Drogas y armas marcan la decadencia de los barrios de clase media alrededor de Buenos Aires
EL PA?S recorre Villa Galicia en Lomas de Zamora, epicentro de la crisis de inseguridad que vive el cord¨®n urbano de la capital argentina
Mario, de pie en la puerta de su casa, espera clientes. Tiene 77 a?os y vive desde hace 60 en Villa Galicia, Lomas de Zamora, en el extrarradio de la ciudad de Buenos Aires. Son las 11 de la ma?ana y el d¨ªa est¨¢ claro y fresco. Mario tiene una peluquer¨ªa que le permite vivir con lo justo. Sienta a sus clientes en un sill¨®n de barbero que compr¨® usado hace m¨¢s de medio siglo, fabricado en 1890. ¡°Es como los que aparecen en las pel¨ªculas de vaqueros¡±, dice con orgullo. Mario toma mate y convida. Y pronto habla del pasado. ¡°Todo esto era campo. En verano, al anochecer, tom¨¢bamos mate en la vereda. Pero ahora sal¨ªs a barrer la vereda y te asaltan. Todo se ha jodido desde el a?o 2000, un poco por la crisis econ¨®mica y otro poco por los problemas que trajo la droga¡±, se lamenta. A media cuadra de su casa est¨¢ la comisar¨ªa 8¡ã. En la noche del lunes, decenas de vecinos increparon a los gritos al comisario por la muerte de un matrimonio de jubilados, v¨ªctima de un asalto.
Lomas de Zamora est¨¢ en el ojo de la tormenta de la inseguridad: cinco asesinatos en cinco d¨ªas, uno de ellos el de un ni?o de tres a?os en manos de un menor de 16. Luego fue el matrimonio de jubilados, una mujer que cay¨® de un colectivo por proteger a su beb¨¦ y, el ¨²ltimo, un ch¨®fer de bus asaltado en la puerta de su casa. Villa Galicia est¨¢ tranquila cerca del mediod¨ªa y cuesta imaginar que unas horas antes all¨ª hubo casi una revuelta vecinal contra la polic¨ªa. Es un barrio de casas bajas, de clase media, con comercios peque?os y muchas an¨¦cdotas comunes entre los m¨¢s viejos. ¡°Yo nac¨ª ac¨¢, en esta misma casa, hace 66 a?os. Vino la partera y me pari¨®¡±, dice Jorge. ¡°Mi padre era el lechero del barrio y a principios de los a?os 50 todav¨ªa repart¨ªa las botellas en carro. ?ramos todos vecinos, como una misma familia. Ahora hay que cuidarse de todos. Se ha perdido la solidaridad entre la gente y la polic¨ªa ya no sirve para nada¡±, dice con melancol¨ªa. Ahora est¨¢ jubilado, y a?ora la ¨¦poca en que sal¨ªa con su pareja a caminar por el barrio. ¡°Ya no damos ni la vuelta a la manzana porque nos da miedo¡±.
"Al anochecer tom¨¢bamos mate en la vereda, pero ahora sal¨ªs a barrer la vereda y te asaltan"
Frente a la casa de Jorge tiene su local de belleza Elizabeth, 50 a?os. A¨²n recuerda cuando la casa de su abuela, a dos calles de all¨ª ten¨ªa ¡°apenas un alambre que la separaba de la calle, y n¨ªsperos en la puerta y un gallinero enorme en el fondo rodeado de calabazas¡±. ¡°Mi mam¨¢ era catalana y conoci¨® a mi pap¨¢ en el club social que est¨¢ en esta misma cuadra. Este barrio es toda mi historia, pero se ha arruinado. Mi abuela trabajaba y volv¨ªa sola bien tarde a la noche Yo tengo una hija de 18 a?os y la llevo y la traigo a todos lados. Avisamos cuando volvemos a casa para que nos esperen con el port¨®n del auto abierto¡±, dice. ?Y cu¨¢ndo comenz¨® a cambiar la situaci¨®n? ¡°Empez¨® un poco antes de la crisis de 2001, pero empeor¨® mucho hace cuatro o cinco a?os. El problema es la droga y la falta de educaci¨®n. Los que roban son todos chicos, tienen 15 o 16 a?os. Antes la droga era para ricos, hoy compran el paco (pasta base de coca¨ªna) barata, se queman la cabeza y vienen y te apuntan con un arma¡±, responde.
