La subsanaci¨®n de una injusticia hist¨®rica
El primer ministro advierte de que los lugares sagrados jud¨ªos permanecer¨¢n bajo soberan¨ªa israel¨ª
Puedo decir con certeza que la mirada de todo el mundo se ha centrado en nosotros esta semana, y ciertamente la del mundo jud¨ªo, que celebra el 50? aniversario de la reunificaci¨®n de nuestra eterna capital [¡].
Los soldados que liberaron Jerusal¨¦n durante la Guerra de los Seis D¨ªas hicieron lo mismo con un estallido de emoci¨®n que brotaba de las profundidades de su alma. Recuerdo cuando se abri¨® un agujero en el muro que rodeaba la ciudad, cerca del Ayuntamiento, y la marea humana que inund¨® las avenidas; llegamos por fin al Muro de las Lamentaciones y tocamos esas piedras en persona. Ver a nuestros soldados cerca del Muro de las Lamentaciones, en aquella ocasi¨®n hist¨®rica, supuso una alegr¨ªa por tres razones; nuestro ¨¦xito a la hora de convertir la amenaza existencial contra nosotros en un gran milagro de salvaci¨®n; nuestro regreso a la tierra de nuestros antepasados, en la que se forj¨® nuestra identidad como pueblo; y la maravillosa reunificaci¨®n que nos uni¨® y demostr¨® que permaneciendo juntos pod¨ªamos superar cualquier reto.
Liberamos Jerusal¨¦n y la convertimos en una ciudad, no perfecta, pero completa. Es una ciudad avanzada. Ha prosperado, est¨¢ abierta a todos y respeta a los creyentes de las diversas religiones. Redimimos Jerusal¨¦n del continuo descuido y de la angustia que hab¨ªa sufrido. Nosotros somos quienes hemos llevado su desarrollo a cotas elevadas. ?Qu¨¦ hab¨ªa en Jerusal¨¦n antes de eso? ?C¨®mo era la ciudad en los albores de nuestro renacimiento nacional, cuando empezamos a retornar a ella? No hab¨ªa casi nada. En el siglo XIX, ?hab¨ªa un reino avanzado aqu¨ª en Israel? ?Hab¨ªa una capital palestina vibrante?
La verdad sea dicha: Jerusal¨¦n, como todo el territorio de Israel, era un distrito perif¨¦rico y desolado del Imperio otomano. Son numerosos los visitantes c¨¦lebres que transmitieron sus impresiones sobre Tierra Santa: de Chateaubriand, de Lamartine, Mark Twain, Herman Melville, los mayores escritores y poetas de la historia humana. No eran agentes sionistas. Escribieron sobre lo que vieron, y todos describieron exactamente la misma imagen: un pa¨ªs lejano, en su mayor parte aburrido y yermo, envuelto en una sensaci¨®n de inquietud.
"Algunos ven la Guerra de los Seis D¨ªas como un desastre para Israel; yo la considero un ¨¦xito y su salvaci¨®n"
El gran cambio se produjo con la inmigraci¨®n jud¨ªa. Establecimos pueblos, kibutz, comunidades agr¨ªcolas, ciudades. Desarrollamos la agricultura y la industria. Esto se convirti¨® en un im¨¢n para la inmigraci¨®n ¨¢rabe al territorio de Israel. Los inmigrantes ¨¢rabes se unieron a los ¨¢rabes que ya viv¨ªan aqu¨ª, pero esto es lo que impuls¨® el gran desarrollo de la Tierra de Israel, su gran renovaci¨®n [¡].
Jerusal¨¦n estaba partida en dos por una sinuosa l¨ªnea fronteriza en cuyo centro se situaban barricadas para bloquear los disparos de francotiradores, vallas de alambre de espino y campos de minas. Nos quedamos all¨ª, intentando vislumbrar la Explanada de las Mezquitas y el Muro de las Lamentaciones, pero sin poder acercarnos. [¡]
Nunca volveremos a esa situaci¨®n. La oscura nube que pend¨ªa sobre Jerusal¨¦n se dispers¨® hace 50 a?os. Nos embarcamos en una inaudita y justificada guerra defensiva y obtuvimos una clamorosa victoria. Algunos ven la Guerra de los Seis D¨ªas como un desastre para Israel; yo la considero un ¨¦xito y la salvaci¨®n de Israel. ?C¨®mo podr¨ªamos haber seguido viviendo en una estrecha franja de tierra de solo 12 kil¨®metros de ancho, con el bienestar de nuestros ciudadanos en constante peligro, incluso aqu¨ª, en Jerusal¨¦n? [¡].
Dejamos de ser un pa¨ªs costero amenazado y estrecho y nos convertimos en un pa¨ªs defendible y seguro, un pa¨ªs cuya capital no se ha cedido a los soldados enemigos. Ante todo, este fue un acontecimiento de justicia hist¨®rica: Jerusal¨¦n, nuestra capital durante m¨¢s de 3.000 a?os, volv¨ªa a sus propietarios originales, completa y unida. Durante generaciones, fue exclusivamente nuestra capital nacional y no la de otros pueblos. Solo bajo nuestra soberan¨ªa se ha convertido en una isla de tolerancia y libertad religiosa en el coraz¨®n del tormentoso, turbulento e intolerante Oriente Pr¨®ximo. [¡]?
Deseo aclarar que el Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones permanecer¨¢n siempre bajo soberan¨ªa israel¨ª. La subsanaci¨®n de la injusticia hist¨®rica, lograda hace 50 a?os gracias al valor de nuestros combatientes, se mantendr¨¢ para siempre. Judea estar¨¢ habitada para siempre y Jerusal¨¦n, de generaci¨®n en generaci¨®n.
Discurso del primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, en la sesi¨®n especial de la Knesset [Parlamento] para conmemorar el 50? aniversario de la reunificaci¨®n de Jerusal¨¦n (extractos).
Traducci¨®n: Newsclips.
50? aniversario de la ocupaci¨®n de Palestina
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