Melilla, la fortaleza
El enclave espa?ol en ?frica naci¨® para impedir invasiones, ahora frena inmigrantes. De los casi 7.000 que intentaron entrar en 2015, lo lograron 500
Ibrahima, 18 a?os, de Guinea Conakry, est¨¢ euf¨®rico por viajar a la pen¨ªnsula. Lleg¨® en febrero a esta ciudad espa?ola de unos 80.000 habitantes y 12 kil¨®metros cuadrados desde la que es imposible viajar al continente europeo sin pasar por un control de documentos. Quien no los tenga se queda varado hasta que la Polic¨ªa Nacional le autorice a zarpar. Ibrahima, que est¨¢ a punto de subir a un ferry a Valencia, lleva tres meses en el centro de inmigrantes. Hace unos a?os la espera hubiera sido m¨¢s larga porque los saltos multitudinarios y el desembarco de sirios empujados por la guerra desbordaron el Centro de Estancia temporal de Inmigrantes (CETI). ¡°Lleg¨® a acoger a 2.500 personas cuando su capacidad era para 480¡±, explica Carlos Montero, director de este recinto del que los inmigrantes pueden salir libremente y que no fue dise?ado como centro de acogida.
En su interior, un grafiti resume el ¨²ltimo desaf¨ªo de la traves¨ªa: de un lado, la valla vigilada por polic¨ªas y guardias civiles; del otro, el centro de inmigrantes.
Ha sido ampliado a 796 plazas con una superficie de 17.000 metros cuadrados y un coste de mantenimiento de siete millones anuales. ¡°Ahora podemos a acoger a entre 1.000 y 1.200 personas a?adiendo literas¡±, asegura el director Montero. ¡±Pero no nos podemos relajar¡±.
Si salir de Melilla es dif¨ªcil ¡ªhay quien la apoda la ciudad de la espera¡ª, entrar lo es a¨²n m¨¢s. Baluarte defendido por dos vallas de seis metros de altura y 12 kil¨®metros de longitud ¡ªcon una sirga trimidensional en el medio¡ª que imitan la silueta tortuosa del paisaje, el enclave est¨¢ vigilado las 24 horas del d¨ªa los 365 d¨ªas del a?o. Este talante defensivo viene desde el siglo XV, cuando la ciudad fue tomada por tropas del ducado de Medina Sidonia para impedir una posible invasi¨®n africana en la pen¨ªnsula. Su funci¨®n hoy es contener a los inmigrantes.
Jos¨¦ Alonso, abogado experto en inmigraci¨®n y portavoz de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos, recuerda en su despacho de Melilla la primera valla, en 1972. ¡°Era de risa", matiza. ¡°Ten¨ªa una funci¨®n simb¨®lica, marcar el l¨ªmite entre Espa?a y Marruecos¡±. Cuando la UE firm¨® los acuerdos de libre circulaci¨®n de Schengen (en 1995), este enclave y el de Ceuta ya no separaban simplemente dos pa¨ªses: se convirtieron en la ¨²nica frontera terrestre europea con ?frica. La valla empez¨® a partir de entonces, con el conservador Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al frente del Gobierno, a ser lo que es hoy.
The New Arrivals
Cuatro millones de inmigrantes han llegado a Espa?a en dos d¨¦cadas en avi¨®n, en patera o saltando la valla. M¨¢s de un mill¨®n de personas pidieron asilo en Europa en 2016. EL PA?S cuenta, en un proyecto de 500 d¨ªas con los diarios The Guardian, Der Spiegel y Le Monde, c¨®mo se adaptan estos nuevos europeos y c¨®mo Europa se adapta a ellos. Una mirada a un fen¨®meno que est¨¢ transformando Espa?a y el continente
¡°Antes los inmigrantes eran invisibles; cuando cerraron las fronteras empezamos a verlos porque se quedaban en Melilla¡±, resume el abogado. Ni el aumento de la alambrada hasta los seis metros, ni la concertina, ni la malla antitrepa frenaron las llegadas. ¡°Ceuta y Melilla han supuesto un aprendizaje¡±, dice Moreno, del CSIC. Pero ¡°esa intensidad de control es irreplicable en [otros l¨ªmites exteriores como] la frontera de Polonia con Ucrania o la de Bulgaria con Turqu¨ªa¡±.