Los vecinos de Villa Galicia hablan ahora de robos, secuestros y asesinatos. Pero antes las an¨¦cdotas eran m¨¢s inocentes, cargadas de ese humor pueblerino que las hace oerdurables. Juan Carlos recuerda su infancia en los a?os 50, cuando la travesura era robar las sand¨ªas y los melones de un quintero que ten¨ªa su huerta a 200 metros de su casa. ¡°Sal¨ªamos corriendo y el viejo nos persegu¨ªa con un caballo y nos pegaba con un l¨¢tigo. Y el club era el alma del barrio, donde se hac¨ªan los bailes. Hab¨ªa un guapo en el barrio que se llamaba Garay, siempre andaba vestido de blanco, impecable. Un d¨ªa contrataron a un boxeador como seguridad, un tal Ram¨ªrez, y como el guapo se hizo el malo le dio sus buenas trompadas. Como la calle era de tierra qued¨® todo negro de polvo¡±, se r¨ªe.
El gobierno de la provincia Buenos Aires reconoce que la inseguridad es un problema, pero insiste en que ha dado a Lomas de Zamora los recursos suficientes para enfrentarla. El alcalde del distrito, Martin Insaurralde, pertenece a la oposici¨®n. ¡°Sumamos 35 patrulleros, m¨¢s de 120 polic¨ªas, 10 m¨®viles para comisar¨ªas y 140 los efectivos del UTOI, una unidad que da respuestas r¨¢pidas. Yo quiero una polic¨ªa cerca de la gente, nosotros tenemos la responsabilidad pol¨ªtica de dar respuesta¡±, dice el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo. Los expertos no coinciden con la estrategia de m¨¢s polic¨ªas, sino de ¡°mejores polic¨ªas¡± y advierten sobre el avance del narcotr¨¢fico.
"Compran paco, se queman la cabeza y vienen y te apuntan con un arma".
El nacormenudeo
El defensor del Pueblo de Buenos Aires, Guido Lorenzino, dice que ¡°hay que realizar una reforma policial que d¨¦ mayor fortaleza a los gobiernos locales, que son los que tienen experiencia en el territorio¡±. Y destaca que el narcomenudeo es uno de los principales factores de violencia. ¡°Encuentra en los sectores m¨¢s vulnerables mano de obra barata para penetrar como salida laboral. Se vende fiambre y en la misma ventanilla te venden paco¡±, dice. Claudio Stampalija, director del Centro de Estudio para la Prevenci¨®n del Delito de la Universidad de Belgrano, coincide en que el narcomenudeo ¡°est¨¢ creciendo y aumenta la inseguridad en lugares donde nunca hab¨ªa tenido el problema¡±.
Para el exfiscal en lo criminal de San Isidro Martin Etchegoyen Lynch, las soluciones deben ser a mediano y largo plazo, ¡°mayormente educativas y sociales para evitar en el futuro el ingreso de m¨¢s personas en el delito¡±. ¡°Y a corto plazo se debe separar de la sociedad a quienes la agreden. La cantidad de criminales con pedido de captura en nuestro pa¨ªs excede al de prisioneros; all¨ª est¨¢ la causa inmediata de nuestra inseguridad¡±, dice. Tob¨ªas Schleider, investigador del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (Ilsed), sostiene que es importante contar con datos fiables sobre delitos para que la gente no piense que le ocultan informaci¨®n y sepa realmente lo que ocurre; de lo contrario, el miedo a la inseguridad aumenta. Adem¨¢s, pide una pol¨ªtica de control y reducci¨®n de armas: "Algunas de las que se usan en hechos delictivos se compran en el mercado negro, pero muchas son robadas a las personas que se arman para sentirse m¨¢s seguras".
En Villa Galicia ya no se ven ni?os jugando en las veredas, las casas tienen barrotes y las puertas est¨¢n bien cerradas. Mar¨ªa Sol tiene s¨®lo 24 a?os, pero suficientes para haber vivido el cambio de ¨¦poca. ¡°De chicos jug¨¢bamos en la calle, ahora oscurece y no salimos¡±, dice. ¡°Esto empez¨® a joderse a partir de mis 17 a?os. A los 15 a?os yo iba sola a bailar y ahora tengo un hermano de 15 y mi mam¨¢ lo pasa a buscar en auto por la escuela, ac¨¢ a cinco cuadras. Si ya oscureci¨® yo me pido un remis por 200 metros¡±, dice. Y relata c¨®mo una amiga apenas pudo evitar el secuestro de su peque?o hijo a la salida del colegio, mientras a su lado asiente Ximena, due?a de un almac¨¦n: ¡°Yo trabajo encerrada tras las rejas¡±.
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