Los militares cubanos, objetivo a batir
Probablemente, la reacci¨®n de La Habana a los anuncios de la Casa Blanca no se centrar¨¢ en evaluar las restricciones sino en denunciar la hostilidad del conjunto
La prohibici¨®n de cualquier transacci¨®n financiera con las empresas administradas por los militares en tanto no se registren cambios democr¨¢ticos en Cuba no s¨®lo rompe con la estrategia de la tolerancia dise?ada por Obama para lograr los mismos objetivos que Trump, sino que es casi una declaraci¨®n de guerra pol¨ªtica pues, en mayor o menor medida, m¨¢s del 50% de la econom¨ªa isle?a depende de compa?¨ªas tuteladas por el estamento castrense. Los principales interlocutores del r¨¦gimen son militares.
El holding que las controla, Grupo de Administraci¨®n de Empresas (GAESA), cuyo perfil internacional es notable, est¨¢ dirigido por el general Luis Alberto Rodr¨ªguez L¨®pez-Calleja, padre de dos nietos de Ra¨²l Castro al haber estado casado con Deborah, hija del gobernante. Jefes y oficiales de las tres armas son los encargados de negociar los contratos con las compa?¨ªas extranjeras interesadas en el mercado caribe?o.
A la espera de la letra peque?a de las medidas que liquidan la distensi¨®n binacional anunciada el 17 de diciembre del 2014, cabe suponer que la onda expansiva del veto alcanzar¨¢ a los inversionistas extranjeros deseosos de operar en Cuba pero sin chocar con Washington. No obstante, el problema del castrismo no son los efectos disuasorios de los nuevos preceptos presidenciales, ni encontrar socios comerciales alternativos a Estados Unidos, sino lograr que los disponibles en China, Rusia, Latinoam¨¦rica y Europa, asuman la incertidumbre de un pa¨ªs obligado al cr¨¦dito para acometer la modernizaci¨®n de sus infraestructuras.
Probablemente, la reacci¨®n de La Habana a los anuncios de la Casa Blanca no se centrar¨¢ en evaluar cada una de las restricciones sino en denunciar la hostilidad del conjunto. Asimismo, ponderar¨¢ antes el alcance de los movimientos y previsibles protestas de las empresas norteamericanas directamente afectadas por las nuevas limitaciones, fundamentalmente en el sector tur¨ªstico.
La liberalizaci¨®n socioecon¨®mica aprobada hace siete a?os por los c¨®nclaves del partido comunista podr¨ªa sufrir si el temporal arrecia. Durante m¨¢s de medio siglo, las presiones yanqui en exigencia de libertades fueron descalificadas por Fidel Castro como intromisiones intolerables y respondidas con represi¨®n interna y un intenso activismo diplom¨¢tico cubano en los foros regionales de Am¨¦rica Latina, Asia y ?frica. contra los intereses norteamericanos.
Queda por ver si el pragmatismo atribuido a su hermano y sucesor opta por el aprovechamiento de las ¨®rdenes ejecutivas y concesiones de Obama que sobreviven a la marcha atr¨¢s de la Casa Blanca o, contrariamente, rompe la baraja. La disidencia lo pasar¨ªa mal entonces pues siempre ha sido tenida como una quinta columna del imperio, y reprimida como tal.
Los militares pasan desapercibidos en la sociedad cubana y son citados en los manuales del partido como garantes de la revoluci¨®n. Hasta ahora, al menos p¨²blicamente, hab¨ªan quedado al margen de las disputas con Estados Unidos pese a su determinante papel. Ahora son mencionados como c¨®mplices y objetivos a batir.
Donald Trump regresa al gran garrote para forzar la democratizaci¨®n de Cuba. Con la misma herramienta, lo intentaron sus predecesores republicanos y dem¨®cratas. Las medidas del magnate no son nuevas, las sembradas por Obama, s¨ª. Sus promotores esperaban una buena cosecha pero a medio plazo.
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