De las 6.800 personas que intentaron saltar la valla para entrar en 2015 Espa?a, unas 500 lo lograron. Es la ruta que Issa Abdou (26 a?os, banda izquierda de Alma de ?frica, Camer¨²n) us¨®. Asentado en Jerez, acaba de reunir, por fin, todos los papeles para casarse con su novia, la espa?ola Mar¨ªa. Lo que no logra es empleo estable. Tampoco Hicham Aidami (23, lateral derecho, Marruecos), que ha logrado trabajo para algunos d¨ªas con motivo de la feria en varios pueblos andaluces. Ni Hamza, que est¨¢ de pr¨¢cticas de jardinero en un hospital gestionado por la orden cat¨®lica de San Juan de Dios en Jerez y hace la compra mensual como 1.300 familias en el economato subvencionado que gestionan.
Abdemalik El Barkani, delegado del Gobierno de Espa?a en Melilla, insiste en que ¡°por la valla no se puede ni se debe entrar¡±. En 2015, el Ejecutivo de Mariano Rajoy legaliz¨® las devoluciones en caliente, la expulsi¨®n inmediata de inmigrantes que han pisado suelo espa?ol sin que se les identifique ni puedan pedir asilo. El Ministerio de Interior los llama ¡°rechazos en frontera¡±. La UE discrepa de que sean legales y las ONG est¨¢n indignadas. ¡°La Guardia Civil complementa un elemento est¨¢tico, que es la valla¡±, remacha El Barkani. A?ade que ¡°hay unos puestos fronterizos habilitados y una oficina para solicitar asilo¡±, inaugurada en 2015, cuando en el gran desembarco de refugiados en la UE los sirios tambi¨¦n tocaron la puerta de Espa?a. Ahora llegan con cuentagotas.
Pero el color de piel de los subsaharianos los delata y los marroqu¨ªes, que en los acuerdos de contenci¨®n de la inmigraci¨®n juegan el papel del poli malo, no los dejan ni acercarse al puesto. ¡°Ning¨²n subsahariano pide asilo en frontera porque le es imposible llegar¡±, recalca Teresa V¨¢zquez, coordinadora de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Melilla. La ¨²nica manera de cruzar es pagar a las mafias y ocultarse en los fondos de un coche, subirse a una patera o saltar la valla en el momento m¨¢s propicio, tras meses o a?os esperando en el monte Gurug¨², en Marruecos.
La muy sofisticada y cara tecnolog¨ªa malamente frenar¨ªa por s¨ª sola la llegada de africanos a la idealizada Europa. El factor clave es fruto de la pol¨ªtica de toda la vida. ¡°Si el SIVE (sistema de vigilancia mar¨ªtima) y Ceuta y Melilla funcionan como frontera es gracias a los acuerdos con Marruecos. Espa?a ha externalizado una parte importante de su pol¨ªtica de control de fronteras, los marroqu¨ªes frenan buena parte del flujo¡±, explica el investigador del CSIC.
Ibrahima est¨¢ feliz de dejar atr¨¢s Guinea Conakry, el monte Gurug¨² y Melilla, una ciudad (de militares y funcionarios) donde no se abre una industria desde hace 40 a?os, salvo la de la inmigraci¨®n. ¡°Se dice que Melilla es un ejemplo de gesti¨®n de la inmigraci¨®n a exportar¡±, asegura Alonso, de la Asociaci¨®n Pro derechos Humanos, ¡°pero ahora estamos exportando muerte¡±.
Parte III: Tarifa, vigilancia y rescate
Parte IV: Dakar, cooperaci¨®n por expulsiones
Parte I: Espa?a, laboratorio migratorio de Europa
Con informaci¨®n de Naiara Galarraga.
El proyecto The New Arrivals est¨¢ financiado por el European Journalism Centre con el apoyo de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates