Cae el capo de La Salada, el mayor mercado negro de Am¨¦rica
Jorge Castillo resiste a los tiros su orden de detenci¨®n como presunto l¨ªder de una asociaci¨®n il¨ªcita en Argentina
Resisti¨® como el protagonista de Scarface, Tony Montana: a los tiros. Jorge Castillo tom¨® una escopeta, se acomod¨® en uno de los balcones de la lujosa casa que acababa construir en un barrio privado de Luj¨¢n, en las afueras de Buenos Aires, y dispar¨® contra el comando de la polic¨ªa Bonarense que hab¨ªa ido a capturarlo. Un perdig¨®n dio en la cara de un polic¨ªa. La detenci¨®n del Rey de La Salada, apodo que recibe por el nombre de su mercado de ropa y calzado, ha supuesto el fin de una carrera de m¨¢s de 25 a?os en el comercio ilegal de todo aquello que mereciera ser falsificado. El negocio prosper¨® tanto que, en 2015, la secretar¨ªa de Comercio de Estados Unidos consider¨® a La Salada ¡°el mercado negro m¨¢s grande de Am¨¦rica latina, donde se comercia abiertamente con productos pirateados o de contrabando¡±. Castillo fue detenido junto a otras 20 personas, entre ellos un hermano, sobrinos y hasta una cu?ada, sospechado de liderar tres asociaciones il¨ªcitas destinadas a montar una especie de Estado paralelo en los predios bajo su dominio.
Castillo es un hombre poderoso: controla 14 empresas dedicadas a bienes ra¨ªces, la cr¨ªa de ganado y el cultivo de soja. Tiene tambi¨¦n una financiera destinada a dar cr¨¦ditos a sus clientes y hasta una radio. Pero su negocio estrella est¨¢ en La Salada, un predio semicubierto de 20 hect¨¢reas donde se agolpan 8.000 puestos con permiso municipal y otros 7.000 en la calle, sobre las arterias que desembocan en el Riachuelo, uno de los r¨ªos m¨¢s contaminados del mundo. Esos puestos callejeros fueron la clave de su ca¨ªda: Castillo cobraba por ellos un alquiler de hasta 800 pesos (50 d¨®lares) por d¨ªa, pese a que estaban en un lugar de uso p¨²blico. El canon inclu¨ªa seguridad, limpieza y derecho al estacionamiento. El negocio era redondo para todos: Castillo recaudaba y los vendedores se aseguraban una clientela que llegaba en hasta 1.000 buses por d¨ªa desde todo el pa¨ªs en busca de precios bajos.
Al amparo de semejante negocio, un entramado de venta de productos, evasi¨®n de impuestos y contrabando, creci¨® lo que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich llam¨® una ¡°verdadera mafia del comercio ilegal¡±. Y record¨® que entre las armas requisadas a los detenidos encontraron una picana, utilizada para torturar a las personas que encontraban robando entre los puestos. Un v¨ªdeo difundido por la polic¨ªa mostr¨® c¨®mo las ¡°mecheras¡± o ladronas eran desnudadas y golpeadas en un galp¨®n y luego obligadas a pasearse en ropa interior entre los clientes. ¡°Si alguien tiene un cuarto donde tortura a las mujeres, se adue?a de un territorio, cobra por el espacio p¨²blico y tortura y hasta mata al que no paga, eso es una mafia¡±, dijo Bullrich.
Mercado negro
La Confederaci¨®n Argentina de la Mediana Empresa (CAME) inform¨® de que el comercio ilegal mueve cada a?o mercader¨ªas por 4.280 millones de d¨®lares.
S¨®lo en mayo la cifra alcanz¨® los 360 millones de d¨®lares, fruto del comercio ilegal en "'662 saladitas y 86.728 vendedores informales" en todo el pa¨ªs.
Ayer por la ma?ana, las topadoras destruyeron las estructuras de hierro de los puestos callejeros y despejaron la calle que rodea al predio techado, mientras cientos de personas miraban la escena detr¨¢s del cord¨®n policial, con cara de resignaci¨®n. El p¨²blico era mayoritariamente de puesteros, hombres y mujeres que el mi¨¦rcoles por la noche deb¨ªan abrir sus puntos de venta hasta bien entrada la madrugada. All¨ª est¨¢ la otra cara de la detenci¨®n de Castillo.
¡°Yo me qued¨¦ sin trabajo¡±, se lamentaba Sonia, una mujer de 50 a?os que vend¨ªa ropa para ni?os frente al ingreso a La Salada. ¡°Tengo una hija sorda, necesito trabajar. No s¨¦ ad¨®nde vamos a ir ahora¡±, dijo. Sonia y otras dos mujeres que la acompa?an niegan que pagasen por el uso de su espacio y consideran a Castillo una especia de padre benefactor al que acud¨ªan cuando necesitaban remedios para la familia o cubrir alg¨²n gasto inesperado. Se niegan a creer que pueda ser un delincuente, pero enseguida bajan la voz y admiten que en el lugar ¡°operan barras bravas de f¨²tbol que cobran un alquiler por trabajar en la calle¡±. Poco y nada se obtendr¨¢ cuando se piden detalles de esas operaciones ilegales.
Castillo est¨¢ ahora preso, pero supo disfrutar de tiempos mejores. Basta ver sus fotos en las redes sociales, donde se exhibe en playas paradis¨ªacas, autos de lujo o en su nuevo palacio construido en Lujan. O al frente de su propia radio para quejarse por las obras en el Puente La Noria, que cruza sobre el Riachuelo hacia la capital a menos de 10 calles de su paseo de compras, o para anunciar su apoyo a una candidata en las elecciones legislativas de octubre. ¡°Los muchachos quer¨ªan que me presentara como primer candidato, pero yo no puedo, porque vivo en Luj¨¢n, por m¨¢s que tengo el coraz¨®n en Lomas de Zamora. Es una falta de respeto a la gente que me presente como candidato por Lomas¡±, dijo en una entrevista a su propia emisora.
Lo cierto es que Castillo no necesit¨® hacer pol¨ªtica para estar cerca de los pol¨ªticos. Durante el kirchnerismo viaj¨® incluso a Angola con una misi¨®n comercial organizada por el Gobierno en busca de nuevos negocios, pero desech¨® al pa¨ªs africano porque ¡°ten¨ªa poca seguridad jur¨ªdica¡±. Prefiri¨® entonces extender el modelo de La Salada al interior del pa¨ªs, e incluso coquete¨® con exportarlo a Miami, en Estados Unidos. Ahora deber¨¢ posponer esos planes.
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