La premiada transici¨®n de T¨²nez encalla por la corrupci¨®n y el descontento
Los problemas econ¨®micos y sociales se han enquistado pese a haber superado la fase m¨¢s cr¨ªtica de la transici¨®n democr¨¢tica
Vista de cerca, la transici¨®n democr¨¢tica tunecina pierde lustre, tamizada por el malestar de amplias capas de la poblaci¨®n. A pesar de haber superado con ¨¦xito las fases m¨¢s cr¨ªticas ¡ªincluidas la celebraci¨®n de tres elecciones libres, la aprobaci¨®n de una nueva Constituci¨®n y un traspaso de poder pac¨ªfico entre adversarios¡ª, hito por el que su sociedad civil recibi¨® el Nobel de la Paz en 2015, sus problemas se han enquistado. Seis a?os y medio despu¨¦s de la revoluci¨®n popular que ech¨® al dictador, T¨²nez todav¨ªa no ha recuperado un crecimiento econ¨®mico robusto, tampoco ha reducido la enorme brecha que separa las regiones ricas de las pobres, ni ha neutralizado la corrupci¨®n end¨¦mica heredada del r¨¦gimen de Ben Al¨ª. La decepci¨®n se palpa en el aire.
¡°Este es un Gobierno que se dedica a ir apagando fuegos. No existe un verdadero proyecto de futuro¡±, lamenta Rachid Khechana, exdirector de Mawqif, ¨²nico peri¨®dico opositor en la era de Ben Ali. Las ¨²ltimas elecciones, en 2014, estuvieron marcadas por una fuerte crispaci¨®n en torno a un eje bipartidista: el partido islamista Ennahda frente a su n¨¦mesis, Nid¨¢ Tunis. Estos ¨²ltimos obtuvieron una ajustada victoria, lejos de la mayor¨ªa absoluta. Presionados por la comunidad internacional, que tem¨ªa una r¨¦plica del golpe y la contrarrevoluci¨®n de Egipto en versi¨®n magreb¨ª, los adversarios fumaron la pipa de la paz y sellaron un Gobierno de gran coalici¨®n, apuntalado por otros partidos menores.
¡°El pacto entre Nid¨¢ y Ennahda fue positivo para calmar la tensi¨®n entre islamistas y laicos, pero ahora no ayuda a superar el bloqueo institucional¡±, sostiene Moez Hassayoun, director del think tank Joussour. La carencia de una visi¨®n compartida no solo afecta la pol¨ªtica econ¨®mica o la social, sino incluso la creaci¨®n de varias instituciones clave. Por ejemplo, el pa¨ªs todav¨ªa no cuenta con un Tribunal Constitucional, ni se han podido celebrar de momento las primeras elecciones municipales democr¨¢ticas, retrasadas ya un a?o y medio. Encima, Chafik Sarsar, presidente de la mod¨¦lica Junta Electoral que organiz¨® los pasados comicios, ha dimitido debido a interferencias pol¨ªticas en la instituci¨®n que no le permiten, afirma, ¡°garantizar la limpieza de las futuras elecciones¡±.
Las dificultades para aprobar el proyecto de ley de Reconciliaci¨®n Econ¨®mica, presentado en abril por tercera vez por el presidente Ca?d Essebsi, del laico Nid¨¢ Tunis, ha puesto de nuevo en evidencia la debilidad del Ejecutivo. La iniciativa crear¨ªa un mecanismo paralelo a la justicia establecida para indultar, a cambio de una multa, a funcionarios y empresarios que practicaron la corrupci¨®n durante la dictadura de Ben Al¨ª. Mientras el islamista Ennahda duda, los partidos de izquierda y la sociedad civil han puesto el grito al cielo, y ya han organizado varias concurridas manifestaciones en la capital. Desde su punto de vista, se trata de una amnist¨ªa encubierta para la ¨¦lite vinculada al antiguo r¨¦gimen, cobijada en el seno de Nid¨¢ Tunis.
Ahora bien, el epicentro contestatario se halla lejos de la capital, en las regiones marginadas del centro y sur del pa¨ªs, cuyo subsuelo alberga los escasos recursos minerales de T¨²nez, si bien apenas se benefician de ello. Es all¨ª donde tuvieron lugar la mayor¨ªa de las cerca de 1.500 protestas sociales registradas el ¨²ltimo mes. En la regi¨®n sure?a de Tatau¨ªn, centenares de j¨®venes desempleados intentaron ocupar un recinto petrolero despu¨¦s de semanas de acampada pac¨ªfica. El Ej¨¦rcito, desplegado recientemente, lo evit¨® por la fuerza. En la batalla campal, falleci¨® un manifestante y decenas resultaron heridos. Finalmente, y despu¨¦s de que los manifestantes lograran frenar la producci¨®n bloqueando las v¨ªas de comunicaci¨®n, el Gobierno cedi¨® y acept¨® un acuerdo para emplear a cientos de j¨®venes de forma inmediata.
Justo el d¨ªa despu¨¦s de los enfrentamientos en Tatau¨ªn, que amenazaban con propagarse por todo el pa¨ªs como sucedi¨® con la explosi¨®n social de enero del a?o pasado, el Gobierno lanz¨® una campa?a de arrestos contra una decena de empresarios vinculados al contrabando y proclam¨® una cruzada contra la corrupci¨®n, todav¨ªa rampante. Entre los detenidos, alguna figura conocida, como Chafik Jarraya, un mafioso que hab¨ªa osado retar al primer ministro frente a las c¨¢maras de televisi¨®n.
Seg¨²n algunos observadores, el Ejecutivo por fin ha hecho de la lucha contra la corrupci¨®n una prioridad. Para otros, se trata solo de una bomba de humo para desviar la atenci¨®n. Una espesa bruma de confusi¨®n y frustraci¨®n cubre el panorama pol¨ªtico tunecino, al que las erupciones violentas que sacuden el mundo ¨¢rabe han hecho un poco m¨¢s soportable. En su camino hacia la democracia plena, la considerada mod¨¦lica transici¨®n ¨¢rabe ha encallado.
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