bruselas.
El f¨²tbol como puente
El abogado penalista Fr¨¦d¨¦ric Thiebaut, de 37 a?os, ejemplifica el s¨®lido trabajo asociativo en la ciudad. Thiebaut parece un hombre ocupado. Los papeles se acumulan en su despacho. Lleva todo el d¨ªa inmerso en un caso sobre prostituci¨®n y armas, y al d¨ªa siguiente le toca el turno a un asunto de narcotr¨¢fico. En su tiempo libre preside el?Project Salaam Mechelen (Proyecto Malinas en Paz).
La iniciativa empez¨® en 1995 con un equipo de f¨²tbol sala y hoy hay casi una decena de conjuntos y una escuela de ni?os. Todos mezclan jugadores aut¨®ctonos y de origen extranjero. En sus filas, el bal¨®n rueda una vez a la semana para entrenar y otra durante el partido del fin de semana. Tocan la pelota turcos, marroqu¨ªes, asi¨¢ticos... y por supuesto, belgas. "El objetivo es crear puentes entre la gente a un nivel modesto. No somos el proyecto m¨¢s grande de Flandes. Solo intentamos poner a la gente en contacto y concentrarnos en los puntos comunes", explica Thiebaut, que juega de portero.
El club obliga a sus miembros a tener un comportamiento ejemplar. Controlan sus resultados acad¨¦micos y las agendas escolares y si hay alg¨²n atisbo de falta de disciplina, ese d¨ªa no juegan y pueden acabar expulsados del equipo. Tambi¨¦n inculcan un ideal de respeto al rival, a veces equipos ¨ªntegramente belgas o marroqu¨ªes que se sorprenden de ver al otro lado del campo semejante mezcla. Y es que la paz malinesa no est¨¢ exenta de imperfecciones. "No nos conocemos. Vivimos en las mismas calles y no nos reunimos", lamenta Thiebaut. "Creo que hay buena relaci¨®n entre culturas, pero no me siento integrada. No podemos llevar hiyab en clase y en mi c¨ªrculo de amigos casi todos son musulmanes", cuenta Sumaira Salim, una joven pakistan¨ª de 19 a?os, la mitad de ellos en Malinas, donde estudia Contabilidad en un centro cristiano.
Rompiendo estereotipos
Para romper barreras, Project Salaam organiza cada a?o una barbacoa-cusc¨²s abierta a invitados de fuera del equipo. En la primera edici¨®n,?en 2002, sus impulsores rogaban a amigos y familiares reticentes para que acudieran, y en el aparcamiento bromeaban con cerrar bien el coche ante la presencia de extranjeros. Mientras, los miembros de origen for¨¢neo del equipo no esperaban mucho m¨¢s que racismo y un trato brusco y distante. Horas despu¨¦s, los estereotipos se hab¨ªan derrumbado. El mes pasado, en su 15 edici¨®n, 200 personas asistieron al evento. "La primera vez me dec¨ªan sorprendidos '?los j¨®venes hablan bien flamenco!' Pues claro. Son malineses como t¨² y yo. Cuanto m¨¢s se conocen, m¨¢s se dan cuenta de que son amables. Y el puente se hace", explica el presidente de Project Salaam.
Las autoridades de Malinas son conscientes de que su f¨®rmula no es infalible. Saben que ninguna ciudad puede garantizar que no surja en su seno la amenaza terrorista, y no todos los indicadores son positivos: el desempleo entre personas de origen norteafricano dobla el del resto de la poblaci¨®n. Est¨¢n de acuerdo, eso s¨ª, en que en ese inmaculado registro de yihadistas rumbo a Siria ha incidido algo m¨¢s que la suerte. "Creo humildemente que Malinas ha hecho un buen trabajo", certifica Thiebaut. "Somos cre¨ªbles en la ayuda de los que han perdido la fe en las instituciones", proclama el jefe antirradicalizaci¨®n.
El alcalde, Bart Somers, cita entre sus referentes a Nelson Mandela, pero hace suyas palabras del discurso de toma de posesi¨®n del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en plena Gran Depresi¨®n."El terrorismo quiere polarizar, que tengamos miedo del otro. A lo ¨²nico que debemos temer es al miedo", afirma con serenidad.
Molenbeek, la otra cara
Molenbeek, de una poblaci¨®n ligeramente superior a Malinas, puede considerarse el reverso de la moneda. Este barrio de Bruselas, del que han salido algunos de los principales terroristas que han atentado por toda Europa, representa el fracaso de la integraci¨®n, el laxismo con la radicalizaci¨®n y el aislamiento de la comunidad musulmana. Para tomar nuevas ideas, en mayo de 2015 Molenbeek realiz¨® un intercambio de funcionarios con Malinas. Pero sus caminos siguen siendo dispares. En los ¨²ltimos meses la polic¨ªa ha registrado minuciosamente cada edificio de Molenbeek para detectar la presencia de radicales, y la alcaldesa ha impuesto el toque de queda en algunas zonas. En Malinas, sin embargo, la ¨²ltima campa?a policial alerta contra el robo de bicicletas.
El caso de Malinas ha inspirado a otras zonas golpeadas por la presencia radical. En Schaerbeek, el barrio de Bruselas del que salieron los terroristas del 22-M rumbo al aeropuerto, observan con inter¨¦s el ejemplo de la ciudad flamenca, pero advierten: ¡°por desgracia, el problema de la radicalizaci¨®n est¨¢ lejos de desaparecer¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.